Un ciclista en el c¨ªrculo medi¨¢tico
Despu¨¦s de tres semanas de vete a saber t¨² cu¨¢ntas pedaladas, el cansancio empieza a pesar m¨¢s que el recuerdo. Pero, en fin, mientras rumiamos la insuficiente tregua que concedemos al m¨²sculo, s¨ª que es cierto que vienen a la cabeza con m¨¢s espontaneidad las vivencias acumuladas.
Como buen debutante y como buen observador, a pesar de mis carencias, me he dejado impresionar por las grandezas de la Vuelta. No tanto por sus miserias, que las hay, pero ¨¦sas, la verdad, no dejan de ser las mismas de siempre. Las grandezas son, en cambio, nuevas, grandezas de medios sobre todo, luchas encarnizadas de grupos medi¨¢ticos o (tan lejos no llego) incluso pol¨ªticos.
Afortunadamente, aunque no tanto para nuestro bolsillo, el mundo de los ases del bal¨®n y sus eternas luchas, barullos y pol¨¦micas queda lejos del horizonte del circo del pedal, pero no falta aqu¨ª quien se empe?a en emparejarlo. Entre corredores, como amigos que somos, aunque (ya lo siento) les pese a algunos, no se ha parado de hacer chistes con estas guerras est¨¦riles. Aqu¨ª el me han dicho que ¨¦ste ha dicho y t¨² qu¨¦ tienes que decir a esto no funciona. Porque las horas en el pelot¨®n son muchas y las conversaciones muchas veces muy largas, aunque a veces haya que interrumpirlas bruscamente por un inesperado ataque. Pero se retoman en el hotel, la salida o cualquier punto kilom¨¦trico de la piel del toro, pues ocasiones para coincidir no escasean. Y, ya se sabe, no hay mejor terapia para los malentendidos que el hablarlos, ?no?
Luego, est¨¢n las luchas fratricidas por ser los primeros, casi como la nuestra, pero no en la meta, sino inmediatamente despu¨¦s. Guerras verduleras, como dicen algunos, por el protagonismo de las alcachofas. Guerras incluso civiles, en las que el rival puede ser tu propio hermano. C¨¢mara contra c¨¢mara, micr¨®fono que golpea, grabadora que vuela, cable que cruza sospechosamente cerca de las rodillas... Menos mal que nuestros masajistas sit¨²an estrat¨¦gicamente nuestras trincheras m¨®viles (especie de autobuses) en las que, con un poco de suerte y valent¨ªa, podemos refugiarnos del fuego cruzado.
Esto veo y, aunque directamente no lo siento, tambi¨¦n corro el riesgo, como todo bicho viviente, de verme alcanzado por la metralla. Pero est¨¢ empe?ada la fortuna en hacernos salir indemnes. As¨ª que seguiremos adelante, que el espect¨¢culo debe continuar.
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