La Alianza puede ser la soluci¨®n o un nuevo problema
Los guerrilleros que luchan contra los talib¨¢n, y que son cortejados por EE UU, s¨®lo se han mantenido unidos cuando ten¨ªan un enemigo com¨²n
Nadie pod¨ªa saberlo, pero el atentado contra Ahmad Shah Masud, l¨ªder de la Alianza del Norte, el principal reducto de oposici¨®n afgana a los talib¨¢n, fue el signo de que algo muy grave iba a ocurrir. Como la teor¨ªa del caos: un caudillo guerrillero es asesinado en Afganist¨¢n y tres d¨ªas despu¨¦s se comete el peor atentado terrorista de la historia. Ambos ataques llevan el sello de Osama Bin Laden.
El millonario saud¨ª y sus anfitriones sab¨ªan que EE UU recordar¨ªa que no todo el territorio afgano estaba ocupado: en el inconquistable valle del Panshir y numerosos puntos aislados del centro del pa¨ªs, la Alianza del Norte, una amalgama de grupos ¨¦tnicos sin mayor conexi¨®n que su voluntad de acabar con los talib¨¢n, resiste con soldados en sandalias y armas sovi¨¦ticas. Esperaban que sin el m¨ªtico le¨®n del Panshir, al que Sebasti¨¢n Junger calific¨® de 'genial jefe de guerra afgano', esta Alianza se desintegrar¨ªa. Se equivocaron. La esperanza de una intervenci¨®n ha hecho que est¨¦ m¨¢s unida que nunca.
Muchos de los rebeldes llevan m¨¢s de 23 a?os de combate y cada vez est¨¢n m¨¢s motivados
La Alianza del Norte, que hace poco adopt¨® el nombre de Frente Unido, es una amalgama de antiguos se?ores de la guerra (caudillos guerrilleros), que lucharon primero contra la URSS y luego contra el Gobierno t¨ªtere sovi¨¦tico de Najibullah, al que derrocaron en abril de 1992. Tras su llegada al poder, empezaron las luchas internas entre sus diferentes generales. Cuando los talib¨¢n tomaron Kabul en 1996 volvieron a unirse. La historia demuestra que s¨®lo cuando ha tenido un enemigo com¨²n la Alianza del Norte se ha mantenido unida.
Dicen que tienen unos 15.000 hombres y unos 40.000 milicianos, aunque algunos expertos reducen dr¨¢sticamente la primera cifra hasta los 4.000. Ning¨²n responsable de la Alianza ha querido dar precisiones sobre las armas de las que disponen y menos sobre las que pueden estar recibiendo, aunque observadores en la zona hablan de tanques desfasados -alguno de los cuales han sido utilizados como taxis- y piezas de artiller¨ªa, aparte de guerrilleros cada vez m¨¢s motivados, muchos con 23 a?os de combate a sus espaldas. La prueba de este entusiasmo es la eficacia de la ofensiva que est¨¢n llevando a cabo actualmente y que los talib¨¢n hayan sido incapaces de acabar con ellos en cinco a?os.
'Con ayuda exterior, podemos controlar el pa¨ªs', asegura Ashmat Froz, uno de los representantes de la Alianza del Norte en Francia y amigo personal de Masud. 'Su desaparici¨®n es una tragedia, pero hay comandantes y dirigentes capaces de liderar la Alianza. ?se no es un problema', agrega en declaraciones a este diario, 'y estamos dispuestos a luchar para detener a Bin Laden e instaurar una democracia en el pa¨ªs. Nosotros representamos al Gobierno leg¨ªtimo de Afganist¨¢n, presidido por Burhanuddin Rabbani'.
Rabbani, un carism¨¢tico poeta al que sus seguidores llaman El Profesor, preside Afganist¨¢n desde 1993 y es reconocido por la comunidad internacional -salvo Pakist¨¢n- como el leg¨ªtimo gobernante de este pa¨ªs. Aunque s¨®lo controle un 10% del territorio y no domine ninguna ciudad importante, la Alianza ocupa la representaci¨®n en la ONU y las embajadas.
'Masud y los suyos son los ¨²nicos capaces de acabar desde dentro con los talib¨¢n, de derrocar un r¨¦gimen aberrante y una amenaza global y reemplazar una grotesca caricatura del islam por un Gobierno musulm¨¢n civilizado y humano. No haber apoyado a Masud ha sido un suicidio', ha escrito el ensayista franc¨¦s Michel Barry, autor de varios libros sobre la guerrilla afgana.
