Un viaje de nunca acabar
P¨¦ter Esterh¨¢zy recorre el Danubio para ofrecer diferentes lecturas posibles sobre la vida y el curso fluvial de este majestuoso r¨ªo. En compa?¨ªa de la parodia y la iron¨ªa constructiva, el autor h¨²ngaro resucita la historia de estas aguas y la que ha crecido en sus orillas.
LA MIRADA DE LA CONDESA HAHN-HAHN
P¨¦ter Esterh¨¢zy Traducci¨®n de Judit Xantus Alianza. Madrid, 2001 335 p¨¢ginas. 2.900 pesetas
Si hacemos caso a la escueta referencia que de la condesa Hahn-Hahn hace el poeta alem¨¢n Henrich Heine en una carta dirigida a Karl Marx, la cual el h¨²ngaro P¨¦ter Esterh¨¢zy (Budapest, 1950) incluye al comienzo de su libro, tan s¨®lo sabremos que fue una escritora tuerta, por lo que al lector le asalta la duda sobre si el autor est¨¢ hablando en broma o de forma metaf¨®rica acerca de: la dificultad de las mujeres por concentrarse en la escritura; el entuerto pol¨ªtico-hist¨®rico de la Europa Central; el debate en torno a los retorcidos desniveles y meandros del r¨ªo Danubio. Sacando punta a la imaginaci¨®n, es posible inferir que esta ¨²ltima suposici¨®n sea la que m¨¢s se acerca para desentra?ar el acertijo del libro, ya que Esterh¨¢zy, el cual a lo largo de la novela no deja de servirse de la impostura literaria, del desliz ap¨®crifo y de los cambios de registro narrativo, desvirt¨²a la carta en cuesti¨®n, donde Heine improbablemente pod¨ªa haber escrito: 'Ya no recuerdo qui¨¦n', en la p¨¢gina 28 de la edici¨®n de su libro en alem¨¢n, 'cuenta que Dielhelm menciona una taberna que se encuentra en el camino que conduce a Friburgo, y dice que del canal¨®n de aquella taberna el agua de lluvia cae por un lado en el Rin y por el otro en el Danubio'. Si consultamos la p¨¢gina 24 de la traducci¨®n castellana del superventas, El Danubio (Anagrama, 1988), descubriremos que el desconocido autor no es otro que el contempor¨¢neo Claudio Magris, al cual se nos hace dif¨ªcil situarle escribiendo hace m¨¢s de siglo y medio. Si se tiene algo de conocimiento sobre la literatura centroeuropea y la paciencia necesaria, se podr¨¢ comprobar que La mirada de la condesa Hahn-Hahn, cuya m¨¢s cercana correspondencia itinerante, aunque por superficie terrestre, es la introspectiva y clarividente novela de Gregor von Rezzori, El expreso de Oriente, abunda en este tipo de equ¨ªvocos y an¨¦cdotas prestadas, pero como no es nuestra intenci¨®n sumergirnos en un inacabable an¨¢lisis comparativo, dejemos claro que si Magris aboga por un retrato nost¨¢lgico de un tiempo que ya no existe, Esterh¨¢zy cultiva el desencanto, la parodia y la 'iron¨ªa constructiva', t¨¦rmino acu?ado por ¨¦l en Peque?a pornograf¨ªa h¨²ngara, su primera novela traducida en nuestro pa¨ªs. Si Magris reconstruye un paisaje literario con la historia del r¨ªo Danubio, Esterh¨¢zy resucita al Danubio no s¨®lo con palabras, sino a trav¨¦s de una atemporal mirada oblicua que se interroga acerca de si al Danubio se le puede considerar 'un descubrimiento, el descubrimiento de un orden', o si el caos aparente que se desprende de su curso fluvial 'est¨¢ basado en un cierto orden' por descubrir.
A partir de esta premisa, el narrador-viajero rememora dos clases de viajes por el majestuoso Danubio, el que hizo por primera vez de adolescente junto a su peculiar t¨ªo Roberto, y que luego repetir¨¢ de mayor a modo de reactivador de la memoria, y el de la cr¨®nica hist¨®rica, aderezada de ficciones ajenas a la experiencia personal, pero que pertenece a la obsesiva idea colectiva de una Mitteleuropa hoy diluida en el dilema paneuropeo.
P¨¦ter Esterh¨¢zy, que ha sabido capitalizar la t¨¦cnica del desenfoque practicada por el checo Bohumil Hrabal (no en vano le rinde tama?o homenaje en su libro El libro de Hrabal), delimita y engalana con su sint¨¦tica y mundana prosa el matiz que diferencia a un viajero de un turista (el mismo que puede separar a un escritor de un amanuense); o el existente entre los caf¨¦s vivos y muertos (siendo Viena la capital de los primeros y Budapest la de los segundos); o la p¨¦rdida de centro ontol¨®gico a favor de un inasible sentido del viaje, de donde se desprende la duda de que si los desplazamientos sirven para revivir un pasado propio, para descubrir uno ajeno, o para hallar la raz¨®n por la que se ha escogido viajar a determinado lugar.
De una forma pausada, La mirada de la condesa Hahn-Hahn se va convirtiendo en la cr¨®nica de un sue?o por el r¨ªo Danubio que convoca a divertidos fantasmas del pasado y libera los sue?os no realizados. Cargada de citas, gui?os y cavilaciones, advierte al lector ocasional de lo imprudente de una lectura lineal, cr¨¦dula, sin contrastes, dado que Esterh¨¢zy, al igual que un buf¨®n nihilista, se desmarca de los libros de viaje bienintencionados para enredar al lector en las ret¨ªculas que acechan bajo las turbias aguas de la literatura, donde el ingenio es un espejismo que deforma hasta la m¨¢s ¨ªnfima part¨ªcula de tirantez (?o era tiran¨ªa?) formal.
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