Impacto

Siempre me he preguntado qu¨¦ pensar¨ªan en t¨¦rminos de ordenaci¨®n urban¨ªstica los arquitectos de Boabdil si contemplaran el sobrio palacio castellano que el emperador Carlos V se mand¨® construir en medio de la exuberancia sensual de la Alhambra, o si vieran ese otro que los Reyes Cat¨®licos levantaron como una provocaci¨®n est¨¦tica en el interior de la Alcazaba de Almer¨ªa. Al desagradable contraste que seguramente producir¨ªan en la sensibilidad musulmana las severas catedrales de granito que los cristianos levantaban en las ciudades moras en cuanto las conquistaban lo llamamos hoy impacto visual.

En Almer¨ªa se conserva una enorme estructura de hierro, conocida como Cable Ingl¨¦s, sobre la cual se levantan las v¨ªas del antiguo tren de mineral que cargaba de materia prima la bodega de los barcos. Para que ustedes se imaginen el impacto visual que debi¨® de producir su construcci¨®n en la Almer¨ªa del siglo pasado, les dir¨¦ que el Cable Ingl¨¦s es como si traj¨¦semos a Almer¨ªa la Torre Eiffel, y la tumb¨¢ramos de lado a lo largo de la costa, cortando el paso natural de la ciudad hacia el mar. Algunos almerienses, entre los que hab¨ªa conocidos pol¨ªticos locales, defendieron hace poco el desmantelamiento sin contemplaciones de aquel antediluviano testimonio de la Almer¨ªa industrial. El poeta Valente baj¨® entonces a la arena para defender en un c¨¦lebre art¨ªculo que public¨® este peri¨®dico la conservaci¨®n de esta obra singular. Hoy el Cable Ingl¨¦s se ha integrado con bastante acierto en el trazado urban¨ªstico de la ciudad, y ha pasado a ser un bien de inter¨¦s cultural, en cuya recuperaci¨®n definitiva la Consejer¨ªa de Cultura va a invertir algunos miles de euros.

Es precisamente esta Consejer¨ªa de Cultura, a trav¨¦s de la Direcci¨®n General de Bienes Culturales, la que se ha sentado con la Federaci¨®n Andaluza de Municipios y unas cuantas empresas para elaborar una norma general contra la contaminaci¨®n visual del patrimonio hist¨®rico andaluz. Se trata de evitar que los cables de electricidad pasen por encima de las catedrales, que las antenas de telefon¨ªa m¨®vil coronen la cubierta de edificios centenarios, que los aparatos de aire acondicionado sean instalados en las fachadas de inter¨¦s art¨ªstico o que las se?ales de tr¨¢fico custodien la entrada de alguna colegiata.

Ya que no podemos evitar la contaminaci¨®n del medio ambiente, evitemos por lo menos la del patrimonio cultural. Ya que el impacto respiratorio que produce la inhalaci¨®n de humos t¨®xicos parece irremediable durante los pr¨®ximos mandatos del presidente Bush, hag¨¢monos agradable el tiempo que nos quede de vida, y evit¨¦monos al menos los impactos visuales. Pero tengamos cuidado, porque lo que para unos es contaminaci¨®n visual para otros constituye un valioso testimonio hist¨®rico; lo que hoy es una horrorosa antena de telefon¨ªa m¨®vil ma?ana puede convertirse a ojos del mutante que habite la tierra en un singular testimonio de la era digital. No nos precipitemos, que quiz¨¢s las m¨¢quinas de cocacola acaben, como el palacio de Carlos V en el recinto de la Alhambra, perfectamente integradas en la Catedral de Granada. Laus deo insert coin.