EL ?LTIMO TRAYECTO DE Horacio Dos
Resumen. Fallos en la aproximaci¨®n a la Estaci¨®n Espacial ocasionan un incidente con el mando de ¨¦sta, finalmente subsanado. A la espera de desembarcar, el delincuente Gara?¨®n vuelve a advertir a Horacio sobre la peligrosidad de Fermat IV. En previsi¨®n de un ataque, se entregan armas a dos miembros de los Ancianos Improvidentes, que, sin embargo, no hacen buen uso de ellas.
5 Jueves 6 de junio
Todo a punto para efectuar el desembarco y acceder a la Estaci¨®n Espacial Fermat IV, a la que se encuentra acoplada la nave y donde espero obtener vituallas y otros productos de primera necesidad. En vista de las advertencias que aparecen en el Astrolabio acerca de dicha Estaci¨®n Espacial y de los rumores que un pasajero de la nave dice haber o¨ªdo, tal vez deber¨ªa haber tomado algunas disposiciones defensivas, pero los acontecimientos se han precipitado y hasta el momento nada de lo ocurrido en mi trato con las autoridades de la Estaci¨®n Espacial me permite sospechar que la acogida no vaya a ser amistosa, as¨ª como provechosa en lo concerniente al aprovisionamiento.
En vista de lo cual, inicio los preparativos para el desembarco, pero cuando me estoy poniendo el uniforme de revista reglamentario comparece el delincuente que dice llamarse o apodarse Gara?¨®n diciendo que quiere hablar conmigo. Le se?alo que para hablar con el comandante de la nave es preciso concertar previamente d¨ªa y hora de la entrevista y le recuerdo que est¨¢ confinado en el sector de los Delincuentes, del que no entiendo c¨®mo puede haber salido sin autorizaci¨®n, tanto en esta ocasi¨®n como en las anteriores. Como me molesta que me vean a medio vestir, especialmente si est¨¢n al descubierto mis extremidades inferiores, como ocurre en este momento, expongo lo que antecede en tono 'col¨¦rico', dos puntos por encima de 'firme' y dos por debajo de 'como un energ¨²meno'.
El llamado o apodado Gara?¨®n responde que no hay tiempo que perder en frusler¨ªas y que si una expedici¨®n se dispone a entrar en la Estaci¨®n Espacial, como ha o¨ªdo decir, ¨¦l quiere participar en la misma por razones de seguridad, toda vez que las personas que la integran, empezando por el comandante de la nave, no le inspiran confianza en lo concerniente a la percepci¨®n y valoraci¨®n de circunstancias an¨®malas, as¨ª como a la adopci¨®n y ejecuci¨®n de medidas de urgencia.
Como efectivamente no es lugar ni ocasi¨®n de ponerse a discutir y como, por otra parte, ya me hab¨ªa negado anteriormente a su petici¨®n de entregar armas a los delincuentes en previsi¨®n de los peligros que puedan acecharnos en la citada Estaci¨®n Espacial, accedo a su ruego de sumarse a la expedici¨®n, en el bien entendido de que deber¨¢ atenerse a mis ¨®rdenes suceda lo que suceda. La verdad es que su presencia no me incomoda, porque el llamado Gara?¨®n parece un hombre avispado, fr¨ªo, resuelto y, llegado el caso, expeditivo. Asimismo, su presencia puede resultarnos ¨²til si hay que cargar paquetes.
Acto seguido, el llamado Gara?¨®n me pide que le proporcione un uniforme de tripulante de la nave, pues no le parece digno ni siquiera decoroso comparecer ante el gobernador de la Estaci¨®n Espacial con los harapos que ahora lleva, por cuyos desgarrones asoman, en efecto, partes de su anatom¨ªa, as¨ª como de un arma reglamentaria con car¨¢cter preventivo. Accedo a lo primero de buen grado, y a lo segundo, a rega?adientes, y se va en busca de los pertrechos ya mencionados.
Acto seguido, y antes de que haya podido ponerme los pantalones de gala, comparece sin haber concertado d¨ªa y hora de la entrevista la se?orita Cuerda. Aunque las normas sobre confinamiento aplicables a las Mujeres Descarriadas son m¨¢s laxas que las aplicables a los Delincuentes, no deja de sorprenderme la aparente facilidad con que la se?orita Cuerda consigue quebrantarlas cuando se le antoja. Pero como el tiempo apremia, dejo para m¨¢s adelante este asunto y le pregunto por el motivo de su presencia en mis aposentos privados, que califico de inapropiada, un punto por encima de 'inoportuna' y uno por debajo de 'comprometedora'.
Responde que ha sabido de la inminente expedici¨®n al interior de la Estaci¨®n Espacial y solicita formar parte de la misma como representante de su sector, pues se trata, al menos en su opini¨®n, del m¨¢s afectado por la escasez de algunos productos.
