Aznar ante la guerra
SI EN LA NOCHE DEL 7 DE OCTUBRE muchos ciudadanos echaron en falta la comparecencia inmediata del presidente del Gobierno en televisi¨®n para informar del comienzo -a las 18.30, hora de Madrid- de los bombardeos en Afganist¨¢n, el aplazamiento hasta el jueves 18 del pleno monogr¨¢fico del Congreso sobre el alcance de la participaci¨®n espa?ola en la guerra (de acuerdo con la definici¨®n del presidente Bush) resulta inexplicable en t¨¦rminos parlamentarios. El programa del PP de 1996, tras criticar el mal funcionamiento de las C¨¢maras durante los Gobiernos socialistas, se compromet¨ªa a 'recuperar la posici¨®n central del Parlamento' para acercarlo a los problemas de la sociedad y revitalizar la democracia. Los once d¨ªas de vacaciones parlamentarias tomados por Aznar desde el 7 de octubre confirman la escasa fiabilidad de los compromisos electorales; la comparecencia voluntaria -faltar¨ªa m¨¢s- el pasado mi¨¦rcoles de los ministros de Exteriores y de Defensa ante una comisi¨®n conjunta del Congreso no logr¨® tapar el absentismo presidencial.
El presidente del Gobierno comparecer¨¢ ante el Congreso, 11 d¨ªas despu¨¦s del inicio de los bombardeos en Afganist¨¢n, para informar sobre los compromisos militares de Espa?a en el conflicto
El car¨¢cter secreto de los planes militares de Estados Unidos reduce los m¨¢rgenes de Aznar para ampliar de forma significativa ante la C¨¢mara las noticias dadas por los medios de comunicaci¨®n: esa reserva informativa est¨¢ plenamente justificada. Tampoco merece excesivas cr¨ªticas que una potencia media como Espa?a no haya recibido de Washington el tratamiento privilegiado reservado a otros aliados: si algunos ciudadanos han sentido herido su narcisismo patri¨®tico por ese agravio comparativo, la responsabilidad ¨²ltima recae sobre la tendencia megal¨®mana del presidente del Gobierno a magnificar su influencia en el terreno internacional y a presumir de su 'amistad personal' con los l¨ªderes mundiales, tal y como sucedi¨® durante la breve visita del presidente Bush a Madrid antes de iniciar de su gira europea.
El debate parlamentario de la pr¨®xima semana incluir¨¢ en su agenda cuestiones de pol¨ªtica interior ¨ªntimamente relacionadas con la situaci¨®n exterior. La arcaica f¨®rmula sobre las atribuciones de la Corona utilizada por el art¨ªculo 63.2 de la Constituci¨®n ('Al Rey corresponde, previa autorizaci¨®n de las Cortes Generales, hacer la guerra y firmar la paz') es interpretada por una parte de la oposici¨®n como un mandato legal que har¨ªa exigible la aprobaci¨®n por el Parlamento del env¨ªo de tropas fuera de las fronteras de Espa?a como Estado beligerante. Al Congreso tambi¨¦n llegan los ecos de los sentimientos pacifistas de un sector de la poblaci¨®n: para vadear esa caudalosa corriente, alimentada por afluentes de muy diverso origen (sus fuentes no son exclusivamente el aislacionismo o las cr¨ªticas a Estados Unidos), ser¨ªa recomendable prescindir de la estrategia -propia de Aznar- de fruncir el ce?o, abroncar a los discrepantes y atribuirles ocultas motivaciones. La ampliaci¨®n del consenso parlamentario y la cohesi¨®n de la sociedad espa?ola para afrontar el conflicto b¨¦lico exigen razones y argumentos, no rega?inas y caza de brujas.
Por lo dem¨¢s, la obligaci¨®n de ayudar a desmantelar las redes del terrorismo islamista radical dentro de Espa?a no deber¨ªa alterar el delicado equilibrio entre la seguridad p¨²blica y las libertades individuales. Aunque los inmigrantes de religi¨®n musulmana constituyan s¨®lo una minor¨ªa (en torno al medio mill¨®n) de la poblaci¨®n espa?ola, ya se han producido algunos casos de agresiones xen¨®fobas; las medidas orientadas a garantizar el contenido esencial de los derechos fundamentales reconocidos por la Constituci¨®n a los miembros de la comunidad isl¨¢mica (no s¨®lo en Ceuta y Melilla) deben ocupar un lugar prioritario en la agenda del presidente del Gobierno y en el debate del Congreso. Ser¨ªa una contradicci¨®n autodestructora de los valores democr¨¢ticos que su defensa frente a la amenaza terrorista excluyese del ¨¢mbito protector del Estado de derecho a los muchos millones de musulmanes ajenos al terrorismo residentes en Estados Unidos y Europa.
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