Occidente parece haber comprendido este mensaje. La Alianza recib¨ªa hasta ahora s¨®lo un discreto apoyo militar de Ir¨¢n, Rusia, India y de las antiguas rep¨²blicas sovi¨¦ticas de Asia Central. Durante una gira por Europa en abril de este a?o, Masud s¨®lo fue recibido con todos los honores en Francia, donde era un personaje m¨ªtico, y en el Parlamento Europeo. Sin embargo, ahora, son cortejados por Estados Unidos como la mejor soluci¨®n al problema afgano junto al monarca exiliado Mohamed Zahir Shah, de 84 a?os, que podr¨ªa volver desde Roma para liderar una transici¨®n en este pa¨ªs. La idea, que ya hab¨ªan lanzado hace a?os especialistas en la zona, como el antiguo embajador de Washington ante los muyahid¨ªn, Peter Tomson, ser¨ªa convocar la Loya Jorga, la Gran Asamblea tribal. Los comandantes de la Alianza aceptan esta idea y ya se han reunido con el rey.
Pero no todos los especialistas lo ven tan claro: existen problemas ¨¦tnicos, divisiones internas y los a?os en los que la Alianza control¨® el pa¨ªs fueron un cataclismo, que gener¨® un violento caos del que, con el apoyo de Pakist¨¢n, surgieron los talib¨¢n. 'S¨®lo representan a una peque?a parte de los afganos. Si existe una soluci¨®n a los problemas del pa¨ªs, tiene que incluir a tantos grupos ¨¦tnicos como sea posible', se?ala Kenneth Weisbrode, especialista estadounidense en Asia Central y antiguo investigador del Instituto Internacional de Estudios Estrat¨¦gicos.
'La Alianza del Norte ha cambiado de definici¨®n muchas veces. Originalmente, era la principal oposici¨®n a los talib¨¢n. Pero, cuando el general Dostum sali¨® del pa¨ªs en 1998, se redujo s¨®lo a las fuerzas de Masud. En junio de este a?o, sin embargo, pocos meses despu¨¦s del regreso de Dostum y de Ismail Khan, el l¨ªder de los rebeldes de la provincia de Herat, ambos se unieron a Masud y crearon el Frente Unido, que es actualmente el t¨¦rmino m¨¢s correcto para referirse a la oposici¨®n antitalib¨¢n', a?ade a EL PA?S este investigador. A la pregunta de si existe el peligro de que, tras una hipot¨¦tica vuelta de la Alianza al poder, regrese el caos, es tajante: 'Absolutamente'.
Weisbrode se refiere a los comandantes de la Alianza, que reflejan la divisi¨®n ¨¦tnica del pa¨ªs. Salvando las distancias, tiene una cierta similitud con Bosnia: existe un grupo ¨¦tnico mayoritario pero no masivo, los past¨²n (38%), que apoyan a los talib¨¢n, y luego una serie de grupos minoritarios pero importantes: tayikos (25%), hazaras (sh¨ªies, 19%), uzbecos (6%) y un 12% de diferentes nacionalidades. Este equilibrio ¨¦tnico puede saltar por los aires. En el terreno de los derechos humanos, sus brutalidades han sido denunciadas por Human Rights Now o Amnist¨ªa Internacional.
Actualmente, la Alianza tiene un Gobierno pol¨ªtico y un mando militar. Aparte del presidente Rabbanni (tayiko), sus cabezas m¨¢s visibles son el ministro de Exteriores, Abdulah Abdulah (tayiko), un m¨¦dico que tiene muy buenos conta?ctos en el exterior, y el viceprimer ministro, primer ministro, Abdul Rasul Sayyaf, l¨ªder de Islamic Unity, cuyos militantes son mayoritariamente pastunes. Comparte muchos puntos de vista con los talib¨¢n, aunque tras la toma de Kabul permaneci¨® fiel a Rabbani. En el terreno militar, tras la muerte de Masud, el nuevo l¨ªder es su lugarteniente, el general Muhammad Fahim (tayiko), que antes se encargaba de la seguridad de la Alianza. Otros comandantes son el general uzbeco Abdul Rashid Dostum, ex ministro de Defensa de Najibullah (y antiguo adversario de Masud), cuyas tropas son conocidas por su brutalidad y que actualmente est¨¢ dirigiendo la ofensiva contra Mazar i Sharif, e Ismail Khan (hazara), cuyos efectivos acosan a los talib¨¢n en la zona de Herat (noroeste). Este c¨®ctel de amigos, enemigos y amigos de nuevo puede ser explosivo.
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