Asientos vac¨ªos entre los operadores burs¨¢tiles
Wall Street estar¨¢ hoy marcada por problemas t¨¦cnicos y de acceso, y por el recuerdo de los fallecidos
Llegar¨¢n a pie porque las calles est¨¢n cortadas. Intentar¨¢n conectar sus ordenadores, llamar por tel¨¦fono o simplemente encontrar un sitio donde almozar. Deber¨¢n concentrarse en sus operaciones financieras cuando a menos de una manzana equipos de bomberos siguen rescatando cad¨¢veres. Pero lo peor ser¨¢ sin duda contar los asientos vac¨ªos de sus compa?eros muertos. Hoy ser¨¢ un d¨ªa de infierno para las casi 200.000 personas que trabajan en Wall Street.
Manhattan sufre todo los d¨ªas de su insularidad pero hoy ser¨¢ el caos. La parte sur sigue cortada al tr¨¢fico. Los accesos m¨¢s inmediatos: el puente y el tunel de Brooklyn permanecer¨¢n cerrados hasta nueva orden para facilitar las labores de rescate.
Eso alargar¨¢ un trayecto que en circunstancias normales, ya supone una o dos horas de metro, tren y coche, desde las cinco o seis de la ma?ana. La gran mayor¨ªa de los empleados del centro financiero vive en la vecina New Jersey o en los barrios residenciales de las afueras.
Todos deber¨¢n ir a pie hasta sus oficinas, siguiendo un recorrido se?alizado. Grandes pancartas de metal indicar¨¢n por d¨®nde hay que ir. Nadie podr¨¢ acceder a lo que antes se conoc¨ªa como las Torres Gemelas y ahora es ya, en terminos t¨¦cnicos, 'nivel cero'.
No llegar¨¢n a una zona de guerra. En apariencia Wall Street sigue intacta. Los edificios, protegidos por sus calles angostas, han conseguido incluso conservar sus ventanas. La alcald¨ªa ultimaba ayer las tareas de limpieza. Las escaleras del Hall Federal, que a la hora del almuerzo se llena de brokers con bocadillos, han recobrado su aspecto habitual. Desde all¨ª, hoy, se podr¨¢ la gigantesca bandera norteamericana que cuelga del edificio de la bolsa.
Unas 3.200 personas trabajan regularmente en el parqu¨¦. Tienen listos 50 autobuses especiales para acceder al distrito financiero. Se les dar¨¢n nuevos pases y mascarillas para evitar inhalar los posibles gases t¨®xicos o simplemente las enormes cantidades de polvo.
Habr¨¢ polic¨ªa y militares en cada esquina. Toda la seguridad ha sido reforzada en la ciudad. La semana pasada, dos amenazas de bomba vac¨ªaron las principales estaciones de la ciudad: Grand Central y Penn Station.
El metro funcionar¨¢ o casi. La estaci¨®n de Wall Street permanecer¨¢ cerrada indefinidamente por razones de seguridad. Habr¨¢ que bajarse antes, en Fulton o incluso en Canal Street. Las l¨ªneas que pasaban por debajo del World Trade Center han sido desviadas o simplemente no funcionan. Lo m¨¢s f¨¢cil ser¨¢ llegar por mar, por el ferry de Staten Island, que todos los d¨ªas transporta unas 63.000 personas, o las l¨ªneas regulares de la bah¨ªa Nueva York, en los mismos barcos que el d¨ªa de la cat¨¢strofe se convirtieron en la mejor manera de salir a toda costa.
'Yo he decidido quedarme en casa porque hoy vamos a tener una sesi¨®n muy dura y no puedo andar por ah¨ª, sin saber si puedo utilizar mi oficina', comentaba Roman Lyniuk de Atlantis Capital Market. 'Con mi ordenador puedo trabajar desde casa. Ser¨¢ m¨¢s sencillo. Estos d¨ªas todo el mundo ha estado en contacto por correo electr¨®nico. Ha estado bastante organizado. En todas las empresas te dan manuales especiales en casos de emergencia para saber quien y c¨®mo contactar con las personas adecuadas'.
Durante el fin de semana la bolsa ha estado probando con ¨¦xito sus sistemas, pero nadie sabe si podr¨¢ aguantar el volumen de negocios de una jornada normal, o casi. El consumo es enorme. Son 8.000 l¨ªneas de tel¨¦fono, 3.500 kilovatios por d¨ªa para alimentar odernadores, luces y aire acondicionado, y casi 400 kil¨®metros de fibra ¨®ptica, de los que al menos 20% han quedado inutilizables.
Con Edison y Verizon, las compa?¨ªas de luz y tel¨¦fonos, han estado trabajando a destajado. M¨¢s que una larbor t¨¦cnica es un deber patri¨®tico. 'El presidente, el gobernador, el alcalde nos han pedido que hagamos todo lo posible para que America vuelva al trabajo', declar¨® el vicepresidente de Verizon, Ivan Seidenberg.
Todas las grandes empresas han conseguido salvar sus datos. Los sistemas inform¨¢ticos tienen copias de seguridad de las ¨²ltimas operaciones. Pero no es as¨ª con los miles de documentos legales que quedaron pulverizados en la explosion, lo que puede provocar un problema judicial.
Catorce mil abogados no han podido volver a sus oficinas. 'Creemos que han desaparecido documentos insustituibles pero todav¨ªa no sabemos cuantos', dijo el portavoz de Legal Aid. El mismo d¨ªa del ataque, el gobernador del estado, George Pataki, suspendi¨® todas las plazos para recursos y prescripciones. La oficina de Nueva York de la Comisi¨®n Nacional de Valores asegura haber perdido todos sus archivos.
Wall Street deber¨¢ lidiar con todos estos problemas log¨ªsticos en pleno desconcierto emocional. En estos d¨ªas muchas de las sesiones de trabajo que las empresas han organizado para volver a coordinar su actividad, se conviertieron en ceremonias de recuerdo y tristeza.
El s¨¢bado una reuni¨®n del Consejo de Comercio, cuyas oficinas han quedado pulverizadas, termin¨® en llantos. 'Est¨¢bamos listos para organizar el sistema y seguir adelante pero de pronto saltaron las emociones. Nunca he visto a tantos hombres abrazarse en mi vida', comentaba Guy Taylor, el jefe de prensa del Consejo. Sus dos mil empleados consiguieron salvarse. Excepcionalmente, llevar¨¢ a cabo sus operaciones, junto con la Bolsa de Am¨¦rica, desde las instalaciones de la Bolsa de Nueva York hasta que encuentre nuevos locales.
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