China y Rusia entierran medio siglo de rivalidad
Mosc¨² y Pek¨ªn sellan un pacto de amistad para contrarrestar la hegemon¨ªa de EE UU
Los dos presidentes suscribieron una declaraci¨®n separada en la que defienden la 'importancia fundamental' de mantener 'en su actual forma' el tratado antimisiles bal¨ªsticos ABM, al que califican de 'piedra angular de la estabilidad estrat¨¦gica y base para la reducci¨®n de armas estrat¨¦gicas ofensivas'. En su opini¨®n, cambiar o soslayar el ABM minar¨ªa el esfuerzo efectuado durante d¨¦cadas en este campo.
Aun sin citar expresamente a EE UU, estaba claro, sobre todo despu¨¦s del rechazo chino y ruso al ensayo militar norteamericano del s¨¢bado, que Jiang y Putin se refer¨ªan a las intenciones de George W. Bush de desplegar un escudo antimisiles. Por si quedaba alguna duda, la deshicieron con una menci¨®n expresa a la necesidad de evitar que la carrera armament¨ªstica se extienda al espacio. En una entrevista concedida al diario italiano Corriere della Sera, Putin asegur¨® que no hay necesidad de que EE UU se dote de un escudo porque 'nadie le amenaza'.
El tratado chino-ruso, de 20 a?os de vigencia, compromete a ambos pa¨ªses (el m¨¢s poblado y el m¨¢s extenso del mundo) a resolver sus diferencias por medios pac¨ªficos, a no utilizar el arma at¨®mica y a incrementar las medidas de confianza, por ejemplo mediante la reducci¨®n de efectivos militares en la frontera com¨²n. Rusia reconoce, adem¨¢s, la soberan¨ªa china sobre Taiwan.
Las dos partes insisten en que no se trata de una alianza militar y en que no hay cl¨¢usulas secretas, sino que el tratado supone el reflejo de una aspiraci¨®n hist¨®rica a normalizar las relaciones entre dos pa¨ªses que comparten 4.000 kil¨®metros de frontera y que no han desarrollado todo el potencial econ¨®mico que eso supone. El nivel de intercambios (8.000 millones de d¨®lares, 1,6 billones de pesetas, en el a?o 2000) es rid¨ªculo si se compara con los 120.000 millones del comercio entre China y EE UU.
El recelo est¨¢ lejos de desaparecer entre dos colosos que se disputaron la hegemon¨ªa comunista mundial, que llegaron a las armas a finales de los sesenta y s¨®lo en tiempos de Mija¨ªl Gorbachov comenzaron un proceso de reconciliaci¨®n al que el tratado de ayer da carta oficial de naturaleza. La extensa frontera com¨²n es tanto una esperanza de cooperaci¨®n como una amenaza de conflicto, sobre todo por la desproporci¨®n entre las poblaciones a ambos lados: 15 a 1 a favor de China. La emigraci¨®n ilegal china al extremo oriente ruso levanta ronchas en aquella regi¨®n, situada 'demasiado lejos de Mosc¨² y demasiado cerca de Pek¨ªn'.
En los ¨²ltimos a?os se ha delimitado casi por completo la frontera, y los dos presidentes se mostraron convencidos de que pronto se resolver¨¢ lo poco que queda pendiente: un 2% de la l¨ªnea de demarcaci¨®n, seg¨²n Putin, y 'problemas menores heredados', seg¨²n Jiang. Ese conflicto potencial queda zanjado por ahora, en l¨ªnea con el inter¨¦s general de ambos pa¨ªses, empe?ados en batallas hist¨®ricas de reconstrucci¨®n y de modernizaci¨®n de sus econom¨ªas, con m¨¢s ¨¦xito en el caso chino que en el ruso.
A corto y medio plazo, tanto China como Rusia est¨¢n abocadas, incluso a pesar suyo, a dar m¨¢s importancia a sus relaciones con EE UU que a las mutuas, pero eso no excluye que ahora est¨¦n ligados por un rechazo com¨²n al mapa pol¨ªtico del planeta que se traza desde Washington. Los dos pa¨ªses defienden a capa y espada un mundo multipolar en el que ambos tengan un importante peso espec¨ªfico.
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