Escapar del infierno
Decenas de refugiados cruzan cada d¨ªa el frente de Dow Raee para huir de los bombardeos de Kabul
El frente de Dow Raee escupe cada d¨ªa decenas de refugiados procedentes de Kabul. Aparecen hacinados en el interior de carricoches o sentados en el techo, siempre rodeados de bultos y cubiertos de polvo. Unos huyen de los bombardeos norteamericanos; otros, escapan del terror del r¨¦gimen talib¨¢n.
Manega es una mujer que carece de rostro; se esconde detr¨¢s de una burka azul, como la mayor¨ªa de las afganas. Su voz sin ojos llega cansada a trav¨¦s de una rejilla min¨²scula desde la que escudri?a un mundo de cuadr¨ªculas. 'Mi marido y tres de mis hijos murieron el domingo en Karga, cuando una bomba americana cay¨® cerca de nuestra casa. Salv¨¦ la vida porque tuve miedo y me escond¨ª', asegura entre sollozos con su beb¨¦ de dos meses en los brazos. Le quedan tres hijos y un hermano. Con ellos cruz¨® ayer el frente por Dow Raee para recaudar dinero entre sus parientes del otro lado.
Sarae Shamali dej¨® Kabul a las cinco de la tarde del martes. Ha caminado las dos ¨²ltimas horas hasta alcanzar territorio de la Alianza del Norte. ?l no huye de nada, s¨®lo cruza la frontera cada semana para mercadear algunos bienes. '?sta es la ¨²ltima vez que paso solo; la pr¨®xima, regresar¨¦ junto a mi familia para no regresar jam¨¢s a Kabul. La presi¨®n de los talibanes es insoportable', dice. 'Los ataques afectan a las instalaciones militares. Hay pocos muertos civiles. Pero la situaci¨®n es p¨¦sima: no hay electricidad y el agua escasea; en el mercado hay comida, pero los precios son m¨¢s caros; casi nadie puede comprar'.
Seg¨²n Abadul Nawah, los bombardeos diurnos comenzaron hace un par de d¨ªas y est¨¢n diezmando la moral de los defensores. 'Est¨¢n nerviosos, pero a¨²n no parecen derrotados', afirma. 'Los talibanes esconden los carros de combate y otras armas en zonas civiles', se queja Mohamed Azam, de 48 a?os. Tiene el grado de coronel y es tayiko, como la inmensa mayor¨ªa de los habitantes de la capital. Trabajaba en la sede del Ministerio de Defensa de Kabul, hoy destruido. 'Hace unas semanas me echaron porque ya no se fiaban de m¨ª; me dijeron: 'Vete con tu gente'. Azam viv¨ªa en el barrio de Adriana y tambi¨¦n sostiene que los ataques son precisos. 'El aeropuerto est¨¢ destrozado; lo he visto con mis propios ojos. Las casas no han sido alcanzadas, pero tienen los cristales rotos'.
Otro testigo relata que aviones norteamericanos destruyeron en la noche del martes un importante dep¨®sito de combustible en Karga. 'All¨ª se encuentra la sede del octavo batall¨®n; en los d¨ªas anteriores transportaron combustible de otro lugar de Kabul para esconderlo all¨ª. Las llamas se ve¨ªan desde toda la ciudad'. Qarban lleva turbante y tiene la piel p¨¢lida. Acaba de salvar el ¨²ltimo control talib¨¢n. 'Nos registran la ropa, pero no ponen obst¨¢culos, tal vez porque quieren que los tayikos nos marchemos de Kabul'. Qarban dice que el p¨¢nico de los primeros d¨ªas ha pasado. 'Nos hemos acostumbrado un poco a las bombas y sabemos que s¨®lo caen sobre objetivos militares. Fue mucho m¨¢s duro cuando estaban los rusos'.
Madon Kham, otro refugiado tayiko, sostiene que los talibanes han sufrido muchas bajas. 'Su moral no es buena; esta semana llegaron decenas de voluntarios ¨¢rabes para reforzar la defensa de Kabul. No s¨¦ por d¨®nde han entrado, pero creo que vienen del sur, de Kandahar. Algunos de esos ¨¢rabes se escondieron en una vivienda durante la noche, pero ayer una bomba cay¨® sobre ella. Deben de estar todos muertos porque la casa qued¨® envuelta en llamas'. Qarban apunta que el ataque contra la sede de la ONU en Kabul se debi¨® a que los talibanes hab¨ªan escondido combustible en ella.
Esos bombardeos de precisi¨®n sobre una casa habitada por voluntarios de origen ¨¢rabe y sobre los escondrijos de gasolina en zonas civiles parecen demostrar que comandos especiales norteamericanos y brit¨¢nicos se hallan sobre el terreno, pues esa informaci¨®n es casi imposible de obtener a trav¨¦s de los sat¨¦lites u otros medios de espionaje electr¨®nico. Esos comandos no s¨®lo tienen la misi¨®n de revelar posibles objetivos, tambi¨¦n disponen de los equipos adecuados para guiar a los aviones hasta ellos.
'Cada noche, los talibanes mueven sus armas en direcci¨®n a las l¨ªneas del frente, porque ¨¦stas nunca han sido atacadas hasta ahora; en ellas se sienten seguros. Despu¨¦s, al amanecer, retornan a Kabul. Pero esta t¨¢ctica empieza a resultar in¨²til porque muchos ataques ocurren durante el d¨ªa', dice Karim, de 32 a?os. 'En Kabul, la gente est¨¢ contenta con los bombardeos y desea que la Alianza del Norte entre en la ciudad', a?ade. 'Entre los pastunes no es lo mismo; algunos est¨¢n a favor, pero otros muchos claman venganza contra Estados Unidos', apunta Karim.
Ayer, a las 13.30, aviones estadounidenses atacaron las posiciones talibanes en las monta?as pr¨®ximas al aer¨®dromo de Bagram, en manos de la Alianza. No eran posiciones de primer¨ªsima l¨ªnea, pero s¨ª es la primera vez que EE UU castiga concentraciones de carros de combate tan al norte de Kabul. Seg¨²n el general aliancista Babayan, que manda el frente de Bagram, en la zona atacada ayer por los norteamericanos hay decenas de voluntarios llegados de Cachemira.
En el paso de Dow Raee, por donde cruzan a diario los refugiados -entre 25 y 100 al d¨ªa, seg¨²n Cruz Roja-, el frente parece poco activo. Las posiciones talibanes se hallan a un kil¨®metro. Los soldados de la Alianza que se encuentran all¨ª parecen m¨¢s interesados en desvalijar extranjeros que en marchar sobre Kabul. Unos kil¨®metros m¨¢s atr¨¢s, en la aldea de Kapisa, tienen colocadas varias piezas de artiller¨ªa y carros cerca de las viviendas de adobe. En la techumbre de algunas de las tiendecillas de bazar se ven posiciones de ametralladora. No parece un lugar seguro; ni para los extranjeros ni para los afganos.
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