Casta y emoci¨®n para dar y tomar
Se anunciaba una novillada sin picadores y salieron al ruedo seis novillos cuajados, serios, m¨¢s cerca de ser utreros que de erales. No importaba, en principio, si su juego se iba a ajustar al gui¨®n de este tipo de festejos. Es decir, que acomodaran sus embestidas a la l¨®gica biso?ez de tres alumnos de la Escuela Taurina de Valencia.
Pero salieron seis erales, con hechuras de utreros, y lo desmontaron todo. Porque fueron seis encastad¨ªsimos animales que pusieron a prueba a los matadores y a sus respectivas cuadrillas. No hubo, del primero al sexto, tiempo para el relajo, ni en el ruedo ni en el tendido. Los seis, el primero con el hierro de Puerto Frontino, de procedencia Villamarta, sacaron casta para dar, tomar y repartir. En distintas dosis, pero casta de la que pocas veces se ve.
Dom¨ªnguez / Javi, Aparicio, Garc¨ªa
Erales de Mar¨ªa Luisa Dom¨ªnguez P¨¦rez de Vargas, muy bien presentados, encastados. El Javi: silencio; cogido al entrar a matar al 4?, sufre fractura de una costilla. Juan Antonio Aparicio: dos avisos y palmas; aviso y silencio; aviso y palmas. David Garc¨ªa: silencio y palmas. Plaza de Valencia, 8 de octubre. 2? corrida de feria. Menos de un cuarto de entrada.
Con todo ello, hubo novillos de incansable embestida, bravos, con fijeza, que se com¨ªan la muleta y no perdonaban el menor descuido. De esa condici¨®n fueron segundo, cuarto, quinto y sexto. De juego tan sobresaliente como dif¨ªcil para tan inexpertas manos. El que abri¨® plaza y el tercero no fueron lo mismo. Aqu¨¦l, bueno por el derecho aunque sin clase, tuvo peligro por el izquierdo; ¨¦ste, inc¨®modo, deslucido y menos hecho que el resto, no tuvo ning¨²n inter¨¦s.
As¨ª las cosas, bastante hicieron los tres chavales con plantar cara. El Javi, torero listo donde los haya, acab¨® en la enfermer¨ªa, maltrecho por una impresionante voltereta que le propin¨® el cuarto. A Juan Antonio Aparicio, que bebe de las fuentes cl¨¢sicas del toreo, le salv¨® la campana cuando en su primero casi le llegan los tres avisos. Adem¨¢s, se llev¨® tambi¨¦n un tremendo paliz¨®n de ese novillo. David Garc¨ªa, del que dicen es la joya de la corona de la escuela valenciana, estuvo a punto de rematar una buena faena en el sexto, pero la tremenda casta del novillo termin¨® por poderle. De esa faena salieron los mejores muletazos de la tarde. Carg¨® la suerte, es decir, le ense?¨® al novillo el camino a seguir, desde el cite hasta el remate final. La tarde, en fin, tuvo el color de la emoci¨®n y la casta, que no es cosa que se ve todos los d¨ªas.
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