El islam, ante el desaf¨ªo de la modernidad
Sonre¨ªa. El conductor del cami¨®n que, repleto de explosivos, logr¨® volar el cuartel general de los marines norteamericanos en Beirut y dio muerte a 241 militares, sonre¨ªa pese a saber que iba a morir. As¨ª lo atestigu¨® uno de los soldados de guardia que, impotente, le vi¨® forzar los controles de acceso al recinto.
Mucho antes de los seguidores de Osama Bin Laden, aquel ch¨®fer musulm¨¢n shi¨ª fue, el 23 de octubre de 1983, uno de los primeros en suicidarse matando para expulsar a los 'invasores' de L¨ªbano. Despu¨¦s hubo otros muchos, casi todos milicianos de Hezbol¨¢, la milicia integrista libensa, patrocinada por Ir¨¢n.
Nueve a?os despu¨¦s, Hezbol¨¢ no s¨®lo hab¨ªa dejado de combatir a otras facciones libanesas y de secuestrar a ciudadanos de confesi¨®n cristiana si no que participaba en las primeras elecciones legislativas tras la guerra civil.
El primer intento de modernizaci¨®n tuvo lugar, en los a?os 50 y 60, por la v¨ªa del nacionalismo con marcados tintes socialistas. Nasser fue el pionero
El conflicto palestino-israel¨ª y tambi¨¦n el embargo al que est¨¢ sometido el pueblo de Irak encrespan los ¨¢nimos, pero no explican la acumulaci¨®n de odio
El terrorista desarrapado shi¨ª que mor¨ªa matando a occidentales o israel¨ªes ha sido sustituido, 20 a?os despu¨¦s, por un sun¨ª acomodado y con estudios
En el magma de declaraciones que ha acompa?ado los atentados, han surgido, no obstante, algunas voces que apuestan por el 'aggiornamiento' del islam
En opini¨®n de buena parte de los arabistas europeos, el paso m¨¢s importante consiste en alentar la apertura y la democracia en las sociedades ¨¢rabes
En los ¨²ltimos comicios generales, el a?o pasado, obtuvo 12 esca?os convirtiendose en el primer grupo parlamentario en una c¨¢mara baja muy fraccionada. Sus diputados, algunos de ellos antiguos guerrilleros, presentan enmiendas, negocian sus votos, etc¨¦tera.
Israel sigue siendo su enemigo y la rep¨²blica isl¨¢mica su gran objetivo pero, recalcan, s¨®lo usar¨¢n medios pac¨ªficos y legales para instaurarla. 'No se han convertido en angelitos pero est¨¢n integrados en la vida pol¨ªtica de L¨ªbano, probablemente el m¨¢s liberal de los pa¨ªses ¨¢rabes', insiste un diplom¨¢tico que residi¨® largos a?os en aquel pa¨ªs.
El temible Hezbol¨¢, descrito todav¨ªa por elFBI norteamericano como una organizaci¨®n terrorista, ha tardado casi dos d¨¦cadas en incorporarse a las instituciones semidemocr¨¢ticas de L¨ªbano. ?Cuanto tardar¨¢n los seguidores de Bin Laden?
Porque, no cabe duda, el millonario saud¨ª tiene muchos partidarios o, por lo menos, suscita muchas simpat¨ªas de Mauritania a Malaisia. As Sabah, un diario de Casablanca, describ¨ªa el mi¨¦rcoles en un titular el estado de ¨¢nimo de una opini¨®n p¨²blica supuestamente moderada como la marroqu¨ª: 'Entre el apoyo al pueblo afgano, la convicci¨®n de la responsabilidad de EE UU y la simpat¨ªa manifiesta hacia Bin Laden'.
Che Guevara ¨¢rabe
Una visita a los foros de discusi¨®n musulmanes en Internet, algunos de ellos en ingl¨¦s o franc¨¦s, confirma los apoyos que suscita. Junto con los comentarios moderados abundan tambi¨¦n los elogios: '?Es un gran hombre!', escribe Fatima. 'Con ¨¦l la naci¨®n ¨¢rabe recuperar¨¢ su dignidad', a?ade Ahmed. 'Es el Che Guevara de los ¨¢rabes', enfatiza Tarek.
?C¨®mo se ha llegado hasta aqu¨ª? ?Por qu¨¦ incluso los pueblos ¨¢rabes moderados se muestran benevolentes con el mayor asesino del siglo XXI? ?Por qu¨¦ de Marruecos a Pakist¨¢n el islamismo est¨¢ en auge?
