Vuelve el furor del 'caso Lewinsky'
La desaparici¨®n de la becaria Levy centra de nuevo la atenci¨®n de EE UU en una historia de pol¨ªtica y sexo
Cientos de polic¨ªas con perros rastreadores segu¨ªan buscando ayer el cad¨¢ver de Chandra Levy en las casas abandonadas del c¨¦ntrico barrio washingtoniano de Adams Morgan, en un per¨ªmetro cuyo centro era el apartamento del congresista Gary Condit. Eso s¨ª, la polic¨ªa insist¨ªa en que no tiene el menor indicio de que Levy est¨¦ muerta y a?ad¨ªa que Condit sigue 'sin ser sospechoso' en este caso. Entretanto, no pasaban 10 minutos sin que CNN, Fox News y MSNBC, las cadenas televisivas de informaci¨®n permanente de Estados Unidos, hablaran de Levy y Condit.
?D¨®nde est¨¢ Levy, una californiana de 24 a?os que trabajaba como becaria en una oficina gubernamental de Washington? ?Tiene algo que ver el tambi¨¦n californiano Condit con su desaparici¨®n, el 30 de abril? ?La mat¨® el pol¨ªtico y se desembaraz¨® luego del cad¨¢ver? ?Es posible que el congresista sea inocente y est¨¦ siendo sometido a un linchamiento period¨ªstico? ?No se estar¨¢n excediendo los medios estadounidenses en su cobertura del asunto? A falta de datos, las respuestas a esas preguntas eran ayer meramente especulativas, pero serv¨ªan para llenar p¨¢ginas de peri¨®dicos y horas de programaci¨®n televisiva.
Gary Condit 'no es sospechoso de nada' porque sin cad¨¢ver no hay delito
Este verano, EE UU est¨¢ literalmente fascinado con el caso Levy. La intensidad con la que lo siguen decenas de millones de norteamericanos es el resultado de la suma de su profunda desconfianza respecto a los pol¨ªticos, su pasi¨®n por los melodramas de la vida real y la primac¨ªa adquirida en el mundo de la comunicaci¨®n por lo que aqu¨ª se llama periodismo tabloide y en Espa?a amarillo o sensacionalista.
Como ocurri¨® con los juicios del deportista O. J. Simpson por el asesinato de su esposa, y del presidente Bill Clinton por mentir sobre sus relaciones con la tambi¨¦n becaria Monica Lewinsky, el caso Levy es todo un retrato de la sociedad estadounidense. 'Es una gran historia por las mismas razones que la de Clinton y Lewinsky fue una gran historia, re¨²ne a un hombre poderoso y una mujer m¨¢s joven y atractiva', dice entusiasmado John Moody, vicepresidente de Fox News, el canal informativo emergente en EE UU. 'Y, adem¨¢s', a?ade Moody, 'est¨¢ el suspense de una desaparici¨®n que quiz¨¢ sea una muerte'.
Y, tambi¨¦n como con O. J. Simpson y Lewinsky, la vanguardia informativa del caso Levy la constituyen la prensa escrita tabloide -desde diarios como The New York Post y The New York Daily News a semanarios como Star, Globe y National Enquirer-, las cadenas televisivas de informaci¨®n permanente y las p¨¢ginas de cotilleo en Internet a lo Drudge Report. Ese magma ha sido el autor de la mayor¨ªa de las exclusivas period¨ªsticas estadounidenses de la ¨²ltima d¨¦cada, con los grandes diarios de referencia, como The New York Times y The Washington Post, casi siempre a la zaga y rezongando.
Tiene raz¨®n The Economist cuando se?ala que el trabajo de los tabloides ha sido facilitado por 'el desvanecimiento de la l¨ªnea de separaci¨®n entre sensacionalismo y pol¨ªtica' aportado por 'el priapismo de Clinton'. Casi todo es posible informativamente a partir del momento en que el presidente de EE UU es procesado, juzgado y absuelto por mentir bajo juramento sobre sus escarceos sexuales en la Casa Blanca con una becaria. Y el caso Levy vuelve a poner bajo los focos a un pol¨ªtico maduro, seductor -Levy dec¨ªa que Condit se parece a Harrison Ford- y mujeriego.
Los hechos conocidos son escuetos. Levy desapareci¨® en Washington el 30 de abril, despu¨¦s de darse de baja en un gimnasio de Adams Morgan, el barrio donde vivi¨® durante sus meses de becaria en Washington. Tras haber trabajado en la Oficina Federal de Prisiones, planeaba regresar de inmediato al hogar familiar, en Modesto (California). La polic¨ªa encontr¨® en su apartamento las maletas, el dinero, las joyas y los documentos, o sea, todo menos las llaves. Desde entonces no ha dado la menor se?al de vida, ni nadie ha podido dar cuenta de su paradero.
William Ramsey, el jefe de la polic¨ªa de Washington, resume as¨ª las posibilidades: 'Pudo suicidarse, pero es raro que en dos meses y medio no haya aparecido el cad¨¢ver; pudo desear desvanecerse, pero es raro que no haya tranquilizado a sus angustiados padres; pudo ser secuestrada, pero es raro que nadie haya reclamado una recompensa, y pudo sufrir una muerte accidental o criminal y alguien escondi¨® sus restos'. Ni que decir tiene que la opini¨®n p¨²blica se apunta a la ¨²ltima hip¨®tesis.
