Paradojas
Da la impresi¨®n de que Madrid est¨¢ m¨¢s parad¨®jico que nunca, que ya es decir. Se nota en lo privado y se nota en lo p¨²blico. Conozco a una persona que ha desmontado toda su vida madrile?a para emprender una nueva vida en latitudes muy lejanas, una nueva vida dise?ada minuciosamente durante meses. Esta persona se ha desprendido de todos los bienes, muebles e inmuebles, de que dispon¨ªa, se ha despedido de su trabajo y va despidi¨¦ndose, con emoci¨®n pero sin nostalgia, de sus amigos. Todo este proceso responde a un plan preconcebido, en el que el azar apenas tiene cabida.
Pues bien, quince d¨ªas antes de marcharse de aqu¨ª para siempre, esta persona que conozco se ha enamorado de alguien de aqu¨ª. Menuda paradoja. Y luego llega a Madrid Leonard Cohen a presentar un nuevo disco. Aparece ante la prensa con una especie de rosario entre las manos, porque reza, dice, para encontrar el coraje necesario con el que soportar el mundo. Declara no saber para qu¨¦ estamos aqu¨ª y tiene la valent¨ªa de confesar que ¨¦l mismo es un cobarde. Confesarse cobarde es la depuraci¨®n m¨¢xima de la paradoja, casi la paradoja perfecta, porque hay que ser muy valiente para ponerle ese nombre a tu debilidad.
Fue muy parad¨®jica la manifestaci¨®n del Orgullo Gay el domingo pasado, porque parec¨ªa mentira que aquellas calles por las que transcurrieron 200.000 personas pertenecieran a la misma ciudad que tiene por alcalde a alguien como Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano. Y, por parad¨®jico que parezca, hab¨ªa gay de todo tipo, hasta gay del PP, hasta gay cristianos. Claro, que te pones a mirar paradojas y no acabas. Yo tengo una que no me la van a creer, pero juro por mi gato Christian que es una paradoja cierta: volviendo de la manifestaci¨®n tuvimos que dar un buen rodeo para acceder a mi casa, porque el barrio de Chueca estaba en fiestas y hab¨ªa sido tomado por las masas, entre las que (?por Christian!) se encontraba la tuna. La tuna, s¨ª, ya hablaremos. De momento vamos a dejarlo en paradoja.
Tambi¨¦n es muy parad¨®jico que la compa?¨ªa a¨¦rea Iberia ofrezca rebajas de entre el 30% y el 40% en sus billetes para apoyar el plan de agosto perge?ado por la Consejer¨ªa de Econom¨ªa de la Comunidad, plan mediante el cual se insta a los parientes de fuera a visitar a los parientes madrile?os en una especie de reagrupamiento familiar poco convincente. 'Madrid no ser¨¢ una ciudad moderna y competitiva mientras agosto siga siendo como hasta ahora', declar¨®, al parecer muy sonriente, Luis Bl¨¢zquez. Lo parad¨®jico es que se tomen medidas en agosto, como si el resto del a?o Madrid fuera una ciudad moderna y competitiva.
Pero lo que m¨¢s parad¨®jico me ha parecido de esta historia es lo de Iberia. Resulta que tambi¨¦n conozco a una ecuatoriana que tiene en Quito un hijo de tres a?os al que no ha vuelto a ver desde que el ni?o ten¨ªa cuatro meses y ella vino a trabajar a Madrid. Parad¨®jicamente, el ni?o ha terminado por tener cuatro madres, pues llama mam¨¢ a una t¨ªa que le cuid¨® unos meses; cuando esta t¨ªa tuvo tambi¨¦n que venir a trabajar a Madrid, pas¨® a llamar mam¨¢ a otra t¨ªa que qued¨® a su cuidado; cuando esta t¨ªa tuvo tambi¨¦n que venir a trabajar a Madrid, pas¨® a llamar mam¨¢ a la abuela que se qued¨® a su cargo, y cuando su primera madre le llama por tel¨¦fono el ni?o de tres a?os le dice: 'No llores, mam¨¢, que yo estoy bien aqu¨ª con mam¨¢, s¨®lo que tengo muchas ganas de volver a ver a mis mam¨¢s y de conocer a mi mam¨¢'. Lo parad¨®jico es que Iberia no ofrezca descuentos para estas familias.
Pero, claro, es que, parad¨®jicamente, se ha quemado completo el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, justo ahora que esta ciudad se est¨¢ poniendo ol¨ªmpica. Y dicen que ha sido a causa de un soplete, lo cual resulta tambi¨¦n parad¨®jico si tenemos en cuenta que la ¨²nica excusa que nos queda a los madrile?os para sobrevivir al soplete continuo es la d¨¦bil expectativa de que su funci¨®n consista en rehabilitar.
Por no hablar del desplome de la cubierta del edificio de Gerencia Municipal de Urbanismo: el colmo de la paradoja. Pero, as¨ª como hay paradojas que nos producen melancol¨ªa o extra?eza, ¨¦sta, no s¨¦ por qu¨¦, nos ha dado bastante risa.
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