Sin incidentes ni saturaci¨®n
Los peores pron¨®sticos fallaron y casi 10.000 personas disfrutaron con normalidad del concierto de Manu Chao
Como si la organizaci¨®n del concierto de Radio Bemba diese cr¨¦dito al Gobierno italiano, que seg¨²n Manu Chao tilda 'al grupo y su p¨²blico' de violentos, no pocos auguraban un desarrollo ca¨®tico de la actuaci¨®n que el antiguo l¨ªder de Mano Negra ofreci¨® a medianoche del pasado mi¨¦rcoles en la plaza del Gas de Bilbao. Pero los agoreros erraron ya que no acudieron las 30.000 personas previstas por los m¨¢s optimistas, ni fue preciso cerrar los accesos para que no entrase m¨¢s gente en la plaza, ni hubo avalanchas...
Todo discurri¨® como la seda, sin incidentes, facilitado porque, pese a que centenares de aficionados siguieron el concierto en la pantalla ubicada frente al Ayuntamiento, todo el que quiso acceder al recinto acotado pudo hacerlo. Y es que el panorama se esbozaba tan complejo que muchos aficionados, temerosos, optaron con d¨ªas de antelaci¨®n por buscarse la diversi¨®n lejos del Gas.
No fue necesario que se emplearan al 100% las casi quinientas personas que velaron por la seguridad de los cerca de 10.000 j¨®venes espectadores. El dispositivo no se vio desbordado, aunque hubo quien apreci¨® diversas deficiencias en el dispositivo.
'Hay un fallo enorme, t¨ªo. Con todo lo que se han esmerado en seguridad y dem¨¢s, nadie est¨¢ registrando a la gente, que puede estar metiendo objetos peligrosos, no en el sentido de que lleven navajas y dem¨¢s, sino botellas de cristal, por ejemplo. Pueden romperse y acabamos todos descojonados porque, por la orograf¨ªa del lugar, nos vamos a caer muchos. En festivales de 30.000 personas registran a todo el mundo, hasta las ri?oneras', apuntaba a las 17.20 Fito, un getxotarra de 28 a?os, antes de referirse a otras lagunas.
'Incluso ahora mismo estoy viendo dos se?ales de emergencia que marcan para sitios diferentes, no est¨¢ claro. Est¨¢ muy chapucero, y es que el sitio es dif¨ªcil', agreg¨® este joven, quien para entonces ya llevaba dos horas y media en el lugar.
?l se atrevi¨® a esperar casi diez horas a que saliera a escena el autor de Clandestino, Me gustas t¨² o Mala vida, pero hubo incluso quien se plant¨® en la cola a las ocho de la ma?ana. Por tanto, el p¨²blico fue madrugador, pero, pese a lo molesto que pueda parecer, hubo incluso quien se tom¨® como un aliciente m¨¢s el tener que pasar unas horitas a la intemperie contemplando las im¨¢genes que proyectaba una pantalla gigante y dando buena cuenta de aprovisionamientos varios que inclu¨ªan comida, bebida y, c¨®mo no, la marihuana cuya legalizaci¨®n reivindica el bueno de Chao.
Eso s¨ª, por mucho que les guste el rollo campista, si pasaron horas y horas frente al escenario fue por miedo a quedarse sin sitio en el Gas ('con todo lo que estaba comentando la prensa, me hab¨ªa creado una alarma de que iba a acudir gente desde mucho antes', confesaba Adolfo). Y es que quedarse sin contemplar en vivo a Manu Chao es un riesgo demasiado alto para unos seguidores que ayer dieron una nueva muestra de su fidelidad. Lealtad que no se ha mermado pese a que el ¨²ltimo disco es casi una fotocopia del anterior en la que son imperceptibles atisbos de evoluci¨®n. De hecho, la notoriedad del parisino parece ir m¨¢s all¨¢ de su capacidad como m¨²sico, cantante o compositor.
'Yo creo que es una persona a juzgar no s¨®lo por su m¨²sica, sino por todo un poco: por la trayectoria, por su propia ideolog¨ªa, la gente que le sigue, los movimientos que apoya...', argumentaba Carlos, un treinta?ero burgal¨¦s, disculpando las escasas sorpresas que depara Pr¨®xima estaci¨®n... Esperanza.
Las escasas dudas sobre la solvencia de Radio Bemba sobre las tablas se despejaron tras el concierto. Entonces la sensaci¨®n reinante era de satisfacci¨®n generalizada con el desarrollo de una actuaci¨®n din¨¢mica en la que la fiesta se traslad¨® del escenario al grader¨ªo. All¨ª la gente brinc¨®, bail¨® pogo, alz¨® mecheros encendidos cuando Chao se puso tierno y hasta jale¨® al Athletic espoleada por el propio artista.
'Manu es Dios. El concierto ha estado que te cagas y, al menos yo y mis colegas, nos lo hemos pasado de puta madre. No hemos parado de botar y bailar, aunque aqu¨ª abajo parec¨ªa que est¨¢bamos en la sauna. Pero es que con la ca?a que han metido no hab¨ªa m¨¢s remedio, era imposible estarse quieto', aseguraba tras el concierto, a modo de perfecto resumen, Arkaitz, un adolescente durangu¨¦s que sud¨® el concierto cerca del escenario.
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