El propio Bin Laden dio una explicaci¨®n en su mensaje del pasado domingo difundido a trav¨¦s de la televisi¨®n Al Yazira: 'Nuestra naci¨®n isl¨¢mica ha estado padeciendo (...) durante m¨¢s de 80 a?os, humillaci¨®n, desgracia (...)'. Desde su supuesto escondite en Afganist¨¢n, ¨¦l hab¨ªa administrado una lecci¨®n magistral a los que vejan a los m¨¢s de 1.000 millones de musulmanes.
Ochenta a?os es el inicio del mandato brit¨¢nico sobre Palestina y de la consiguiente instalaci¨®n de poblaci¨®n jud¨ªa que desembocar¨¢, en 1948, en la fundaci¨®n del Estado de Israel. M¨¢s de medio siglo despu¨¦s la mayor¨ªa de los ¨¢rabes lo viven como una tragedia, como una humillaci¨®n colectiva. A diferencia de, por ejemplo, los Balcanes, Occidente tolera, seg¨²n ellos, en esa tierra sagrada en disputa, los abusos israel¨ªes e impide que se apliquen las resoluciones de Naciones Unidas. Y EE UU es el gran valedor de Israel.
'La peor forma de terrorismo es la que los israel¨ªes practican desde hace medio siglo contra los palestinos, expulsando a todo un pueblo, asesinando a mujeres y ni?os y esgrimiendo la intenci¨®n de socavar los pilares de la mezquita de Al Aqsa', denuncia el profesor Ahmed Omar Hashem, presidente de la Universidad Al Azhar de El Cairo en una entrevista con Randa Achmawy, colaboradora de EL PA?S. '?Y nadie levanta la voz para condenar con firmeza este comportamiento!', se lamenta.
El resentimiento alcanza tales proporciones que a muchos europeos les costar¨ªa creer hasta qu¨¦ punto est¨¢ extendido en el mundo ¨¢rabe el disparatado rumor que atribuye a la CIA o al Mosad israel¨ª los atentados de Washington y Nueva York para poder as¨ª apalear a sus anchas a los musulmanes radicales y dejar a Ariel Sharon las manos libres frente a los palestinos.
El conflicto palestino-israel¨ª, y tambi¨¦n el embargo al que est¨¢ sometido Irak, encrespan sin duda los ¨¢nimos, pero no explica la acumulaci¨®n de odio. En el trasfondo de la comprensi¨®n que muestran los ¨¢rabes hacia el enemigo n¨²mero 1 est¨¢, en cierta medida, su incapacidad de subirse al tren de la modernidad, de la globalizaci¨®n. 'En mayor o menor medida todas esas sociedades tienen una sensaci¨®n de fracaso colectivo', se?ala el diputado popular Gustavo de Ar¨ªstegui que durante largos a?os residi¨® en pa¨ªses ¨¢rabes.
'Si la globalizaci¨®n significa que existe un orden mundial que intenta imponerse de manera que destroce a todos los dem¨¢s, por supuesto que no podemos aceptarla porque ello significar¨ªa perder nuestra identidad para asumir otra procedente de fuera'. 'Aceptamos, eso s¨ª, el progreso de las ciencias'.
Qui¨¦n expresa este temor ante la globalizaci¨®n no es ning¨²n integrista conocido sino el mismo profesor Hashem al que las autoridades egipcias han colocado al frente del principal centro teol¨®gico de los musulmanes sun¨ªes.
El primer intento de modernizaci¨®n ¨¢rabe tuvo lugar, en los a?os cincuenta y sesenta, por la v¨ªa de un nacionalismo con marcados tintes socialistas. Gamal Abdel Nasser fue el pionero en Egipto y su ejemplo fue emulado, con matices, por el baasismo de Irak o Siria, por el Frente de Liberaci¨®n Nacional en Argelia o, en un estilo m¨¢s sovi¨¦tico, por Yemen del Sur.
Mucho antes del desmoronamiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, todas esas experiencias eran ya un fiasco y han acabado hoy en d¨ªa en dictaduras personales y hereditarias, como la de Hafez el Assad en Siria, o en una guerra civil larvada como la que asola a Argelia desde hace casi una d¨¦cada y que se ha cobrado al menos 120.000 muertos.
