Buena acogida al 'R¨¦quiem' de Verdi en Granada
En el patio renacentista del palacio de Carlos V, repleto de un p¨²blico variopinto y expectante, se impuso la pompa luctuosa a la vez que oper¨ªstica de la Messa da r¨¦quiem, de Giusseppe Verdi, dirigida por Rafael Fr¨¹hbeck de Burgos al frente de la Orquesta y Coro Nacionales de Espa?a. El cuarteto solista lo compon¨ªan la soprano espa?ola Ana Mar¨ªa S¨¢nchez, que se mostr¨® insegura y con problemas severos tanto en la media voz como en otros registros; la mezzosoprano griega Markela Hat-ziano, verdadera revelaci¨®n de la velada por su sentido dram¨¢tico y color vocal; el tenor norteamericano Michael Sylvester, correcto y dando ¨¦nfasis l¨ªrico a sus partes, y el bajo florentino Giorgio Giuseppini, potente y claro a la vez que excesivo en su expresi¨®n tan ligada a la escena. El coro, dirigido por Rainer Steubing-Negenborn, mantuvo la correcci¨®n y Fr¨¹h-beck de Burgos se empe?¨® a fondo para sacar a la orquesta de una cierta apat¨ªa en su interpretaci¨®n. Este segundo concierto era el ¨²ltimo que ofrec¨ªa este a?o la orquesta titular espa?ola en la 50? edici¨®n del Festival Internacional de M¨²sica y Danza.
Si el R¨¦quiem de Verdi necesita un solo adjetivo, m¨¢s que teatral (lo que no deja de ser un lugar com¨²n) se le podr¨ªa llamar, y ajustadamente, laico. Ese fundamento ¨¦tico m¨¢s que est¨¦tico, moral m¨¢s que estil¨ªstico, arma y extiende un largo brazo en el tiempo y le relaciona con otros r¨¦quiem modernos, desde Britten a P?rt, que, como el de Verdi, han encontrado su lugar natural de interpretaci¨®n en las salas de concierto y no en los atrios consagrados. Lo importante en uno y en otros es la idea de la propia redenci¨®n a trav¨¦s de una m¨²sica que exige concentraci¨®n y reflexi¨®n por encima de los efectos. Lo m¨¢s conseguido en el concierto de anteanoche fueron el Dies irae, el Agnus dei y el Libera me, verdadera matriz de esta obra y que Verdi compuso para otros fines casi 10 a?os antes, siempre con la muerte como tema. Por otro lado, en el casi cabal¨ªstico y columnario patio carolingio, el R¨¦quiem verdiano se oy¨® bastante despojado de efectos especiales, lo que es de agradecer.
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