Adi¨®s al s¨ªndrome Capello
Hay ciertos partidos que s¨®lo est¨¢n protagonizados por un equipo, con independencia del resultado. ?ste fue uno de ellos. El Roma actu¨® de convidado a una funci¨®n que manifest¨® las mejores cualidades y algunas de las graves carencias del Madrid, que jug¨® un partido inolvidable por el prestigio de su rival y por ciertas connotaciones a?adidas, como la presencia de Fabio Capello al frente del equipo italiano. Durante los ¨²ltimos a?os, Capello ha figurado a los ojos del madridismo como el entrenador de referencia, circunstancia alentada por el propio t¨¦cnico y sus corifeos. Este s¨ªndrome ha persistido por encima del tiempo y de los sucesivos entrenadores que ha tenido el Madrid. Ayer se termin¨® el s¨ªndrome de Estocolmo. El Madrid aplast¨® al Roma con un juego hermoso y lleno de car¨¢cter.
Por en¨¦sima ocasi¨®n en la Copa de Europa, el Madrid confirm¨® que no se deja intimidar ni por los rivales, ni por los escenarios. Juega sin complejos, con una beligerancia en los partidos que muchas veces se echa de menos cuando compite en la Liga espa?ola. No se puede explicar de otra manera la actuaci¨®n de un equipo que tuvo varias ocasiones clar¨ªsimas de gol y que super¨® al Roma con las armas que tanto detesta Capello: el f¨²tbol elaborado, pero no banal, y la posesi¨®n de la pelota como argumento de superioridad sobre el rival.
Nada de lo que se supon¨ªa en el Roma tuvo valor. No super¨® al Madrid ni por organizaci¨®n, ni por su capacidad de presi¨®n, ni por la trascendencia de sus mejores futbolistas. S¨®lo Totti desestabiliz¨® el sistema defensivo madridista, con alguna aportaci¨®n de Caf¨², que aprovech¨® la inconsistencia de McManaman para progresar por la banda derecha en el primer tramo del partido. Luego el Madrid comenz¨® a tirar del hilo y el Roma desapareci¨® sin dejar rastro hasta que Karanka cometi¨® un error inexplicable en el penalti, que sac¨® al equipo italiano de su estupor. El partido, que hasta entonces hab¨ªa sido un mon¨®logo, se convirti¨® en un peque?o calvario para el Madrid.
Esa acci¨®n explica tambi¨¦n las carencias de un equipo con una defensa sin firmeza. Karanka se vio superado, como en otras ocasiones, por la trascendencia del partido. A su alrededor se gener¨® una inseguridad que provoc¨® un efecto contagioso. A Casillas, que result¨® decisivo en dos acciones mano a mano, se le vio inquieto, con dudas en el f¨²tbol a¨¦reo y con problemas en el juego con el pie. Hierro sostuvo el chiringuito con oficio, serenidad y capacidad para mover la pelota. A d¨ªa de hoy, est¨¢ muchos cuerpos por encima del resto de los centrales madridistas.
La noche tuvo sus h¨¦roes. El impacto de Roberto Carlos sobre el juego de ataque fue indiscutible. Su presencia en el juego fue mayor y m¨¢s decisiva que la de Caf¨² en las filas rivales. Makele y Flavio salieron de su ¨²ltima mediocridad para imponerse a Emerson y Asun?ao. Pero los protagonistas del encuentro fueron Figo, Ra¨²l y Guti. Se les puede reprochar sus concesiones en cuatro ocasiones frente al portero. No es habitual en jugadores que se distinguen por su facilidad para resolver situaciones de este tipo. Pero no hay duda de que ellos dominaron el encuentro de principio a fin.
Nadie pudo detener a Figo, cuya importancia en el Madrid es capital. No s¨®lo es un maravilloso futbolista, sino uno que tiene un tremendo efecto de intimidaci¨®n sobre sus adversarios. Es valiente, profundo y da?ino. Su actuaci¨®n en Roma s¨®lo puede definirse como colosal. Lo mismo cabe decir de Ra¨²l, blanco indetectable para los defensas del equipo italiano. Y con Guti ocurri¨® algo que viene de lejos: se trata de un jugador de primera l¨ªnea, m¨¢s dotado para el f¨²tbol que cualquier otro del Madrid -incluidas las estrellas-, pero incapaz de trasladar al d¨ªa a d¨ªa lo mucho que hizo frente al Roma.
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