El debate europeo: algunas ideas fuerza
I. El euro est¨¢ a punto de entrar en los bolsillos de los ciudadanos europeos al tiempo que pierde posiciones respecto al d¨®lar; la ampliaci¨®n a los pa¨ªses del Este -y otros- es un fen¨®meno imparable -a pesar del refer¨¦ndum irland¨¦s- que pone en solfa toda la arquitectura institucional de la Uni¨®n; la hegemon¨ªa americana se acent¨²a en una direcci¨®n no acorde con los intereses europeos en materias como defensa, medio ambiente, cultura y comercio; en cuestiones de pol¨ªtica exterior, la Uni¨®n sigue siendo un sujeto m¨¢s pagador que decisor y, sobre todo, los ciudadanos siguen bastante ajenos al debate sobre el futuro de Europa. El tratado de Niza, ¨²ltimo de la serie, no resolvi¨® ni aclar¨® hacia d¨®nde caminaba este gran proyecto en el que nos jugamos nuestro futuro. Por eso, desde la propia reuni¨®n en la ciudad francesa se lanz¨® la idea de un gran debate, que involucrase a instituciones y ciudadanos, sobre el futuro de la Uni¨®n y que culminase en la cita berlinesa del 2004, pues las cosas no pueden seguir as¨ª. Y el debate ha comenzado a trav¨¦s de las intervenciones de actuales responsables pol¨ªticos como Fisher, Schroeder, Jospin, Prodi, Rodr¨ªguez Zapatero, entre otros. De momento, el gobierno espa?ol ha quedado al margen. En realidad, no sabemos qu¨¦ postura tiene en esta apasionante discusi¨®n, aparte de las frustrantes escaramuzas con Alemania sobre los fondos de cohesi¨®n. Tengo para m¨ª que una cierta derecha espa?ola no se encuentra c¨®moda en este debate. Espa?a lleg¨® tarde a la cita con Europa por culpa de la dictadura franquista y la gran tarea de anclar, de una vez por todas, a Espa?a en Europa fue obra de una generaci¨®n y de unas fuerzas pol¨ªticas y sociales que no son las que hoy gobiernan nuestro pa¨ªs. Con ello no quiero insinuar que el actual gobierno no est¨¦ a favor de la construcci¨®n europea, pero lo cierto es que no ha lanzado ni una sola propuesta interesante sobre el particular y siempre se ha movido pensando en cuestiones internas. Probablemente porque no tiene una idea global de Europa y sin eso es inviable tener un proyecto para Espa?a. No es una casualidad que desde el momento en que el PP lleg¨® al poder, Espa?a se fuese alejando del eje franco-alem¨¢n para establecer relaciones 'privilegiadas' con la euroesc¨¦ptica Inglaterra, el inquietante gobierno Berlusconi o la ultrarreaccionaria USA de Bush.
II. Es complicado avanzar, a partir de ahora, en la construcci¨®n de la Uni¨®n sin una concepci¨®n global de Europa. Es decir, si no se atina en las ideas fuerza que sirvan para hacer atractivo a los ciudadanos de tan variados pa¨ªses caminar juntos, en este mundo globalizado, en la construcci¨®n de un proyecto com¨²n de convivencia que abarque los m¨¢s variados aspectos de las realizaciones humanas. Ya que es necesario responder a una pregunta previa a las dem¨¢s. ?Para qu¨¦ a un espa?ol, a un dan¨¦s, a un griego o a un alem¨¢n les interesa crear juntos un sujeto econ¨®mico y pol¨ªtico com¨²n? No sirve ya decir, a las nuevas generaciones, que la Uni¨®n es necesaria para evitar las guerras entre europeos; o para unificar la Europa del Este y la del Oeste. No se construyen proyectos de futuro sobre realidades ya existentes. Hay que ir m¨¢s all¨¢, salvo que nos quedemos en una amplia zona de libre comercio, como creo que les gustar¨ªa a algunos. Una Uni¨®n, ?solamente para que trasieguen con mayor fluidez las mercanc¨ªas, los capitales, no tanto las personas? No ser¨ªa muy apasionante para los mortales y, adem¨¢s, si se queda en eso correr¨ªamos grandes riesgos de involuci¨®n. Europa tiene que aportar al conjunto de la humanidad, perfeccionadas si se quiere, sus mejores realizaciones hist¨®ricas, las que podr¨ªamos denominar sus se?as de identidad comunes o modelo de sociedad. La primera de todas, una determinada concepci¨®n de la democracia que no s¨®lo comprenda el respeto de los derechos humanos y las libertades pol¨ªticas sino tambi¨¦n la idea de solidaridad e igualdad que es requisito de la cohesi¨®n social. Europa es impensable sin las conquistas del estado de bienestar, que solamente podremos conservar y acrecentar, en las circunstancias de la globalizaci¨®n, si marchamos juntos con una gobernaci¨®n com¨²n de la econom¨ªa y la pol¨ªtica. Idea de democracia que la distingue de otros modelos que o bien sacrifican la solidaridad en aras de una determinada concepci¨®n de la libertad o bien sacrifican la libertad en el altar de una supuesta igualdad, lo que conduce en los dos casos al sacrificio de ambas. Idea de democracia que si bien est¨¢ consolidada puede irse vaciando de contenido si no garantizamos la participaci¨®n creciente de los ciudadanos en la toma de las decisiones que les afectan.
