Un hallazgo fortuito descubre cerca de Vitoria uno de los principales enclaves de la Edad de Hierro
Kutzemendi fue un poblado con una poderosa muralla, habitado durante m¨¢s de 1.000 a?os
El descubrimiento de este basti¨®n de la tribu de los caristios no ha sido tan casual. El infatigable Jose Miguel Barandiaran ya descubri¨® los restos en 1926, que luego investig¨®, en los a?os cincuenta del pasado siglo, Basilio Osaba. As¨ª que la presencia de gentes de la Edad de Hierro en este paraje estaba confirmada con creces, como en tantos otros lugares del Pa¨ªs Vasco.
Pero fue Jos¨¦ ?ngel Apellaniz quien, a finales de 2000, descubri¨® de forma fortuita la configuraci¨®n amurallada de Kutzemendi, lo que le daba una entidad superior a este yacimiento. As¨ª, en lo alto de Olarizu, no se encontraba un peque?o poblado, sino uno de los baluartes principales de los caristios, una de las tribus que habitaban ?lava, junto a autrigones, b¨¢rdulos y berones.
Prevenci¨®n o prestigio
Las relaciones entre estas comunidades no deb¨ªan ser muy amistosas, a tenor de los datos que revelan las ¨²ltimas investigaciones. 'Tanto la ubicaci¨®n del castro como su amurallamiento con piedras implica una situaci¨®n de indefensi¨®n, aunque tambi¨¦n puede ser una protecci¨®n ficticia que busca el dotar de prestigio al poblado', explica Eliseo Gil, arque¨®logo que ha dirigido este ¨²ltimo estudio.
Lo que s¨ª ha quedado claro tras esta investigaci¨®n es que era un poblaci¨®n que ten¨ªa una base agr¨ªcola cereal¨ªstica, sobre todo desde la segunda Edad de Hierro (a partir del siglo IV antes de Cristo). Como pruebas fundamentales de este grado de civilizaci¨®n, se pueden destacar la presencia de un molino circular, un arado de reja y huellas clar¨ªsimas de comercio con la Meseta y, sobre todo, con la ribera del Ebro.
La llegada de los romanos no fue traum¨¢tica. 'Es m¨¢s, el poblado estuvo habitado hasta en la ¨¦poca altoimperial, momento en que baj¨® al llano, a Otazu o Arcaya, los lugares m¨¢s pr¨®ximos donde se han encontrado restos romanos', aclara Eliseo Gil.
En el Pa¨ªs Vasco no hay vestigios de conflictos con los romanos al estilo de las guerras c¨¢ntabras, rese?adas por historiadores como Estrab¨®n. Las aldeas de b¨¢rdulos, caristios o vascones convivieron con los nuevos vecinos y adoptaron algunos de sus usos.
Hay que tener en cuenta, agrega Eliseo Gil, que los romanos se encontraron a sociedades que no ten¨ªan problemas de alimentaci¨®n, con una dieta equilibrada en la que se combinaba la carne (procedente de la caza o de animales dom¨¦sticos) con los cereales y los frutos. Viv¨ªan en casas con planta rectangular y utilizaban toda suerte de vajilla, mucha de ella procedente de N¨¢jera. As¨ª lo reflejan los hallazgos de Kutzemendi.
Imagen falsa
'La imagen de una Pen¨ªnsula Ib¨¦rica poblada de ¨¢rboles, que pod¨ªa cruzar una ardilla sin tocar el suelo, es falsa. Antes de que llegaran los romanos ya hab¨ªa habido un fuerte deforestaci¨®n para destinar el suelo a usos agrarios', recuerda el arque¨®logo alav¨¦s.
Eran sociedades no conoc¨ªan la escritura, pero s¨ª mantuvieron su lengua (una especie de protovasco) a tenor de algunas inscripciones romanas encontradas, por ejemplo, en Iru?a. En palabras de Eliseo Gil: 'Esta ciudad es un ejemplo excelente de esa convivencia pac¨ªfica entre aut¨®ctonos y romanos. Donde hab¨ªa un poblado similar al de Kutzemendi, aunque de menor entidad, se estableci¨® uno de los principales enclaves del Imperio romano en el norte de la Pen¨ªnsula'.
Precisamente, Eliseo Gil dirige la excavaci¨®n de Iru?a que ha tenido recientemente un fuerte impulso por parte de Eusko Trenbideak. La empresa de transportes ha respaldado esta investigaci¨®n con m¨¢s de 600 millones en lo que ha sido la primera muestra de colaboraci¨®n de entidades privadas con estudios arqueol¨®gicos.
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