Querida lengua, maldito dialecto
Son d¨ªas de congresos y declaraciones de amor a la lengua en Iberia, donde durante siglos (y, en algunos rincones de la huerta, todav¨ªa hoy) ha imperado la filolog¨ªa entendida como carro de combate. En Italia, donde la academia de la lengua no es real (f¨ªjense qu¨¦ nombre m¨¢s bonito: Accademia della Crusca, se llama) ni la vuelta ciclista debe terminar por fuerza en la capital, el t¨¦rmino dialecto no tiene nada de peyorativo. Est¨¢ la lengua de la tele y est¨¢n las variantes regionales, provinciales, comarcales, locales y municipales, aunque algunas de ellas (un ejemplo del norte y uno del sur: el bergamasco y el napolitano) constituyan, desde el punto de vista filol¨®gico, pr¨¢cticamente idiomas por s¨ª mismos. En Italia tan pronto puedes o¨ªr hablar del dialecto pugliese (de la regi¨®n de la Puglia) como del dialecto barese (de la capital, Bari) sin que ning¨²n tanque tome la calle.
Semana de la Lengua Italiana en el Mundo. El Instituto Italiano de Cultura de Barcelona se ha sumado al evento. El italiano es una lengua con una academia que no es 'real'
De lo antedicho se desprende, por decirlo al Mart¨ªnez style: a) que en Italia s¨®lo los fil¨®logos son fil¨®logos; y b) que gozan de mucha mejor salud mental que los fil¨®logos catalanes, o sea, todos nosotros. Una de ellos (de los primeros) es Carla Marello, profesora de Did¨¢ctica de la Lengua en la Universidad de Torino, es decir, especialista en ense?ar a ense?arla. Que es lo que ha venido a hacer esta semana a Barcelona, invitada por el Instituto Italiano de Cultura, como actividad central de la Primera Semana de la Lengua Italiana en el Mundo (que se celebrar¨¢ simult¨¢neamente en los 93 institutos italianos de cultura esparcidos por el globo). Marello, que no en vano forma parte, adem¨¢s de la Crusca, de la CLIC (Consulenza Linguistica per l'Italiano Contemporaneo), es consciente de que la mayor¨ªa de los extranjeros que estudian italiano lo hacen por amor (seg¨²n ella, en cambio, la pasi¨®n que sacude hoy mismo Italia por el espa?ol obedece m¨¢s a motivos econ¨®micos que emocionales), as¨ª que, despachado en un santiam¨¦n el mayor problema del italiano actual, la invasi¨®n de angloamericanismos, nos deleit¨® con un ejercicio mucho m¨¢s interesante: comprobar qu¨¦ imagen ha dado el cine de la lengua italiana, desde aquel idioma teatral y enyesado del primer sonoro, donde el campesino hablaba igual que el abogado, hasta el actual puzzle de dialectos y registros que recoge modismos de todas las clases sociales y geogr¨¢ficas. 'Tot¨® fue el gran renovador del idioma en el celuloide, introduciendo t¨¦rminos de su invenci¨®n que despu¨¦s han pasado al lenguaje popular y de ah¨ª al diccionario (como cuando trata de hacerse entender por un urbano milan¨¦s: 'Noyo vulevam savuar...'). Hace poco incluso le han dedicado una plaza en Cuneo porque uno de sus personajes dice en una ocasi¨®n: 'Yo soy un hombre de mundo, hice la mili en Cuneo'. Del dialecto como pincelada folcl¨®rica se pas¨® a un uso sociol¨®gico con Rossellini (Roma, citt¨¤ aperta, Pais¨¤, con la Magnani desga?it¨¢ndose en romanesco), casi parox¨ªstico en Pasolini (Accattone, con su romanesco de bajos fondos) y m¨¢gico en Fellini (Otto e mezzo, en roma?olo). La expansi¨®n del g¨¦nero fue creando en los a?os cincuenta y sesenta lo que en la Accademia llamamos 'italiano de uso medio', empobrecido respecto al cl¨¢sico pero comprensible para los hablantes de toda la pen¨ªnsula, aunque Sergio Leone segu¨ªa dando a los sheriffs de sus spaghetti-western (que firmaba como Bob Robertson) unos di¨¢logos la mar de refinados, al tiempo que triunfaba La armata brancaleone, un pastiche ling¨¹¨ªstico medievalizante que ha dado origen a multitud de expresiones populares en todo el pa¨ªs. Finalmente, en los setenta y ochenta se produjo la explosi¨®n multidialectal, del siciliano al v¨¦neto y del genov¨¦s al molisano, coronada por el fen¨®meno Massimo Troisi, al que a duras penas entienden los propios napolitanos'.
Seg¨²n Marello, que ya de peque?ita mataba de aburrimiento a sus padres yendo diez veces a ver el mismo filme ('lo de menos era el argumento, lo interesante era c¨®mo hablaban los personajes'), ir al cine es una de las mejores maneras de aprender un idioma: 'A medida que el alumno avanza en el aprendizaje debe ir repitiendo las pel¨ªculas, as¨ª aprender¨¢ a captar los matices, distinguir las inflexiones, aumentar el vocabulario... y si realmente es buen estudiante, alg¨²n d¨ªa, quiz¨¢, intuir lo que dice Troisi'.
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