La compleja red de la violencia antisistema
'Okupas', independentistas y libertarios confluyen en la reiterada explosi¨®n de enfrentamientos callejeros en Barcelona
Ciento diecisiete acciones de violencia callejera en lo que va de a?o. ?se es el balance de la actividad de los grupos antisistema que ha elaborado la Delegaci¨®n del Gobierno en Catalu?a, pero en esa cifra se incluyen actividades muy diversas, desde una pintada en una sede del PP con la frase 'Pim, pam, pum' hasta los destrozos valorados en m¨¢s de 100 millones de pesetas que se produjeron en la manifestaci¨®n antiglobalizaci¨®n del 24 de junio en Barcelona. Las acciones m¨¢s frecuentes fueron la colocaci¨®n de artefactos explosivos y/o incendiarios de fabricaci¨®n casera (65), casi siempre contra oficinas bancarias. Tambi¨¦n se produjeron, seg¨²n la estad¨ªstica policial, 39 manifestaciones con final violento y 15 actos de amenazas directas a personas; por ejemplo, pintar una diana en la puerta de la vivienda de un inspector de polic¨ªa, o destrozos en sedes de partidos.
A la vista de esas cifras ?puede hablarse de una kale borroka a la catalana? Excepto el PP de Catalu?a y la Delegaci¨®n del Gobierno, ning¨²n partido pol¨ªtico o instituci¨®n considera que sea as¨ª, aunque se admite sin reparos que los actos de violencia callejera van en aumento, especialmente en la ciudad de Barcelona. Los que niegan la existencia de la kale borroka recuerdan que a los autores de esos actos de vandalismo no les agrupa, como a los abertzales radicales del Pa¨ªs Vasco, una sola ideolog¨ªa. 'Aqu¨ª nos une una premisa m¨ªnima: la lucha contra el sistema, y a partir de ah¨ª, cada grupo se organiza a su manera', explica un miembro de un grupo alternativo. Lo cual no impide que en fechas se?aladas puedan confluir en un objetivo com¨²n. Fue en Barcelona con motivo de la manifestaci¨®n antiglobalizaci¨®n y tambi¨¦n el pasado 12 de octubre, en una manifestaci¨®n convocada por una autodenominada plataforma antifascista en el barrio de Sants, que termin¨® con graves destrozos y 21 detenidos.
En Catalu?a, los j¨®venes antisistema violentos se agrupan en tres colectivos: el movimiento okupa, los grupos anarquistas y los independentistas radicales. Un detallado estudio realizado por la polic¨ªa hace un a?o, el ¨²ltimo que se ha hecho de este tipo, cuantifica incluso sus efectivos: 1.660 j¨®venes que participan habitualmente en actos violentos, y 3.980 que lo hacen espor¨¢dicamente. Pero hay que tener en cuenta que en algunos casos puede existir una doble y hasta triple militancia. