M¨¢rquez sale a flote en medio del festival ruso
Rasskazov, Markov y Burayev copan el podio de una prueba que no termin¨® Paquillo
Paquillo Fern¨¢ndez es un valiente. Un tremendista. Un suicida que se empe?¨® en mostrarse en la cabeza todo lo que pudo para, a falta de dos kil¨®metros, quedarse seco, parado, exhausto.
Paquillo Fern¨¢ndez, un gran talento de la marcha espa?ola, no puede con la gran competici¨®n. Por ahora. En una carrera con sabor ruso desde el primer metro, una prueba de fondo en la que lo inteligente habr¨ªa sido dejar hacer a los rusos, el marchador de Guadix se empe?¨® en inmiscuirse. Siempre en cabeza, frente al viento, al ritmo ruso. Plet¨®rico. Aparentemente. Llegado el momento decisivo, cuando los ataques que buscan la medalla, que diezman el pelot¨®n selecto (12 marchadores hab¨ªa s¨®lo), cuando el australiano Nathan Deakes decidi¨® que hab¨ªa que poner a prueba a los dominadores rusos, tras las gafas oscuras de Paquillo asom¨® el primer rictus de dolor; metros despu¨¦s, apenas unos segundos, Paquillo perd¨ªa el paso, se desgajaba del pelot¨®n en medio de la inmensa avenida, en mitad de la calle 86, el inh¨®spito lugar al que hab¨ªan condenado a los marchadores; y no mucho m¨¢s tarde, con gesto de desesperaci¨®n, Paquillo se agachaba por debajo de la cuerda que delimitaba su camino y abandonaba.
En aquel mismo instante, despu¨¦s de que los tres rusos que quedaban (Andreyev se sacrific¨® para aumentar el ritmo de salida y fue expulsado por tres amonestaciones) se relevaran con Deakes, ya s¨®lo cinco marchadores quedaban delante. S¨®lo cinco atletas se jugar¨ªan las medallas. Y entre ellos, como saliendo de ninguna parte, un espa?ol, un catal¨¢n rubio y fr¨ªo, un ¨²ltimo producto de la inagotable cantera marchadora, un pimpollo cuidado y mimado por Josep Mar¨ªn, un barcelon¨¦s de 24 a?os llamado David M¨¢rquez. Un marchador que hab¨ªa hecho la carrera inversa al fogoso andaluz Paquillo. Siempre en el primer grupo, pero siempre oculto, agazapado entre los grandes, pero siempre seguro. Un corredor de car¨¢cter, capaz de lograr su mejor marca en una prueba como un Mundial.
Con los grandes se fue, con la nueva generaci¨®n de la marcha mundial, con Deakes, de 24 a?os, con Burayev, de 19, y ellos guiados por Illya Markov, el veterano, de 29 a?os, el campe¨®n mundial de Sevilla, medalla de plata en Atlanta 96, desgraciadamente accidentado unas semanas antes de Sydney 2000. M¨¢rquez se sent¨ªa con ellos como en casa. Con los de su generaci¨®n ya se hab¨ªa enfrentado cuando gan¨® el Europeo sub 23 de 1999 en Gotemburgo, o cuando gan¨® la plata en el Mundial j¨²nior de Sydney 96, all¨ª donde Deakes fue bronce. Estaba como en casa con ellos, pero lo de ayer era todo un Mundial absoluto. Una ocasi¨®n ¨²nica que el terceto ruso no iba a desaprovechar. A falta de un kil¨®metro, cuando ya se ve¨ªa el estadio al fondo, M¨¢rquez empez¨® a despegarse. Los rusos aumentaron su tren de infierno. A falta de 500 metros tambi¨¦n cedi¨® Deakes. Markov, Burayev, Rasskazov. Para ellos ser¨ªa el podio. Y para se?alar mejor a¨²n el cambio generacional que se produjo en un sitio tan infrecuente como Edmonton, el triunfo fue para Rasskazov, el de la edad intermedia. Campe¨®n mundial a los 22 a?os. Segundo lleg¨® Markov.
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