Democracia cl¨ªnica
Ya sabemos que Fraga es capaz de acabar con un pobre corzo a pu?etazos y de destruir toda la fauna marina pisoteando el mar, no necesitamos certificados m¨¦dicos que lo constaten. Nunca nos ha preocupado su n¨²mero de leucocitos, sino su n¨²mero de neuronas. ?Permitir¨ªa don Manuel que se las contaran con la alegr¨ªa con la que se deja contar los gl¨®bulos blancos? Seguro que no. Y es que a Fraga le haces el test de la mancha de tinta y siempre ve objetivos a abatir. Antes eran dem¨®cratas o urogallos, y ahora, ciervos o atunes: el caso es disparar.
Mientras escribo estas l¨ªneas veo la expresi¨®n de horror del pobre corzo al que se carg¨® la semana pasada. Espero que le diera una muerte r¨¢pida, y por la espalda, porque debe de ser horrible que la ¨²ltima imagen que te lleves al otro mundo sea la de un individuo grit¨®n que te amenaza con perdigonazos de saliva antes de darte el tiro de gracia.
Hay gente convencida de que para atrapar las ideas contenidas en un libro conviene disparar al aire, para que las ideas salgan con las manos en alto. Pero una idea con las manos en alto es una idea muerta, no sirve para nada
Fraga no s¨®lo ha hecho mucho da?o al bosque y a los dem¨®cratas, sino a la lectura. Recuerdo que de j¨®venes, cuando ahorr¨¢bamos dinero para comprar nuestros primeros libros, un d¨ªa dijeron por la tele que Fraga ten¨ªa en su casa 10.000 o 15.000 vol¨²menes, no recuerdo la cantidad exacta, y que se los hab¨ªa le¨ªdo todos. Muchos lectores incipientes empezamos a coger miedo a la letra impresa, como es l¨®gico, hasta que comprendimos la diferencia entre leer y pasarse los libros por la piedra. Hay gente convencida de que para atrapar las ideas contenidas en un papel conviene disparar al aire, para que las ideas salgan con las manos en alto. Pero una idea con las manos en alto es una idea muerta, no sirve para nada. De ah¨ª que Fraga sea el ejemplo vivo de que se pueden leer 20.000 libros sin ning¨²n provecho intelectual. Cuando me piden consejo sobre c¨®mo hacer una campa?a de iniciaci¨®n a la lectura, siempre insisto en que no se trata de leer mucho, sino de leer bien, y para leer bien hay que extraer los conceptos con el cuidado con el que se saca un b¨ªgaro de su concha. Hay gente que se mete el b¨ªgaro entero en la bocaza, para comer m¨¢s que los otros, pero no lo disfrutan.
No nos interesa, insisto, saber c¨®mo tiene Fraga el h¨ªgado, sino c¨®mo tiene la cabeza. Aunque qu¨¦ digo: nadie en su sano juicio iniciar¨ªa una campa?a electoral entregando un certificado m¨¦dico a la prensa a modo de programa electoral. Fraga ha empezado a confundir su colesterol con su proyecto pol¨ªtico. Est¨¢ convencido de que el d¨¦ficit se adecuar¨¢ sin problemas a su velocidad de sedimentaci¨®n, y de que el producto interior bruto (nunca mejor dicho) crecer¨¢ o disminuir¨¢ en funci¨®n de su ritmo cardiaco. En este pa¨ªs sabemos muy bien lo que es vivir pendientes de unos an¨¢lisis de orina. Cuando el equipo m¨¦dico habitual que gestion¨® la agon¨ªa de Franco sal¨ªa por la tele no daba las constantes vitales de un enfermo, sino las de un pa¨ªs, pues nos quer¨ªan hacer creer que de la evoluci¨®n de aquellas 'heces en forma de melena', de aquella mierda, en fin, depend¨ªa la salud de todos. Lo malo es que en cierto modo era as¨ª. De hecho, algunos pol¨ªticos de extrema derecha, Fraga entre ellos, exhibieron antes de reciclarse el certificado de defunci¨®n de su caudillo como un proyecto pol¨ªtico.
?ste es un pa¨ªs muy de certificados. Aqu¨ª siempre te han pedido papeles para todo. Fraga, que entonces ped¨ªa certificados de penales a los dem¨®cratas con la delicadeza con la que ahora exige la cornamenta a los ciervos, ha convocado a la prensa para anunciar el comienzo de la campa?a electoral y ha repartido un certificado m¨¦dico. La ocurrencia no tiene ninguna gracia. M¨¢s bien es para que se nos pongan los pelos de punta, pues cuando uno est¨¢ muy empe?ado en que el p¨²blico conozca su perfil cl¨ªnico es porque quiere tapar su perfil psicol¨®gico. El certificado m¨¦dico de Fraga pretende tener sobre el electorado el mismo efecto narc¨®tico que la ¨²ltima encuesta del CIS, que, curiosamente, parece un an¨¢lisis cl¨ªnico m¨¢s que sociol¨®gico.
Quiere decirse que las encuestas del CIS son en estos momentos tan significativas como los telediarios de La Primera o los certificados m¨¦dicos de Fraga. Todos conocemos gente con el h¨ªgado hecho polvo, pero con el sentido com¨²n intacto, del mismo modo que hay escritores fant¨¢sticos sin Nobel o actores prodigiosos sin Oscar. Quiz¨¢ Fraga tenga estupendamente los ri?ones, pero hoy se gobierna con el enc¨¦falo. ?Qu¨¦ tal, vacas locas aparte, anda don Manuel de encefalopat¨ªas?
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