Las repeticiones
Todav¨ªa, por estas fechas del a?o pasado, no hab¨ªan ardido en 72 horas 1.200 hect¨¢reas de la Sierra de L¨²jar: ardieron en la segunda mitad de agosto. Este a?o se ha adelantado el fuego y ha devastado 830 hect¨¢reas de pinos en Cazorla. Oigo sospechas de que un incendiario le prendi¨® fuego al monte en Cazorla, como hace un a?o en L¨²jar, donde la Guardia Civil detuvo a un hombre amargado que, por venganza, sembraba los caminos de trampas con clavos y gritaba o murmuraba que un d¨ªa le pegar¨ªa fuego al monte. Sus propias amenazas, mantenidas durante meses, condujeron a la polic¨ªa al descubrimiento del delincuente, que, buen conocedor del terreno, inici¨® el fuego en un punto casi inaccesible y supo aprovechar un d¨ªa de mucho viento.
En Cazorla cuentan que un turista juraba que iba a quemar la sierra. No es raro que los forasteros recreativos sufran el s¨ªndrome del turista ebrio que se vuelve loco en la soledad de los hoteles llenos (me acuerdo de una frase de La muerte en Beverly Hills, de Pere Gimferrer: 'Debo de parecer un loco batiendo palmas y cantando en alta voz en este cuarto de hotel'). Pero la polic¨ªa, en este caso, no cree en arrebatos de pir¨®mano, porque la misma llamarada se repite cada a?o por estas fechas en Cazorla y los posibles autores demuestran conocer el monte y los mecanismos del viento y el fuego, como en L¨²jar, e incluso conocen el funcionamiento interior de los organismos encargados de combatir incendios forestales: un alto dirigente empresarial sospecha precisamente de estos organismos, como en aquella novela en la que todos los criminales eran polic¨ªas infiltrados en la banda.
Estas son las pistas, pero ?cu¨¢l ser¨ªa el m¨®vil del delito? Hay dos puntos de vista para explicar los fuegos del verano. Yo he o¨ªdo que existe una conspiraci¨®n econ¨®mica, de madereros, pastores, constructores y especuladores en general. Los que opinan as¨ª, entienden que el mundo es una cosa malvada pero razonable, racional. Otros creen que el mundo es un disparate y que la insensatez individual es casi universal: detr¨¢s de muchos fuegos acecha la misteriosa maldad de los pir¨®manos, o la memoria rencorosa de los vengativos. El a?o pasado, un mes antes de que un hombre solo y maldiciente quemara la Sierra de L¨²jar, un cazador le prendi¨® fuego a un coto en Arroyo Gordo, Huelva, porque alguien le hab¨ªa envenenado a sus perros.
Se repiten los incendios y se repiten las respuestas pol¨ªticas. Creo que las declaraciones que el PSOE y el PP ofrecen despu¨¦s de cada incendio forestal extractan perfectamente los discursos pol¨ªticos de estos dos partidos en Andaluc¨ªa, hablen de lo que hablen, sea de fuego, escuelas o exploraci¨®n del espacio, cualquier cosa. El PP acusa a la Junta de desidia, ineficacia y mala administraci¨®n: dinero perdido o mal empleado. El PSOE sostiene que el Gobierno central de Aznar no da dinero a Andaluc¨ªa: el PSOE reclama 20.000 millones despu¨¦s del incendio de Cazorla. El Gobierno del PP, seg¨²n el PSOE, retiene fondos de la Uni¨®n Europea para prevenci¨®n de incendios, aunque el a?o pasado, cuando el fuego de L¨²jar, el PSOE le reclamaba al Gobierno del PP que reclamara fondos a Europa para los incendios de Andaluc¨ªa.
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