Espa?a contribuir¨¢ con bases y vigilancia

Desde la tarde del pasado martes, pocas horas despu¨¦s de que Nueva York y Washington sufrieran el m¨¢s brutal ataque terrorista de la historia, el Gobierno espa?ol dej¨® clara su voluntad de cooperar 'codo con codo' con Estados Unidos 'para que se haga justicia', en palabras del presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.

Ya se sabe que esa justicia no se har¨¢ a trav¨¦s de ¨®rdenes de detenci¨®n, demandas de extradici¨®n y mandamientos judiciales, sino con m¨¦todos mucho m¨¢s expeditivos. Los atentados del pasado 11 de septiembre fueron un 'acto de guerra', seg¨²n el presidente George W. Bush, y la respuesta estar¨¢ en consonancia con esa definici¨®n.

Aunque a¨²n no se haya identificado definitivamente al enemigo, la maquinaria b¨¦lica m¨¢s potente del mundo se ha puesto en marcha.

La mayor preocupaci¨®n de los servicios de seguridad es que se produzcan atentados terroristas

El ¨²nico apoyo requerido hasta ahora por EE UU ha sido el de los servicios de espionaje. El Cesid, como las dem¨¢s agencias occidentales, ha empezado a suministrar todos los datos disponibles sobre grupos integristas suceptibles de estar involucrados en la matanza. En cambio, otras ofertas de car¨¢cter humanitario, como el env¨ªo de equipos especializados en el rescate de supervivientes e identificaci¨®n de cad¨¢veres, se han quedado de momento amontonadas sobre la mesa.

Los mandos militares consultados por EL PA?S coinciden en que las bases de Rota (C¨¢diz) y Mor¨®n de la Frontera (Sevilla) cumplir¨¢n un importante papel en apoyo al despliegue de las tropas de EE UU, como ya hicieron durante la guerra del Golfo.

Las Fuerzas Armadas norteamericanas han empezado a aprovisionarse de combustible en Rota, hasta 28.000 toneladas, y es probable que en los pr¨®ximos d¨ªas lleguen cazas, bombarderos, aviones cisterna y buques.

EE UU ha invocado el art¨ªculo 5 del Tratado de Washington, que compromete a los aliados a prestarle ayuda, pero no de forma autom¨¢tica ni necesariamente militar. Aunque el apoyo se canalizar¨¢ a trav¨¦s de la OTAN, ser¨¢ cada pa¨ªs el que negocie de forma bilateral con EE UU el alcance de su participaci¨®n. El Gobierno, seg¨²n portavoces oficiales, no ser¨¢ cicatero, pero es probable que, por las caracter¨ªsticas de la operaci¨®n y por la propia decisi¨®n norteamericana, se restrinja al apoyo log¨ªstico.

Espa?a se ha sumado sin reservas a la coalici¨®n mundial contra el terrorismo que ha empezado a formar la diplomacia estadounidense. Pero esta coalici¨®n, en la que deber¨ªa estar la mayor¨ªa de los pa¨ªses isl¨¢micos, adem¨¢s de Rusia, la UE y la OTAN, tendr¨¢ m¨¢s car¨¢cter pol¨ªtico que militar. A diferencia de lo ocurrido en Irak y la ex Yugoslavia, las fuentes consultadas consideran muy improbable que participen soldados espa?oles, y creen que las fuerzas norteamericanas actuar¨¢n en solitario o acompa?adas a lo sumo por sus hermanas brit¨¢nicas.

En primer lugar, porque, dado el enemigo a batir (el r¨¦gimen de los talib¨¢n afganos, aunque no se diga a¨²n oficialmente), ellas solas se sobran; en segundo lugar, porque la adici¨®n de unidades de numerosos pa¨ªses complica la direcci¨®n de las operaciones; y, por ¨²ltimo, porque EE UU, que ha sido herido en su orgullo, adem¨¢s de sufrir miles de v¨ªctimas y cuantios¨ªsimos da?os materiales, quiere tomarse directamente la revancha contra los culpables.

En la guerra del Golfo, Espa?a aport¨®, adem¨¢s del uso de las bases, una fragata y dos corbetas; y en la de Kosovo, seis cazas F-18 y un avi¨®n cisterna. Pero Afganist¨¢n no tiene costa y las bases aliadas m¨¢s pr¨®ximas, en Turqu¨ªa y la isla de Diego Garc¨ªa, en el ?ndico, est¨¢n mucho m¨¢s alejadas que la italiana de Aviano, utilizada por los F-18 espa?oles para bombardear Kosovo. Adem¨¢s, en Afganist¨¢n apenas hay objetivos militares que atacar, como centros de mando y control o defensas antia¨¦reas, en comparaci¨®n con Irak o Serbia, y ning¨²n estratega se plantea una invasi¨®n terrestre, excepto las probables operaciones puntuales de comandos.

En esas circunstancias, una presencia simb¨®lica espa?ola en el teatro de operaciones s¨®lo se justificar¨ªa, seg¨²n las fuentes consultadas, como una forma de visualizar la solidaridad aliada y asumir p¨²blicamente que se comparten los riesgos. Unos riesgos que no se correr¨¢n tanto en el campo de batalla como en la retaguardia, en forma de posibles atentados por parte de grupos ligados o no a Osama Bin Laden.

EE UU ya ha advertido de que la guerra contra el terrorismo integrista ser¨¢ larga. Desde 1985, cuando una bomba destruy¨® el restaurante El Descanso (Madrid), el territorio espa?ol ha quedado al margen de esta forma de violencia suicida y fan¨¢tica, en parte gracias a una compleja urdimbre de pactos tejida en su d¨ªa por los servicios secretos.

Las medidas de seguridad adoptadas esta semana en aeropuertos o embajadas revelan que esta situaci¨®n puede cambiar. Porque, al margen de cu¨¢l sea su participaci¨®n en las operaciones b¨¦licas, en este conflicto de alcance mundial Espa?a s¨ª es beligerante.