Sintel pone fin a 187 d¨ªas de acampada
La plantilla acepta el plan del Gobierno y levanta hoy el poblado
'Os juro que nunca hab¨ªa firmado un cr¨¦dito por 2.500 millones de pesetas'. La r¨²brica del presidente del comit¨¦ de empresa con el BBVA permitir¨¢ que un a?o despu¨¦s de quedarse sin empleo ni sueldo, los trabajadores de Sintel cobren un adelanto de los salarios que se les adeudan. El documento que lo garantizaba fue recibido con v¨ªtores en la asamblea. Los trabajadores sab¨ªan que ese colch¨®n supondr¨¢ una inyecci¨®n de entre 1,2 y 1,3 millones de pesetas en sus cuentas entre entre el lunes y el mi¨¦rcoles pr¨®ximos, seg¨²n CC OO. S¨®lo cinco de los 1.800 empleados que conforman la plantilla de Sintel rechazaron el plan.
Con no menos alegr¨ªa celebraron los empleados que finalmente fuera el Consejo de Ministros el encargado de aprobar el plan que recolocar¨¢ a la mitad de la plantilla en empresas del sector y establecer¨¢ prejubilaciones y bajas incentivadas para el resto. '?Qu¨¦ m¨¢s podemos pedir?', preguntaba ret¨®ricamente Adolfo Jim¨¦nez a la audiencia all¨ª congregada. Fuentes de Comisiones Obreras aseguran que la decisi¨®n del Consejo de Ministros es mucho m¨¢s vinculante que un acuerdo entre un ministerio y los sindicatos, en caso de que hubiera que reclamar incumplimientos.
'Esquiroles'
Todos los acampados en la Castellana, unos 1.500, acudieron a la asamblea, a la que tambi¨¦n se sumaron algunos de los que no han vivido 187 d¨ªas en el campamento. Su presencia fue mal recibida por los compa?eros, que se refer¨ªan a ellos como esquiroles y llegaron a pedirles que se abstuvieran de votar. La asamblea sirvi¨® como recordatorio para quienes han acompa?ado a los trabajadores en su lucha. El panadero que les ha proporcionado diariamente el pan, sus mujeres, que se encerraron en la catedral de La Almudena durante 80 d¨ªas, el escritor Jos¨¦ Saramago, que 'ech¨® una mano con lo que ¨¦l sabe, con la palabra'... Un vendedor de cupones, asiduo al campamento, ley¨® un discurso en el que celebraba los 1.500 amigos que ha ganado desde enero, cuando los trabajadores de Sintel se instalaron en la Castellana. Tres horas despu¨¦s de que Adolfo Jim¨¦nez despidiera la asamblea al grito de 'queda aprobado el acuerdo y levantado el campamento', el ambiente era claramente festivo en el paseo de la Castellana. Numerosos grupos de trabajadores apuraban la sobremesa entre el humo de sus cigarros y brindando con cava. Otros aprovechaban el momento para fotografiarse en grupo por ¨²ltima vez. El jolgorio se incrementaba, adem¨¢s, con los bocinazos de numerosos coches que saludaban el ¨¦xito de los trabajadores mientras circulaban por el lateral de la avenida. Los acampados tan s¨®lo esperaban ya la fiesta de la noche, 'a la que todo el pueblo de Madrid est¨¢ invitado'.
Sin embargo, pese a la promesa de diversi¨®n que aquella noche aguardaba a los acampados, unos pocos empezaban ya a recoger sus bultos y a cargar los coches. Eran quienes prefer¨ªan 'pasar la fiesta con la familia'. Como Fernando Llera, de San Sebasti¨¢n, que en seis meses de acampada tan s¨®lo se ausent¨® una semana para visitar a su familia. Para ¨¦l, ya no ten¨ªa sentido permancer m¨¢s tiempo con sus compa?eros. Se marchaba con el buen recuerdo de la camarader¨ªa surgida entre los acampados: 'Llegu¨¦ llorando y me voy llorando', pero muy cr¨ªtico con aquellos trabajadores de Sintel que no participaron del campamento. '?sos', dec¨ªa, 'no merecen ni el agua que beben'.
M¨¢s tiempo acampados
Jos¨¦ Manuel Nieto, de Zamora, recog¨ªa ayer tambi¨¦n sus cosas, aunque decepcionado por no poder participar de la fiesta de anoche: 'Me hac¨ªa mucha ilusi¨®n quedarme, pero mi compa?ero quiere regresar hoy mismo'. Jos¨¦ Manuel lamentaba adem¨¢s que se hubiera votado el levantamiento del campamento. Seg¨²n ¨¦l, hubieran podido conseguir 'el cien por cien' de sus aspiraciones de haber permanecido m¨¢s tiempo en la Castellana. Quienes s¨ª pensaban quedarse aquella noche eran dos trabajdores de Sintel Madrid: Eduardo Brazales y Fernando Gonz¨¢lez. Se sent¨ªan animados por la promesa de 'esta noche hay flamenco', que anunciaba, micro en mano, un trabajador de la secci¨®n de Burgos. Frente a ellos, un empleado apuraba su afeitado ante un improvisado lavabo, junto a un cartel en el que se pod¨ªa leer: '2001, una odisea en la Castellana'. Sin duda, una buena forma de describir la desesperaci¨®n que llev¨® a estos hombres a instalarse en plena calle hace seis meses. 'Entonces no ten¨ªamos nada', recuerda Juan Carlos, pero bautizaron su aventura con el nombre de 'campamento de la esperanza'. Ma?ana, en cambio, estar¨¢n por fin con sus familias.
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