Casero gana por aplastamiento
Sevilla ya hab¨ªa perdido sus 25 segundos de ventaja en el kil¨®metro 26 de los 38 de la contrarreloj final en Madrid
Con frialdad, precisi¨®n y m¨¦todo, ?ngel Casero gan¨® la Vuelta; con coraje, rabia e infortunio, ?scar Sevilla cedi¨® el ¨²ltimo d¨ªa, los ¨²ltimos 12 kil¨®metros, el maillot de l¨ªder que tan gallardamente hab¨ªa lucido 12 d¨ªas. La Vuelta m¨¢s igualada de los ¨²ltimos tiempos se resolvi¨® finalmente por aplastamiento. Tres mil kil¨®metros de igualdad, 12 kil¨®metros para marcar las distancias. Veinticinco segundos de diferencia entre los dos corredores m¨¢s regulares durante 20 etapas y tres cuartos, siete llegadas en alto, dos contrarreloj llanas y pico, una cronoescalada... Cuarenta y siete segundos, casi el doble, la diferencia final a favor del valenciano, obtenidos en 12 kil¨®metros, en territorio urbano, en pleno Madrid, Casa de Campo, Dehesa de la Villa, paseo de la Castellana. A Casero, de 29 a?os, al final le sobr¨® tiempo.
Sevilla bajaba el cerro de Garabitas. Todav¨ªa esprintaba. A¨²n cre¨ªa en la batalla psicol¨®gica. Pensaba que Casero, el rodador implacable, acabar¨ªa cediendo al saber que ¨¦l, el t¨ªmido y educado escalador manchego, ten¨ªa fuerzas, rodaba como nunca en su vida. Hab¨ªan pasado 14 kil¨®metros. La tercera parte, m¨¢s o menos, de la contrarreloj. Hab¨ªa perdido s¨®lo cuatro segundos. La sexta parte de lo que pod¨ªa permitirse para ganar la Vuelta interminable. Bajaba Sevilla y su bicicleta daba botes sobre la estrecha franja de asfalto, sobre las ra¨ªces de los pinos que flanquean el camino. La bicicleta botaba y, de repente, Sevilla oy¨® claramente un crac y su brazo derecho se cay¨®: el soporte del manillar de triatleta se hab¨ªa roto.
Curiosa iron¨ªa: un manillar de triatleta, un artilugio revolucionario por entonces, le permiti¨® a LeMond en 1989 protagonizar la remontada m¨¢s dolorosa para el ciclismo franc¨¦s, aqu¨¦lla que dej¨® sin Tour a Fignon por 8 segundos en una contrarreloj por los Campos El¨ªseos. Ese mismo adelanto t¨¦cnico, ese alargamiento que permite al corredor conseguir una postura aerodin¨¢mica de forma c¨®moda, se le rompi¨® a Sevilla cuando trataba de no ser Fignon por el paseo de la Castellana. 'Entonces me descentr¨¦', dijo; 'no pod¨ªa ir c¨®modo. Tambi¨¦n me cabre¨¦'. En aquellos momentos, Sevilla no s¨®lo perd¨ªa un apoyo. Tambi¨¦n ve¨ªa deste?irse, primero por las puntas, luego m¨¢s arriba, el maillot amarillo. Tambi¨¦n empez¨® a saber que hab¨ªa perdido la batalla psicol¨®gica. Casero sab¨ªa lo que se hac¨ªa.
'Yo ya sab¨ªa que Sevilla iba a salir d¨¢ndolo todo para desmoralizarme. Pero no piqu¨¦, la veteran¨ªa es un grado', dijo luego el ganador de la Vuelta; 'en ning¨²n momento me estres¨¦. Siempre supe lo que ten¨ªa que hacer. Fui fr¨ªo y calculador. Nunca perd¨ª la confianza en m¨ª'. El que se desmoraliz¨®, el que se hundi¨®, el que vio sus 25 segundos tan trabajosamente logrados diluirse en nada, fue Sevilla. En el kil¨®metro 17, cuando los falsos llanos ascendientes, los repechos prolongados, el terreno de los rodadores de gran cilindrada, empezaba a asomar, la ventaja de Casero pas¨® a 11 segundos; 17 en el kil¨®metro 22; 26 en el 26. El fin. Casero, entonces, se visti¨® de amarillo de l¨ªder. A Sevilla se lo llev¨® el viento. En Bravo Murillo, interminables kil¨®metros hacia arriba, Juan Fern¨¢ndez, el fr¨ªo, se emocion¨®. 'Tienes la Vuelta ganada, ?ngel', dijo por la radio interna el director del Festina a su corredor; 'ahora, vete a por Roberto, p¨¢salo, no le dejes respirar'. Casero, conducido ya por la convicci¨®n de que todo era suyo, se lanz¨®. Dobl¨® a Roberto Heras, que hab¨ªa salido dos minutos antes y ve¨ªa c¨®mo su compa?ero Leipheimer le apeaba del podio. Eso no le importaba a Casero. El ganador de la Vuelta s¨®lo pensaba en llegar a la Puerta de Alcal¨¢. All¨ª, en un gesto inusual en las contrarreloj, levant¨® los brazos en se?al de victoria. Gan¨®.
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