Pero el fracaso es ante todo econ¨®mico. Con o sin petr¨®leo los pa¨ªses ¨¢rabes de Oriente Pr¨®ximo y del Magreb, no as¨ª los del Golfo P¨¦rsico, siguen siendo pobres con tasas de paro alt¨ªsimas, sin apenas servicios sociales por parte de Estados frecuentemente corruptos y burocr¨¢ticos que entorpecen la vida de sus ciudadanos. S¨®lo su ¨ªndice de natalidad crece a buen ritmo.
La prosperidad de Israel
De nuevo en esta regi¨®n geogr¨¢fica hay una excepci¨®n: Israel. Su PIB rebasa al de todos sus vecinos ¨¢rabes -110.000 millones de d¨®lares frente a los 92.500 millones de Egipto con diez veces m¨¢s de habitantes-, su renta per c¨¢pita ha superado a la de Espa?a y sus industrias punteras de alta tecnolog¨ªa compiten con ¨¦xito con las mejores de Europa y de EE UU.
Peor a¨²n, a pesar de que son ciudadanos de segunda, los 650.000 ¨¢rabes con nacionalidad israel¨ª gozan de un nivel de vida m¨¢s alto que sus correligionarios de la regi¨®n, si se except¨²a a los del Golfo. Todas estas comparaciones ilustran un poco m¨¢s el fracaso de los Estados ¨¢rabes.
En todos esos pa¨ªses musulmanes e incluso en aqu¨¦llos, como Marruecos o Jordania, que no cayeron en la tentaci¨®n socializante, la actual globalizaci¨®n ha acentuado a¨²n m¨¢s la sensaci¨®n de fiasco. Al lado de esos mismos chats en Internet en los que j¨®venes ¨¢rabes ensalzan a Bin Laden otros muchos se preguntan en la red como conseguir un visado, un trabajo para emigrar a Europa o a Norteamerica.
Las antenas parab¨®licas y los relatos de sus familiares en el extranjero hacen estragos en las mentes de los muchachos cairotas o damascenos que ven en las pantallas un mundo acomodado y pr¨®spero y con valores diferentes de los que imperan en sus sociedades. 'Cuando entras en un cibercaf¨¦ y miras qu¨¦ p¨¢ginas web ha visitado el acolescente que acaba de soltar el ordenador son, casi siempre, pornogr¨¢ficas o chats para ligar', afirma Leila, una muchacha rabat¨ª.
Pese a la bonanza econ¨®mica en la que viven desde los a?os setenta, los j¨®venes del Golfo P¨¦rsico padecen la misma esquizofrenia entre las im¨¢genes que les llegan, las costumbres que adoptan cuando cursan estudios en Occidente, y el islam rigorista que impera en sus sociedades pero que, detr¨¢s de sus palacios amurallados, no siempre practican los pr¨ªncipes que les gobiernan.
Carente de una legitimidad hist¨®rica, la familia real de Arabia Saud¨ª, el principal exportador mundial de petr¨®leo, ha intentado consolidarse aplicando un islam puritano (wahabismo) que proh¨ªbe a las mujeres conducir mientras los ulemas pronuncian fatwas antisemitas.
'Reduce el islam a lo que es la sharia, es decir a la obediencia ciega a una ley aislada de cualquier procedimiento interpretativo, simb¨®lico o filos¨®fico', escribe sobre el wahabismo el fil¨®sofo franc¨¦s Christian Jambet.
Arabia Saud¨ª ha jugado con fuego poniendo adem¨¢s buena parte de sus recursos financieros al servicio de la expansi¨®n de este islam profesado a partir del siglo XVIII por Mohamed ibn Abd al Wahab. Desde Argelia hasta Palestina, pasando por Jordania, decenas de grupos integristas sun¨ªes han sido subvencionados por el rey Fahd y los pr¨ªncipes que le rodean.
Las madrasas
Decenas de universidades y centenares de escuelas cor¨¢nicas (madrasas) wahabitas han sido adem¨¢s fundadas en lugares, a veces, tan remotos como Quetta o Peshawar (Pakist¨¢n) d¨®nde los refugiados afganos de la invasi¨®n sovi¨¦tica se familizarizaron con un islam m¨¢s ortodoxo que el misticismo suf¨ª predominante en Afganist¨¢n. Aquellos colegios rehuyen desarrollar el esp¨ªritu cr¨ªtico; s¨®lo inculcan conocimientos.
