Robert Altman pone intriga en el mundo de los lores
M¨¢s de 40 actores brit¨¢nicos participan en 'Gosford Park'
Robert Altman se adentra en la Inglaterra aristocr¨¢tica de principios de los treinta, con lores y criados llevando vidas distantes bajo un mismo techo, en Gosford Park, la pel¨ªcula que acaba de rodar en los alrededores de Londres. 'Es un tapiz de una era. Un espejo del ocaso de este tipo de servidumbre, del fin de su aislamiento', resume en su caravana en los estudios Shepperton. M¨¢s de 40 actores, 20 de ellos en papeles principales, intervienen en el nuevo experimento del realizador norteamericano de 76 a?os, que sigue dando rienda suelta a su curiosidad creativa.
Altman describe Gosford Park como un 'cruce' entre Diez negritos, la adaptaci¨®n de la novela de Agatha Christie, y Las reglas del juego, la comedia sat¨ªrica de Jean Renoir. 'Nunca he hecho un filme de misterio, y quer¨ªa meterme en una historia del tipo Agatha Christie, tan de moda anta?o. Revisamos su material y otras novelas de detectives, pero no encontramos nada, as¨ª que desarrollamos nuestra idea propia', dice.
Michael Gambon y Kristin Scott Thomas organizan una cacer¨ªa de tres d¨ªas en Gosford Park. En su magn¨ªfica mansi¨®n se instalan ilustres se?ores con sus respectivos sirvientes. El grupo es ecl¨¦ctico: sangre azul y nuevos ricos; solteronas y ad¨²lteros; la estrella del momento, el artista Ivor Novello, interpretado por Jeremy Northam, y hasta un ejecutivo de Hollywood, en la figura de Bob Balaban, productor en la vida real de Altman. Con su ficticio mayordomo, que recrea Ryan Phillipe, adoptan una posici¨®n en la finca similar al del realizador: un extranjero al frente de 100 actores y t¨¦cnicos brit¨¢nicos.
'Esta incre¨ªble cantera de actores s¨®lo existe en Inglaterra. Quiz¨¢ se d¨¦ en otros territorios, pero en mi lengua, el ingl¨¦s, s¨®lo se descubren aqu¨ª. No podr¨ªa haber hecho esta pel¨ªcula en Estados Unidos', admite Altman. Grandes nombres del teatro y cine brit¨¢nicos, actores como Maggie Smith, Alan Bates, Charles Dance, Derek Jacobi, Clive Owen, Richard E. Grant, Stephen Fry, entre otros muchos, acudieron a la llamada del director.
'Es un poco abrumador', admite Altman. 'Nunca antes hab¨ªa hecho algo de este calibre. Reconozco el camino que he tomado para llegar a este punto, pero es un experimento. A cada actor le digo lo mismo: en las escenas que participas debes pensar que eres la estrella y que todos los dem¨¢s giran a tu alrededor'.
En esta jornada de rodaje la acci¨®n se concentra en los criados, en el mundo de downstairs, en los que se encuentran en el piso de abajo. Emily Watson, en uniforme y cofia, camina estirada por un pasillo de paredes crema y bordes rojizos. A su lado, Kelly MacDonald, con expresi¨®n t¨ªmida y algo asustada, entra en el dormitorio que le asigna el ama de llaves, Helen Mirren. 'La c¨¢mara se mueve con libertad entre la gente de abajo y s¨®lo puede estar arriba en presencia de un sirviente. No puedo cortar de plano y enfocar, por ejemplo, a dos marqueses, pero s¨ª puedo dejar que una doncella abra la puerta en el calor de una discusi¨®n. La audiencia recibe toda la informaci¨®n a trav¨¦s de los cotilleos de abajo', explica Altman.
Man¨¢ para cotilleos hay de sobra. La veintena de personajes principales se enfrasca en sus propias historias, ya sean de intriga, romance o farsa, sin un hilo com¨²n obvio. Ni tan siquiera el asesinato se eleva en trama central porque, se?ala Altman, 'la pel¨ªcula va m¨¢s sobre comportamientos que sobre la resoluci¨®n de un misterio'. Al mismo tipo le matan dos veces, dos personas distintas que nunca son descubiertas. 'No hay conclusi¨®n al asesinato y a nadie le importa un bledo. Pero, al menos, la audiencia reconocer¨¢ al culpable', dice.
'Quiero', contin¨²a Altman, 'que el p¨²blico preste atenci¨®n. La c¨¢mara se mueve arbitrariamente todo el tiempo y, con frecuencia, los di¨¢logos cruciales se escuchan fuera de pantalla. ?Por qu¨¦ he de ofrecerlos en un primer plano? ?Tengo acaso miedo de que no se capte su significado como si creyera que la audiencia es est¨²pida? Si les tratas de tontos, se volver¨¢n tontos. En cambio, deseo llevar al p¨²blico a un punto en el que active sus sentidos y se concentre para no perder el hilo. Esto implica que probablemente la pel¨ªcula no va a tener un ¨¦xito desaforado', concluye, algo que no le quita el sue?o: 'Me da igual, ni tan siquiera pienso en ello. El ¨¦xito no significa nada para m¨ª. Yo realizo un mural y la gente lo puede mirar o no'.
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