Un sa¨²co

Como continuaci¨®n de la carta de Rafael Mart¨ªn Rabinad (EL PA?S, 29 de junio) acerca del error deslizado por el tambi¨¦n por m¨ª admirado Moncho Alpuente a prop¨®sito de la calle del Turco, me gustar¨ªa completar la precisa informaci¨®n en ella contenida con lo que sigue, relativo a la calle que motiv¨® la incomprensible incorrecci¨®n, la de Prim, que primero soport¨® la confusi¨®n y despu¨¦s se mencionaba apenas de pasada:

'?sta es la antigua calle del Sa¨²co, que en el siglo XVII era un callej¨®n sin salida, y en el XVIII terminaba en la calle de las Salesas, hoy del Conde de Xiquena, y en 1852 se verific¨® su prolongaci¨®n hasta el paseo de Recoletos'.

'Fue abierta esta calle en terreno de la finca de la marquesa de las Nieves, jard¨ªn del que viene tambi¨¦n la tradici¨®n de la calle del Barquillo. Un sa¨²co que permaneci¨® durante mucho tiempo como solo recuerdo de aquella huerta fue el que origin¨® el nombre que tuvo ¨¦sta de que tratamos'.

'La muerte de Prim, acaecida en aquel palacio , justifica, adem¨¢s, que la calle del Sa¨²co viera cambiada su denominaci¨®n por el apellido del famoso estadista, seg¨²n acuerdo municipal de 28 de mayo de 1895'.

Estos p¨¢rrafos est¨¢n tomados de la entrada correspondiente de la Espasa de los que disfrutamos de la afici¨®n de ver en los nombres de las v¨ªas de esta ciudad algo m¨¢s que una rutinaria y pobre placa bautismal y en su ubicaci¨®n otra cosa que un lugar de paso (para los atareados transe¨²ntes) o para horadar y destrozar por riguroso turno (Ayuntamiento y empresas de servicios varias), o sea, Las calles de Madrid, surgido de la pluma de don Pedro de R¨¦pide.

Con toda seguridad, Moncho Alpuente tiene en su biblioteca esta entretenida y generosa e imprescindible obra (con permiso de don Hilario Pe?asco y don Carlos Cambronero, que se le adelantaron) de un autor del que acaso no le importar¨ªa ser considerado su ¨¦mulo por lo mucho que ¨¦l mismo ha paseado, de hecho y en estas p¨¢ginas, por este castigado e infortunado Madrid.