Bin Laden es un producto de este c¨®ctel explosivo. Hijo de un adinerado hombre de negocios, educado en el rigorismo wahabita, y colaborador de la CIA tras la invasi¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n, a principios de los ochenta, acab¨®, sin embargo, aborreciendo a un r¨¦gimen como el saud¨ª que no respeta su propia doctrina religiosa.
Resolvi¨® la contradicci¨®n radicaliz¨¢ndose. 'El coraz¨®n de mi desacuerdo', escribi¨® en 1995 al rey Fahd, 'es su abandono de las obligaciones que implica la religi¨®n de un Dios ?nico y Verdadero'. En su proclama del pasado domingo denunci¨® concretamente la presencia de 6.000 militares norteamericanos en las 'tierras santas' saud¨ªes. 'Puso el dedo en la llaga de la hipocres¨ªa' del wahabismo, se?ala Emilio Galindo, director del Centro Isl¨¢mico Darek Nyumba de Madrid.
No ha debido ser el ¨²nico saud¨ª que ha superado la antonom¨ªa en la que estaba sumido optando por el integrismo. En la lista de 370 sospechosos de colaborar con Bin Laden en Europa y EE UU, remitida la semana pasada por el FBI a las autoridades europeas, el 85% son s¨²bditos del rey Fahd y abundan tambi¨¦n los ciudadanos de las monarqu¨ªas del Golfo.
El terrorista desarrapado musulm¨¢n shi¨ª que mor¨ªa matando a occidentales o israel¨ªes ha sido sustituido, 20 a?os despu¨¦s, por un sun¨ª acomodado y con estudios que se estrella contra las Torres Gemelas en Nueva York.
Cuanta m¨¢s preparaci¨®n tienen, cuanto mejor conocen Occidente, m¨¢s dif¨ªciles ser¨¢n de erradicar. Pero m¨¢s a¨²n que para Occidente, esta nueva generaci¨®n de terroristas es ante todo un peligro para los reg¨ªmenes que los han parido.
La familia real saud¨ª cosecha as¨ª los frutos de la versi¨®n petrificada del islam que irradia y que puede acabar teniendo un efecto boomerang sobre el conjunto de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga y sobre su aliado norteamericano. El terreno est¨¢ abonado no s¨®lo por razones religiosas sino tambi¨¦n econ¨®micas: En los ¨²ltimos veinte a?os la renta per c¨¢pita de los saud¨ªes cay¨® de 15.000 a 7.000 d¨®lares anuales.
Incluso en aquellos pa¨ªses musulmanes que propugnan un islam menos ortodoxo, apenas existe debate sobre la puesta al d¨ªa de la religi¨®n. El Estado suele nombrar al clero y, a trav¨¦s de ¨¦l, intenta aleccionar a los fieles.
No en balde, el Ministerio marroqu¨ª de Habus (asuntos religiosos) cambi¨®, por ejemplo, la pr¨¦dica que el 14 de septiembre deb¨ªan leer los ulemas en las mezquitas. Tres d¨ªas despu¨¦s de los atentados quiso hacer hincapi¨¦ en el car¨¢cter pac¨ªfico del islam.
'La religi¨®n es un instrumento de ejercicio del poder', se?ala Galindo, que es tambi¨¦n profesor de la Universidad de Comillas. '?Que me digan en qu¨¦ lugar del Cor¨¢n est¨¢ escrito que pol¨ªtica y religi¨®n deben ir de la mano!'. Permitir la discusi¨®n para renovar el dogma es poner en riesgo la estabilidad del poder dictatorial.
'De ah¨ª que el estudio cr¨ªtico del Cor¨¢n y de sus fuentes sea una labor que llevan sobre todo a cabo los pensadores musulmanes expatriados', explica Galindo. 'Los que trajaban desde dentro, desde el mundo ¨¢rabe, lo hacen con discreci¨®n' y sus escritos apenas trascienden.
M¨¢s de una vez este corresponsal ha escuchado a profesionales musulmanes confesar, tras una larga charla distendida, que 'la actual interpretaci¨®n del islam es un obst¨¢culo para el desarrollo econ¨®mico y pol¨ªtico' de las sociedades ¨¢rabes como lo fue, por ejemplo, la Inquisici¨®n para las cat¨®licas. En p¨²blico nunca se arriesgar¨ªan a repetir tal 'herej¨ªa'.