Condit, congresista dem¨®crata en Washington por el distrito californiano al que pertenece la ciudad de Modesto, tard¨® varios d¨ªas en entrar en escena. S¨®lo lo hizo cuando los padres de Levy informaron de que, en los meses anteriores a su desaparici¨®n, la joven sosten¨ªa relaciones sentimentales con el pol¨ªtico. De 53 a?os, casado y con dos hijos, Condit rechaz¨® de plano esa informaci¨®n. Acept¨® que Levy hab¨ªa sido 'una buena amiga personal', pero nada m¨¢s. Se encastill¨® en el desmentido.
Fue un craso error. El mismo que, como lamenta el periodista Bob Woodward, codescubridor del caso Watergate, cometen tantos pol¨ªticos estadounidenses desde Richard Nixon a Clinton. Y como era verdad que Nixon espiaba a sus enemigos y Lewinsky le hac¨ªa felaciones a Clinton, la credibilidad de los pol¨ªticos estadounidenses est¨¢ por los suelos. Si se le a?ade que, desde el asesinato de John F. Kennedy, EE UU cree a pie juntillas en las teor¨ªas conspirativas, Condit apareci¨® aureolado por la sospecha ante los ojos de sus compatriotas desde su primera negativa.
La prensa sensacionalista entr¨® en acci¨®n y no tard¨® en descubrir que el congresista dem¨®crata era un mujeriego. La azafata Anne Marie Smith cont¨® a un tabloide haber sostenido con ¨¦l una aventura de un a?o de duraci¨®n; a¨²n m¨¢s, asegur¨® que, en el marco del caso Levy, Condit le inst¨® a mentir sobre la naturaleza de sus relaciones en una declaraci¨®n jurada. Luego se supo que el FBI interrogaba a otras cinco mujeres que hab¨ªan tenido l¨ªos con el congresista, y el jueves Otis Thomas, un pastor de la Iglesia pentecostal de Modesto, denunci¨® que Condit sedujo a su hija cuando ella ten¨ªa 11 a?os de edad.
La resistencia del pol¨ªtico empez¨® a quebrarse. El pasado fin de semana, en su tercer interrogatorio policial, Condit confes¨® que durante meses sostuvo una relaci¨®n rom¨¢ntica y sexual con Levy. Los padres de la desaparecida le acusaron de inmediato de haber obstruido durante semanas las investigaciones policiales con sus mentiras, y el congresista republicano Bob Barr le exigi¨® que renunciara a su esca?o. 'Condit', dijo Barr, 'es una verg¨¹enza para el Congreso'.
El martes, Condit acept¨® voluntariamente que la polic¨ªa registrara su apartamento de Adams Morgan, donde suele vivir solo mientras su familia permanece en el domicilio familiar de California. Los agentes se llevaron de all¨ª varias bolsas con objetos, y Ramsey, el jefe de la polic¨ªa de Washington, declar¨®: 'Buscamos se?ales de lucha o cualquier tipo de prueba, como restos de sangre o piel, que pueda indicar que all¨ª le ocurri¨® algo anormal a Chandra Levy'. Ayer se desconoc¨ªa el resultado de los an¨¢lisis.
Pero Ramsey no se qued¨® contento e inst¨® al pol¨ªtico a someterse voluntariamente a un interrogatorio con el 'detector de mentiras' colocado en su cuerpo y un an¨¢lisis de ADN. El pol¨ªtico se someti¨® en la noche del viernes al s¨¢bado al detector de mentiras, pero no en presencia de la polic¨ªa de Washington o el FBI, sino de su abogado y especialistas privados. 'La m¨¢quina no registr¨® signos de enga?o cuando Condit afirm¨® que no sabe nada de la desaparici¨®n de Levy', dijo ayer su abogado, Abbe Lowell. Pero este ejercicio no satisfizo a la polic¨ªa, que exige ser ella la que conduzca la prueba del detector. 'No estamos convencidos, seguimos sin descartar nada', dijo Ferry Gaier, el adjunto de Ramsey. La polic¨ªa lanz¨® una masiva operaci¨®n de b¨²squeda del cad¨¢ver de la becaria en edificios abandonados pr¨®ximos al apartamento de Condit.
?ste, seg¨²n Ramsey, 'no es sospechoso de nada' por la sencilla raz¨®n de que, a falta de cad¨¢ver, la desaparici¨®n de Levy no se ha convertido todav¨ªa en un delito. En teor¨ªa, sigue siendo una de las 876.000 denuncias de personas desaparecidas que se registran anualmente. As¨ª que EE UU, y por extensi¨®n el resto del planeta, segu¨ªa ayer devorando un culebr¨®n real como la vida misma, uno sazonado con la sal y pimienta del poder, el sexo y quiz¨¢ el asesinato, en el que todav¨ªa no se sabe si hay una v¨ªctima y es posible que nunca se sepa el nombre del verdugo.
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