Pol¨ªtica contra globalizaci¨®n
Las protestas de los movimientos ciudadanos antiglobalizaci¨®n frente a las cumbres de las organizaciones internacionales (FMI, BM, OMC, G-7, UE) que actualmente controlan el desarrollo econ¨®mico mundial constituyen una demostraci¨®n del inconformismo de muchos ante un tipo de progreso que condena a miles de millones de personas a una existencia miserable, cuando no, sencillamente, a una muerte harto prematura. Aunque comparto su actitud personal de rebeld¨ªa, pienso sinceramente que est¨¢n equivocados. Al menos confunden el efecto con la causa.
El modelo de globalizaci¨®n imperante no hubiera podido desarrollarse sin un proceso previo de intensa despolitizaci¨®n de las sociedades democr¨¢ticas. Las organizaciones que concitan el rechazo de tantos de nosotros est¨¢n controladas por una mayor¨ªa de pa¨ªses cuyos Gobiernos deben responder pol¨ªticamente de sus decisiones ante los ciudadanos. Aunque la participaci¨®n en cualquier organizaci¨®n no gubernamental representa un paso adelante ante una situaci¨®n de injusticia global tan escandalosa como la actual, la articulaci¨®n de una alternativa pol¨ªtica que pudiera condicionar el discurso gubernamental deber¨ªa ser una prioridad para quienes deseamos otra globalizaci¨®n.
El balance de la ayuda econ¨®mica a los pa¨ªses en desarrollo sirve de ejemplo de lo conveniente de esa estrategia. Los ¨²ltimos datos disponibles revelan que la ayuda de los Gobiernos de los pa¨ªses ricos a los pa¨ªses en desarrollo se elev¨® a 51.000 millones de d¨®lares, representando solamente un 0,23% de su PIB.
Mientras tanto, la actividad encomiable de todas las ONG de todos los pa¨ªses que trabajan en ese ¨¢mbito supuso una ayuda adicional a los pa¨ªses m¨¢s necesitados de 4.000 millones de d¨®lares. Es decir, una simple d¨¦cima de la ayuda que los Gobiernos democr¨¢ticamente elegidos de los pa¨ªses ricos dedican a la ayuda al desarrollo quintuplica el esfuerzo global de todas las ONG solidarias del planeta. Todos esos Gobiernos necesitan una mayor¨ªa de votos para sustentarse.
Y quien dude a¨²n de la utilidad del ejercicio ciudadano de la pol¨ªtica para cambiar el presente, que revise los libros de historia.
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