En el magma de declaraciones que han acompa?ado los atentados han surgido, no obstante, algunas voces que apuestan por el aggiornamento del islam. '?Como es posible que si esta teolog¨ªa guerrera del radicalismo revanchista es s¨®lo un detalle minoritario e insignificante, nadie se atreva a denunciarla abiertamente y a se?alar sus or¨ªgenes?', afirma Murad Faher, autor de un libro de referencia sobre el Cor¨¢n.
'?Hasta cuando permanecer¨¢ el Cor¨¢n secuestrado entre las manos de estos te¨®logos medievales que se empe?an en momificarlo (...), que le privan de vida propia, del dinamismo y del esp¨ªritu de reforma que marc¨® su nacimiento?', prosigue Faher. 'Hay que aprovechar la ocasi¨®n de estos acontecimientos tr¨¢gicos para iniciar una verdadera reflexi¨®n de fondo', concluye.
El escritor indo-paquistan¨ª Ibn Warraq recog¨ªa el guante escribiendo en la revista francesa Marianne que 'para los musulmanes moderados ha llegado la hora de ponerse en pie y de contarse'. 'A ellos les corresponde poner honestamente en tela de juicio los principios de su fe. Reconocer el papel del Cor¨¢n en la propagaci¨®n de la violencia. A ellos, por fin, les toca poner ese libro en perspectiva: Un texto redactado por el hombre, que contiene serios errores, morales, hist¨®ricos y cient¨ªficos. Un texto construido sobre principios superados'.
Voces desde dentro
Tanto Mourad Faher como Ibn Warraq no residen en el mundo isl¨¢mico. Les resulta m¨¢s f¨¢cil reivindicar la puesta al d¨ªa. Aunque m¨¢s cautas, las voces que desde los pa¨ªses ¨¢rabes invitan a reflexionar tienen m¨¢s m¨¦rito. 'Hoy tenemos que tener el coraje de hacer una autocr¨ªtica nada complaciente', escrib¨ªa en el diario marroqu¨ª L'Opinion Jalid Jamai, uno de los periodistas m¨¢s independientes. Es necesario, continuaba Jamai, 'reconocer nuestra responsabilidad en la percepci¨®n del islam que tienen los pueblos occidentales...'.
Curiosamente, hasta los islamistas marroqu¨ªes de Justicia y Caridad, dirigidos por el jeque Yassin, han querido desmarcarse del wahabismo saud¨ª. El r¨¦gimen saud¨ª 'no se imaginaba', escrib¨ªa Nadia Yassin, la hija del jeque, 'que la rigidez del instrumento y su enfoque sesgado de los textos religiosos tendr¨ªan un efecto contraproducente que rebasa los l¨ªmites trazados para terminar golpeando las cabezas de sus propios ciudadanos'.
La desactivaci¨®n del odio, entremezclado a veces con admiraci¨®n, que muchos ¨¢rabes profesan a EE UU, pasa en parte por la modificaci¨®n de la pol¨ªtica norteamericana en Oriente Pr¨®ximo. El presidente George Bush parece haberlo entendido cuando, el jueves pasado, se pronunci¨®, en una conversaci¨®n telef¨®nica con el rey Mohamed VI, por la aplicaci¨®n de las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad.
Concilio de Trento
Pero no basta con apaciguar la virulencia del conflicto palestino-israel¨ª. En opini¨®n de buena parte de los arabistas europeos la iniciativa m¨¢s eficaz consistir¨ªa en alentar la apertura y la democratizaci¨®n de las sociedades ¨¢rabes e intentar separar pol¨ªtica y religi¨®n. 'El islam no necesita todav¨ªa un Concilio Vaticano II, requiere primero un Concilio de Trento', que termin¨® en 1563, sostiene un diplom¨¢tico arabista.
'Contener el auge del islamismo, impedir su radicalizaci¨®n se consigue evitando marginarles en una oposici¨®n ilegal, incit¨¢ndoles a participar en una vida pol¨ªtica democr¨¢tica', asegura Mohamed Darif, profesor de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad de Mohamedia (Marruecos) y autor de varios libros sobre el fen¨®meno.
Aunque se refiere ante todo a los islamistas de su propio pa¨ªs, Darif cree que 's¨®lo con su inserci¨®n en las instituciones se dar¨¢n cuenta que la utopia con la que sue?an es una cosa y la realidad del ejercicio del poder, o de su control parlamentario desde la oposici¨®n, es otra muy diferente'.
