Varias mujeres maltratadas denuncian que sufren "trato vejatorio" en su casa refugio
Un grupo de internas solicit¨® ayuda a un m¨¦dico del Insalid y a la Coordinadora de Barrios
Antonio G., coordinador m¨¦dico del centro de salud que atiende esta casa refugio (cuya ubicaci¨®n es secreta por razones de seguridad), ha recibido en los ¨²ltimos ocho meses a 'unas 10 o 12' mujeres que acud¨ªan a ¨¦l por separado, 'con gran malestar', para quejarse de la situaci¨®n que viv¨ªan en este cobijo para v¨ªctimas de la violencia dom¨¦stica. 'Dec¨ªan que la comida era mala y que faltaba limpieza, pero, sobre todo, se quejaban del trato recibido y aseguraban que no se les apoyaba', explica este m¨¦dico, que lleva 11 a?os en este centro de salud.
'En el ¨²ltimo trimestre de 2000 vinieron tres o cuatro mujeres. Nos preocupamos porque llevamos atendiendo esta casa refugio desde siempre y nunca hab¨ªamos tenido una situaci¨®n as¨ª. Yo mismo me entrevist¨¦ con la ex directora de la casa, y la gerencia del ?rea 11, a la que pertenecemos, transmiti¨® a la CAVE lo que las mujeres nos dec¨ªan', explica. 'La CAVE no nos contest¨®, pasaron los meses y segu¨ªan llegando mujeres quej¨¢ndose, hasta un total de 10 o 12, sin que se percibiesen mejor¨ªas. As¨ª que el ¨¢rea escribi¨®, hace dos meses, a la Direcci¨®n General de la Mujer, sin que tengamos respuesta', a?ade.
'Las mujeres mostraban una tensi¨®n y un desasosiego que nunca pueden ser buenos para quien se intenta recuperar del trauma del maltrato. Aun en el supuesto de que la mayor¨ªa de las denuncias fueran infundadaa, el malestar de estas mujeres se debe a algo que hay que investigar', concluye Antonio G.
Seis internas, ya desesperadas, recurrieron tambi¨¦n hace dos meses al sacerdote Enrique Castro, portavoz de la Coordinadora de Barrios, una entidad que apoya a grupos desfavorecidos, y acudieron a la fiscal¨ªa, que ha recogido ya varios testimonios sobre este asunto.
Expulsi¨®n La Coordinadora de Barrios present¨® el 10 de julio una denuncia por 'tratos vejatorios, desatenci¨®n y amenazas' en el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 23. Seg¨²n la denuncia, 'parte del equipo directivo de la casa y un sector del personal vienen formulando reiteradamente amenazas contra las mujeres consistentes en la retirada de la tutela de sus hijos o la expulsi¨®n del centro. Algunas amenazas se han consumado con expulsiones en 24 horas, sin que las afectadas tuvieran tiempo de buscar una alternativa'.
'Uno de los procedimientos coactivos para que las mujeres abandonen el centro consiste en obligarles a firmar su marcha aunque no hayan logrado resolver sus problemas de vivienda y trabajo. Si no lo hacen, se les amenaza con interrumpir la tramitaci¨®n de un piso social del Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima)', a?ade. Castro asegura que algunas mujeres que se han negado a marcharse se han quedado sin la citada vivienda del Ivima. El tiempo m¨¢ximo de estancia en la casa son nueve meses, aunque algunas mujeres llevan hasta 18.
La denuncia a?ade que alguna trabajadora insulta a las internas llam¨¢ndolas 'malas madres', 'in¨²tiles', 'ladronas' y que en las terapias psicol¨®gicas 'se han dado vulneraciones al derecho a la intimidad al difundirse su contenido'.
Fernando Martos, presidente de la CAVE, asegura que, tras recibir, a comienzos de a?o, la carta del centro de salud habl¨® con el personal de la casa refugio 'y se solucionaron los problemas que pudiera haber'. 'Hoy mismo [por ayer], las responsables de la casa me han asegurado que todo iba bien', a?ade.
Martos niega categ¨®ricamente que se insulte o amenace a las mujeres. '?C¨®mo va a amenazar una educadora con quitarle sus hijos a una mujer cuando es la Comunidad, y no ella, quien decide sobre las tutelas? Todas las educadoras, menos una, llevan a?os en el centro, ?es que se han vuelto locas de repente? Eso no me lo puedo creer. La psic¨®loga tambi¨¦n niega que vulnere el secreto profesional', asegura.
'Es el Ivima y no la CAVE quien concede los pisos sociales. Las ¨®rdenes de expulsi¨®n fueron para dos mujeres que se pegaron. Pero a una la alojamos en una residencia nuestra y la otra sigue en la casa, aunque debe abandonarla. Lo que ocurre es que hay un enfrentamiento entre las trabajadoras de la casa y un sector est¨¢ utilizando a las mujeres para sus rencillas', concluye Martos.
EL PA?S no consigui¨® ayer localizar a la directora general de la Mujer, Asunci¨®n Miura.
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