Cogida grave de El Juli

El Juli viene a cambiarlo todo, casi es m¨¢gico, ¨²nica explicaci¨®n que se me ocurre para lo del tercer toro: una revoluci¨®n en juliana sin m¨¢s valor declarado que la persona del l¨ªder; si nos atenemos a lo ocurrido en el ruedo, no hab¨ªa raz¨®n para tanto ruido: variedad con el capote y las banderillas que precedieron a unas docenas de pases en l¨ªnea, ligados algunos derechazos y desligados y hacia afuera los naturales. Efecto de magia, puesto que el p¨²blico casi aull¨® los ol¨¦s de tan sentidos.

En el sexto cambi¨® la decoraci¨®n: El Juli, escocido con el triunfo de Finito, se la jug¨® de veras, instrumentando los mejores lances a la ver¨®nica de la tarde, con los pies atornillados. Se dej¨® el toro sin picar y lo aguant¨® en banderillas; empez¨® la faena de muleta de rodillas y en esa postura fue alcanzado por la res, que le propin¨® una gran paliza. Se levant¨® El Juli con la pantorrilla izquierda cada vez m¨¢s ensangrentada, a pesar del torniquete que se le practic¨®, y sigui¨® toreando seg¨²n perd¨ªa el color. Remat¨® de un volapi¨¦ y se fue andando a la enfermer¨ªa. Los toros hieren de veras y los toreros tambi¨¦n responden de verdad, evocando cuadros de sabor a?ejo que entroncan con lo m¨¢s emocionante de la fiesta.

Don Jos¨¦ Arroyo, en cambio, se dedic¨® a cuidar un magn¨ªfico ejemplar de m¨ªrame y no me toques, como un jarr¨®n chino. ?Qu¨¦ bien lo cuid¨®! ?Qu¨¦ gusto, qu¨¦ manos las suyas! La faena fue por tropezones desligados propinados desde lejos, todo con inmaculada elegancia, suavidad y maneras, que don Jos¨¦ tiene muy buen gusto. Otro d¨ªa, igual torea; pero eso, otro d¨ªa, porque le volvi¨® a tocar otro jarr¨®n chino en suerte, que toda la cuadrilla mim¨® por si se ca¨ªa.

Lo de Finito de C¨®rdoba es diferente. Casi se inhibi¨® en el segundo y triunf¨® rotundamente en el quinto. Tumbado sobre la izquierda, se quit¨® al toro de cerca en una imitaci¨®n de naturales que gust¨® much¨ªsimo. El acab¨®se fueron los ayudados por bajo que pusieron fin a una faena en la que vaci¨® los enga?os, destore¨® lo que quiso y alcanz¨® las m¨¢s altas cotas de la nada, premiada con dos orejas de un animal que pas¨® por toro y nunca deb¨ªa haber pasado.

Suerte que, a veces, puede parecer que fuera de programa lo aut¨¦ntico se aparece en las plazas de toros y no se debe creer nunca que est¨¢ totalmente fuera porque el car¨¢cter de los toreros, aunque parezca lo contrario, puede reverdecer cada generaci¨®n.