Adem¨¢s de la sorprendente evoluci¨®n del Hezbol¨¢ en L¨ªbano, hay otros ejemplos alentadores. El Ir¨¢n radical de Jomeini desarrolla 22 a?os despu¨¦s de la revoluci¨®n isl¨¢mica una t¨ªmida experiencia democr¨¢tica de la mano de su presidente, Mohamed Jatam¨ª, qui¨¦n propugna un di¨¢logo de civilizaciones con el mundo cristiano. El viernes 14 de septiembre la oraci¨®n en la gran mezquita de Teher¨¢n no concluy¨®, por primera vez, con el grito de '?Muerte a Am¨¦rica!'.
Aunque a menor escala, m¨¢s llamativa resulta la experiencia en curso en el peque?o emirato de Bahrein cuyos 640.000 habitantes se pronunciaron en febrero por una bater¨ªa de reformas que desembocar¨¢n, dentro de un par de a?os, en la instauraci¨®n de una monarqu¨ªa constitucional con tres poderes independientes.
Antes de la consulta, el todav¨ªa monarca absoluto, el jeque Hamad al Jalifa, hab¨ªa amnistiado a los ¨²ltimos presos de conciencia al tiempo que permit¨ªa el regreso de los exiliados a los que el Estado se compromet¨ªa incluso a ayudar a encontrar trabajo.
Tras la guerra del Golfo, el padre del actual presidente norteamericano tuvo la oportunidad hist¨®rica de exigir a Kuwait, al que los ej¨¦rcitos occidentales acababan de liberar de la ocupaci¨®n iraqu¨ª, su conversi¨®n en una democracia plena. No lo hizo y el parlamento kuwait¨ª, dotado de escasos poderes, sigue siendo elegido por un censo min¨²sculo que no incluye a las mujeres.
El caso de T¨²nez
Los europeos tambi¨¦n llevan su parte de responsabilidad. Primer pa¨ªs mediterr¨¢neo en firmar un acuerdo de asociaci¨®n con la Uni¨®n Europea, T¨²nez es el ni?o mimado de los Quince pese a que el r¨¦gimen del presidente Zin el Abidin Ben Ali se ha endurecido en los ¨²ltimos a?os encarcelando a la oposici¨®n sociadem¨®crata y a periodistas d¨ªscolos. Previamente, a principios de los noventa, reprimi¨® con dureza a los islamistas.
Un detalle ilustra, entre otros muchos, la afabilidad de Bruselas con Ben Ali. La Comisi¨®n Europea cuenta con un programa que concede peque?as subvenciones a las asociaciones que en la ribera sur del Mediterr¨¢neo fomentan los derechos humanos, sindicales etc¨¦tera.
En el caso de T¨²nez, una orden escrita en 1996 obligaba a conceder a organizaciones afines al r¨¦gimen las mismas cantidades con las que se sufragaba a los aut¨¦nticos defensores de los derechos humanos, como la Liga tunecina de derechos humanos.
Por su tradici¨®n relativamente laicista, por su desarrollo sostenido de estos ¨²ltimos a?os, por el nivel de educaci¨®n de sus ciudadanos y la aparici¨®n de una nutrida clase media, T¨²nez es probablemente el pa¨ªs ¨¢rabe que m¨¢s condiciones objetivas re¨²ne para transformarse en democracia. 'Tiene un acerbo magn¨ªfico para dar el salto', asegura Kamel Jendubi, exiliado en Par¨ªs. S¨®lo hace falta que le ayuden.
Por ahora, sin embargo, Ben Ali y sus ministros no parecen temer las presiones occidentales. A juzgar por los comentarios de su prensa oficialista, m¨¢s bien celebran que Occidente se haya percatado por fin del peligro integrista que ellos ya vislumbraron a finales de los ochenta cuando asestaron los primeros golpes a los islamistas.
Es posible que Occidente se haya dado cuenta tarde de la amenaza que suponen Bin Laden y sus secuaces, pero a¨²n est¨¢ a tiempo de comprender que la eliminaci¨®n del sustrato del terrorismo isl¨¢mico pasa por la transformaci¨®n de reg¨ªmenes dictatoriales como el tunecino.
![J¨®venes queman las banderas brit¨¢nicas y estdounidense, en una manifestaci¨®n de universitarios cairotas](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/OAWLJJL7SKQT2MQXC5DZB6YAXE.jpg?auth=f101fa89890e6220a180d0a4f3abcacb1507d4a4cfdb0fc1658f420b7d8af52d&width=414)
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