El mejor guerrillero
Santi Blanco gana la tercera etapa de monta?a tras una larga escapada
Un aficionado atento se acerc¨® a Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri el domingo en Zaragoza y le dijo: '?Cu¨¢ndo vas a fichar a un l¨ªder? El Banesto no puede ser un equipo de guerrilleros'. El director navarro se encogi¨® de hombros y sonri¨® misteriosamente. 'Si supiera que ya tenemos l¨ªder...'. Ech¨¢varri pensaba en Francisco Mancebo, que se recupera en casa de una ca¨ªda y que progresa lentamente. Pensaba tambi¨¦n en Juan Miguel Mercado, que se revel¨® en los lagos de Covadonga, a sus 23 a?os, como gran escalador; o en el ruso Denis Menchov, tambi¨¦n de 23, que acaba de ganar el Tour del Porvenir. Quiz¨¢ tambi¨¦n pensaba en Santi Blanco, una de las historias m¨¢s espa?olas del ciclismo espa?ol. Una historia de extremismos.
En la Vuelta 2001, la del duelo Sevilla-Beloki con apariciones, secundarias por ahora, de Casero, Leipheimer y Heras, el iBanesto.com es un equipo de guerrilleros que no participa en las grandes maniobras, pero ha alcanzado un nivel perfecto en la relaci¨®n deseos-realidades: objetivo al que apunta, objetivo que alcanza: tres etapas de monta?a, tres victorias de la gente de Unzue; cada d¨ªa uno de sus escaladores. Mercado, en los lagos; Jim¨¦nez, el renacido, en la Demanda; ayer, en la suave La Molina, Blanco, de 27 a?os, una historia detr¨¢s. Cada victoria, un mensaje.
La vida de Santi Blanco se ha movido entre dos frases falsas con apariencia de lema publicitario. 'El Tour 2000 ser¨¢ blanco', dijo Ech¨¢varri en 1995, cuando Santi era un crack salmantino que llegaba a profesional despu¨¦s de arrasar en el campo amateur. 'Santi Blanco ser¨¢ un pata negra, pero hasta ahora s¨®lo ha dado tocino', dijo Javier M¨ªnguez en 1999, cuando el ciclista de Puerto de B¨¦jar empezaba a pasarlo mal en el Vitalicio, equipo al que eligi¨® irse en septiembre de 1997 forzando una de las situaciones m¨¢s tristes del ciclismo espa?ol. La profec¨ªa y el escepticismo le persiguieron tambi¨¦n ayer. Le persiguieron con rabia. Rabia interior. Todo su recorrido vital. Su regreso con Ech¨¢varri. Tres a?os despu¨¦s de la huida, cuando ya nadie cre¨ªa en ¨¦l. Ten¨ªa 26 a?os y para algunos era un viejo acabado.
Santi Blanco ya iba solo. Quedaban cinco kil¨®metros para la cima de la Creueta. El pelot¨®n estuvo toda la etapa all¨ª, fijo y, sin embargo, siempre m¨®vil, parte cambiante del paisaje del puerto sin fin, a cinco minutos. Blanco, el alegre muchacho de Puerto de B¨¦jar a quien las duras pruebas de la vida le han dejado grabado un rictus de amargura, acababa de dejar clavados a Tauler y M?ller, los dos ¨²nicos que a¨²n le resist¨ªan de la fuga de seis que se hab¨ªa formado, a toda velocidad, nada m¨¢s comenzar la etapa. Vicioso, Elli y Cioni ya se hab¨ªan quedado antes. Santi quer¨ªa ir solo, era su camino, era su vida, y no par¨® hasta lograrlo. Iba solo, y el esc¨¦ptico, uno de tantos, dijo: 'Como siempre en su vida, se agarrar¨¢ una p¨¢jara y se quedar¨¢ clavado'.
Quedaban todav¨ªa 40 kil¨®metros: pasar la Creueta, bajar varios falsos llanos inversos y el final en la subida a La Molina, no muy dura, pero ya temible despu¨¦s de tanto tiempo solo. El esc¨¦ptico deber¨ªa tener raz¨®n, pero se equivoc¨®. La primera vez que Santi Blanco, ciclista grande, inteligente, ya tranquilo a los 27 a?os, llev¨® la contraria a los pesimistas que ya le hab¨ªan visto perder con Bugno y Virenque etapas del Giro y la Vuelta.
El pelot¨®n, en el que intervinieron buscando debilidades de los rivales Heras y m¨¢s Heras, y en el que el alegre Chava se lo pas¨® pipa jugando de defensa escoba, sigui¨®, pese a todo, clavado a cinco minutos. Kil¨®metro tras kil¨®metro. Santi solo. S¨®lo en el ¨²ltimo kil¨®metro, ya derrengado, baj¨® la ventaja de Blanco, pero poco.
Cuarenta y ocho horas despu¨¦s del domingo zaragozano, una vez que Santi hubo alzado los brazos, Ech¨¢varri precis¨®: 'Esto puede significar un antes y un despu¨¦s'. Tambi¨¦n pensaba en Santi Blanco.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.