Julio Iglesias convierte el concierto de Las Ventas en un acontecimiento social
El cantante ofreci¨® un recital en el que destacaron sus temas de siempre
Igual que un rutilante club de f¨²tbol espa?ol presume de ser algo m¨¢s que un club, un concierto de Julio Iglesias es mucho m¨¢s que un concierto. No se acude a ¨¦l s¨®lo a ver y escuchar al cantante -por otro lado, uno de los m¨¢s famosos del mundo- sino a ver todo lo que en torno a ¨¦l ocurre.
Eso se nota desde mucho antes de su inicio real. Las puertas son un hervidero de famosos que acuden, adem¨¢s de para disfrutar del artista, para dejarse ver. Y el vecindario, acostumbrado a las corridas de toros, se queda a¨²n m¨¢s sorprendido viendo llegar a tanta estrella en coche de lujo. Ana Obreg¨®n, Antonia Dell'Ate, la infanta Margarita, son algunos de los primeros en dejarse ver.
Pocos acontecimientos musicales arrastran tanta cantidad de fot¨®grafos, c¨¢maras, redactores y curiosos que un concierto de Julio Iglesias. Curiosa paradoja, acaso es luego la m¨²sica lo que menos se valora.
Tan criticado y denostado por unos, y tan amado e idolatrado por otros, resulta que Julio Iglesias es mejor cantante de lo que opinan sus detractores, y quiz¨¢ no tan bueno, como convienen los que le adoran. Pero con el tiempo, ha aprendido a comportarse sobre el escenario, e incluso a sacar partido de su escasa voz que, pese a que a muchos les resulte sosa, la dulzura convierte en imagen de marca y se?a de identidad.
Tiene Julio Iglesias todos los trucos de viejo zorro que maneja comedido pero sin cortarse un pelo. Que si "esta es la Espa?a m¨ªa", que si "los espa?oles hemos contribuido m¨¢s que nadie a crear la gran cultura latina", que si "gracias Madrid por tantos a?os de fidelidad" o cualquier otra frase de este calibre pon¨ªa en pie a un p¨²blico enardecido que, todo hay que decirlo, ya ven¨ªa predispuesto.
Ese tipo de cosas las pilla el m¨¢s universal de los artistas espa?oles cuando, a¨²n sin haberse dirigido al p¨²blico nada m¨¢s que con gestos, ataca una de las primeras estrofas de Quijote, la canci¨®n que inici¨® el recital. Cuando toca eso de "y presume de ser espa?ol donde quiera que va", la primera ovaci¨®n con motivo de la noche, ya deja la plaza de Las Ventas tiritando. Si una frase que canta desde hace tantos a?os puede hacer esos estragos, es l¨®gico que el cantante explote la vena espa?olista en las escasas alocuciones que salpic¨® entre sus canciones.
No puede decirse, como de Gardel, que Iglesias canta cada d¨ªa mejor, pero s¨ª que tiene caballerosidad y estilo, incluso pasi¨®n -lugar poco com¨²n en ¨¦l, con esa fama de profesional incansable- como se entrevi¨® en m¨¢s de un pasaje del recital.
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