Deniego su solicitud por improcedente y responde que acabo de acceder a una solicitud id¨¦ntica por parte de un delincuente, por lo que deber¨¢ considerar mi negativa como un acto de discriminaci¨®n contra la mujer. Como ¨¦ste es un asunto insoluble y cada vez m¨¢s enrevesado que se viene arrastrando desde hace varios siglos, prefiero acceder a su solicitud antes que verme envuelto en un expediente que, en el mejor de los casos, interferir¨¢ en mi demanda de jubilaci¨®n anticipada con goce de pleno sueldo, cuya instancia somet¨ª al Comit¨¦ de Evaluaci¨®n antes de emprender este viaje. Por otra parte, y a fuer de sincero, la se?orita Cuerda me parece una mujer inteligente, educada y afable, cuya compa?¨ªa no me incomoda, aunque preferir¨ªa haber celebrado esta entrevista con los pantalones puestos. Asimismo, su presencia en el interior de la Estaci¨®n Espacial puede resultar ¨²til en el caso, harto improbable, de que haya baile.
La se?orita Cuerda agradece mi autorizaci¨®n y pide que le sea proporcionado un uniforme de tripulante de la nave, pues la ropa que ahora lleva presenta descosidos y rasgaduras que dejan ver partes de su anatom¨ªa. Como en las entrevistas anteriores su ropa no presentaba ni descosidos ni rasgaduras, sospecho que ha sido ella misma quien los ha hecho con objeto de moverme a compasi¨®n, pero el momento no es propicio para discutir este asunto trivial, por lo que accedo a su ruego, advirti¨¦ndole, sin embargo, de que la tripulaci¨®n de la nave es exclusivamente masculina, por lo que dudo de que encuentre un uniforme adecuado a su talla y a sus formas, un punto por encima de 'sinuosas' y tres por debajo de 'opulentas'. Responde que ya se arreglar¨¢ con lo que haya, porque es muy hacendosa, y a?ade que tambi¨¦n debe serle proporcionada un arma, como al resto de los componentes de la expedici¨®n, inclusive el llamado Gara?¨®n.
Respondo negativamente y antes de que pueda alegar trato discriminatorio de mi parte le muestro su historial codificado en el que figura subrayada la palabra 'murder'. Al verla hace amago de ruborizarse, pero de inmediato se r¨ªe alegremente y dice que he cometido un gracios¨ªsimo error de transcripci¨®n, que el t¨¦rmino cifrado no significa 'murder' sino 'moutarde' y proviene seguramente de cuando ella trabajaba en un programa de televisi¨®n dirigido a las amas de casa. El argumento es convincente, por lo que accedo a que le sea proporcionada un arma y le ruego que se vaya a pertrechar sin tardanza, porque est¨¢n a punto de venir los dem¨¢s miembros de la expedici¨®n y no querr¨ªa que nos encontraran a solas en mis aposentos, ella con la ropa rasgada y yo sin pantalones.
En cuanto se va, acabo de vestirme, me coloco los entorchados y acudo al puente de mando, donde se re¨²nen conmigo los dem¨¢s integrantes de la expedici¨®n, es decir, el segundo segundo de a bordo, el doctor Agustinopoulos, un contable, un guardia de corps, un portaestandarte y los dos advenedizos ya citados, es decir, Gara?¨®n y la se?orita Cuerda. En aparente cumplimiento de lo dispuesto por m¨ª, Gara?¨®n se ha procurado un uniforme de coronel de carabineros. Me enojo y le reprendo, porque yo no le he autorizado a investirse de ninguna jerarqu¨ªa, y menos a¨²n a colgarse condecoraciones, pero ¨¦l alega no haber encontrado otras prendas de su talla y yo no le contradigo por falta de tiempo y para no empezar mal la expedici¨®n.
En cuanto a la se?orita Cuerda, advierto con sorpresa que lleva un elegante vestido de c¨®ctel de color granate, muy ce?ido y escotado, que realza sus encantos hasta que se coloca las cartucheras y los rev¨®lveres. Le pregunto de d¨®nde lo ha sacado y responde que del ropero de la tripulaci¨®n, pese a ser ¨¦sta exclusivamente masculina, pues algunos de sus miembros, en ocasiones se?aladas, se valen de esos atav¨ªos para aliviar el tedio de sus compa?eros.
Como no hay tiempo para discutir, la autorizo a usar las prendas descritas y decido aplazar el an¨¢lisis de la cuesti¨®n hasta la pr¨®xima reuni¨®n de mandos.
Continuar¨¢
www.eduardo-mendoza.com
Cap¨ªtulo anterior | Cap¨ªtulo siguiente
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.