Aylwin vuelve a la presidencia de la democracia cristiana chilena
El ex gobernante chileno Patricio Aylwin, de 82 a?os, volvi¨® por octava vez a asumir la presidencia de su partido, la Democracia Cristiana (DC), despu¨¦s de que su antecesor en este cargo, Ricardo Hormaz¨¢bal, y otros cuatro miembros de la directiva dimitieran en medio del mayor bochorno en las filas oficialistas desde que comenz¨® la transici¨®n, en 1990.
Se trata de una situaci¨®n de esas que los democratacristianos quisieran olvidar. Un error en la inscripci¨®n ante el Servicio Electoral de los candidatos de la Democracia Cristiana a senadores y diputados para la elecci¨®n presidencial del pr¨®ximo diciembre -la omisi¨®n de un tr¨¢mite notarial-, advertido s¨®lo al cierre del proceso de acreditaci¨®n de postulantes, estuvo a punto de dejar a este partido, el mayor de Chile, sin representantes.
Hormaz¨¢bal primero neg¨® el error y despu¨¦s lo minimiz¨®, pero debi¨® admitirlo cuando el director del Servicio Electoral inform¨® a la Presidencia de la Rep¨²blica de que todos los candidatos de la DC, salvo seis, iban a quedar fuera de la carrera por inscripci¨®n err¨®nea. La metedura de pata es algo entre inveros¨ªmil y surrealista para un partido ducho en esas lides, del que han salido tres jefes de Estado y que cuenta con el mayor n¨²mero de parlamentarios.
La coalici¨®n oficialista, integrada por socialistas, Partido por la Democracia (PPD) y la DC, corr¨ªa el riesgo de una cat¨¢strofe en las urnas en un a?o ya complicado por el desempleo en aumento. Pero el sistema democr¨¢tico oper¨® para subsanar el error y modific¨® la ley. Sin ocultar su malestar, el presidente, Ricardo Lagos, envi¨® un proyecto que atras¨® la elecci¨®n en cinco d¨ªas, del 11 al 16 de diciembre pr¨®ximo, para que la DC tuviera m¨¢s tiempo y se inscribiera bien. Lagos debi¨® explicar que por un error administrativo un n¨²mero importante de chilenos no pod¨ªa quedarse sin candidatos.
Plazo inaudito
El proyecto se convirti¨® en ley en un plazo inaudito de nueve horas. Hasta una parte de la derecha, el pinochetismo, vot¨® a favor con un fr¨ªo c¨¢lculo oportunista. Pero las cr¨ªticas arreciaron: la celeridad de los pol¨ªticos contrasta con el paso lento de otros proyectos; algunos repararon en la ilegalidad de que los parlamentarios de la DC voten a favor de leyes que los favorecen y muchos creen que los votantes pasar¨¢n la factura en diciembre y temen que el esc¨¢ndalo debilite la confianza en las instituciones.
Las consecuencias siguieron con rapidez. Hormaz¨¢bal pidi¨® perd¨®n al pa¨ªs, asumi¨® el error cometido por sus subordinados y dimiti¨®. Como en otras crisis, la DC llam¨® a asumir la presidencia a uno de sus l¨ªderes m¨¢s prestigiosos, Aylwin, quien estaba en segundo plano, dedicado a escribir sus memorias y dictar conferencias. 'No s¨¦ si tendr¨¦ aguante', dijo al explicar que se quedar¨¢ hasta septiembre, aunque en la DC quieren que siga hasta despu¨¦s de las elecciones legislativas. Al portero de la sede de su partido, que lo salud¨® con alegr¨ªa, le replic¨®: 'No me felicite, compad¨¦zcame'.
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