Kostunica mantiene al jefe del Ej¨¦rcito pese al acoso de sus socios de coalici¨®n
10.000 seguidores de Milosevic protestan en Belgrado por su extradici¨®n
Desde el Gobierno de Serbia, con el viceprimer ministro, Nebojsa Covic, y el ministro del Interior, Dusan Mihajlovic, como arietes, se intenta una y otra vez la destituci¨®n de Pavkovic. La fuerza de polic¨ªa de Serbia, con un n¨²mero de efectivos similar al Ej¨¦rcito de Yugoslavia, socava la autoridad de Pavkovic, a quien adem¨¢s se intenta involucrar en cr¨ªmenes de guerra.
Unas declaraciones del primer ministro de Serbia, Zoran Djindjic, a The New York Times son un exponente palpable del grado de derioro entre instituciones b¨¢sicas del Estado en Serbia y Yugoslavia. Declara Djindjic que, para burlar la posible acci¨®n del Ej¨¦rcito de Yugoslavia, que est¨¢ a las ¨®rdenes de Kostunica, la polic¨ªa serbia utiliz¨® tres veh¨ªculos para despistar y poder entregar a Milosevic.
Resulta dif¨ªcil encontrar un testimonio tan evidente del deterioro de las relaciones entre el Gobierno, Ministerio del Interior y polic¨ªa de Serbia, y la presidencia y el Ej¨¦rcito de Yugoslavia. El enfrentamiento viene de lejos. Casi desde el momento en que Kostunica opt¨® por mantener al frente del Ej¨¦rcito a Pavkovic, un fiel lacayo de Milosevic hasta el d¨ªa decisivo, el 5 de octubre, cuando desobedeci¨® la orden del d¨¦spota de sacar los blindados a las calles de Belgrado, tomadas por los manifestantes que acabaron con el r¨¦gimen.
Desde entonces, los dirigentes de la DOS m¨¢s pr¨®ximos a Djindjic no han cesado en su intento de acabar con Pavkovic. En vano, porque Kostunica lo apoya y Pavkovic lo paga con una fidelidad similar a la que mostraba ante el d¨¦spota ahora encarcelado en La Haya. El pasado 1 de abril, con motivo de la detenci¨®n de Milosevic en su residencia de Dedinje, estall¨® la guerra abierta. El ministro del Interior, Mihajlovic, declar¨® que los militares impidieron la captura de Milosevic en el primer intento. Ya entonces Kostunica manifest¨®, como ahora con la extradici¨®n, que no le hab¨ªan informado.
La pugna sigui¨® entre el viceprimer ministro Covic, encargado de gestionar la salida de la guerrilla albanesa del sur de Serbia. Covic se enfrent¨® con los militares y lleg¨® a declarar que all¨ª sobraban 'los perros de la guerra'. Pavkovic no se qued¨® corto y motej¨® al viceprimer ministro como 'Napole¨®n de Bujanovac', la ciudad donde Covic ten¨ªa instalado su centro de mando. Las ofensas continuaron. Covic rechaz¨® una condecoraci¨®n que le concedi¨® Pavkovic como premio por sus gestiones para recuperar a dos soldados que hab¨ªa capturado la guerrilla albanesa.
El pr¨®ximo incidente se produjo cuando Pavkovic devolvi¨® a su puesto al frente de la inspecci¨®n del Ej¨¦rcito al general Ninoslav Krstic, que estaba al frente del comando conjunto de polic¨ªas y miltares en el sur de Serbia y contaba con el benepl¨¢cito de los pol¨ªticos. La direcci¨®n de la DOS pidi¨® a Kostunica la destituci¨®n de Pavkovic, pero el presidente hizo o¨ªdos sordos a las demandas de sus socios de coalici¨®n.
Pero el acoso contra Pavkovic no cesa. El Ministerio del Interior de Serbia intenta ahora por todos los medios colgarle a Pavkovic los muertos kosovares aparecidos en las fosas comunes en Serbia. Esto bastar¨ªa para que el general diese con sus huesos en La Haya, donde podr¨ªa hacer compa?¨ªa a su antiguo amo. Pavkovic niega con contundencia que durante la guerra de Kosovo la polic¨ªa estuviese a las ¨®rdenes del Ej¨¦rcito y sostiene que las operaciones de limpieza y de trasladar a Serbia cad¨¢veres de albanokosovares asesinados las realiz¨® el Ministerio del Interior.
Mientras Kostunica iniciaba ayer las consultas para formar Gobierno en Yugoslavia, unos 10.000 seguidores de Milosevic, en su mayor¨ªa con banderas del Partido Radical Serbio (SRS) del ultrnacionalista Vojislav Seselj, se manifestaron frente al Parlamento Federal en Belgrado. Los manifestantes gritaron '?traidores!' y otros lemas de su repertorio habitual.
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