III. La uni¨®n de Europa ha nacido de la experiencia de las devastadoras guerras que la han asolado durante varios siglos. Y en consecuencia su ambici¨®n deber¨ªa ser convertirse en una gran potencia para la paz. La Uni¨®n es ya un sujeto econ¨®mico global, pero no lo es pol¨ªticamente hablando. ?ste es el reto de los pr¨®ximos a?os. Para ser una gran potencia de paz deber¨ªa propiciar la globalizaci¨®n del bienestar y la democracia en el mundo, porque sin libertad y un cierto grado de reparto de la riqueza no es posible la paz. No es realista concebir Europa como sujeto pol¨ªtico global sin poner en consonancia sus medios militares, con una defensa com¨²n, que la libere de dependencias y la permita jugar un papel equilibrador en la pol¨ªtica internacional, incluso en la perspectiva de un paulatino desarme y no en el rearme que propone Bush.
IV. Por otra parte, el territorio de la Uni¨®n es un rico espacio de pluralidades culturales que hunde sus ra¨ªces en lo mejor de la historia universal y que debe ser conservado, potenciado y, en su caso, defendido de una uniformidad empobrecedora ajena a nuestras mejores tradiciones. Para los europeos los bienes de la ense?anza y la cultura no han sido nunca mercanc¨ªas como cualesquiera otras. Es bien cierto que las obras de los creadores deben someterse a la prueba del mercado, pero no lo es menos que la cultura, as¨ª la lengua, es parte de nuestra identidad m¨¢s profunda y no podemos dejarla inerme ante la invasi¨®n del m¨¢s fuerte en el mercado. La idea de que la construcci¨®n europea da?a las identidades nacionales es err¨®nea, pues sucede todo lo contrario. S¨®lo los medios que esa uni¨®n proporcionar¨ªa pueden contrarrestar la actual uniformidad que nos invade. De otra parte, la Europa que un d¨ªa derrib¨® un muro que la oprim¨ªa no puede ahora levantar otro que no por m¨¢s sutil deja de ser tan cruel e impenetrable. Si no podemos asumir masas de inmigrantes ayudemos de verdad al desarrollo del tercer mundo y no contribuyamos, como hasta ahora, a la desigualdad creciente. La Europa del futuro o acepta la diversidad cultural y ¨¦tnica o no ser¨¢, salvo que deje crecer en sus tierras mort¨ªferas plantas para la libertad como son el racismo y la xenofobia.
V. La juventud europea es cada vez m¨¢s sensible a la idea de que somos parte de la naturaleza y de que los ataques contra ¨¦sta son, en el fondo, atentados contra los derechos humanos. Cuando sentimos y decimos que el planeta est¨¢ amenazado es est¨²pido deducir que no somos los humanos los que estamos en grave peligro. No debe haber, pues, separaci¨®n entre los derechos humanos y los 'derechos de la naturaleza'. La Uni¨®n debe ser un basti¨®n del desarrollo sostenible y duradero y deber¨ªa oponerse a las agresiones contra el medio ambiente con tanta energ¨ªa como si lo fuesen contra los derechos del hombre. Hoy en d¨ªa es tan grave o m¨¢s para la humanidad la postura del presidente de USA sobre el protocolo de Kyoto que la actividad de los tiranuelos que todav¨ªa pululan por el planeta.
Todas estas ideas fuerza son las que nos hacen pensar que vale la pena construir una Europa unida, pues sin el esfuerzo combinado de todos ser¨ªa impensable su realizaci¨®n pr¨¢ctica. Necesitan, sin duda, propuestas m¨¢s concretas, pero creo que es previo responder a la pregunta ?para qu¨¦ queremos marchar juntos los europeos hacia un destino com¨²n? Probablemente porque si queremos conservar y profundizar en nuestro modelo de sociedad, en nuestra democracia y bienestar, en mantener la paz, en no destruir el planeta, potenciar nuestra plural identidad y contribuir de manera efectiva a un mundo en el que la democracia y el desarrollo sean generales, ¨²nicamente lo podemos hacer cada vez m¨¢s unidos, pues por separado ser¨ªamos impotentes y adem¨¢s dominados.
Nicol¨¢s Sartorius es vicepresidente de la Fundaci¨®n Alternativas.
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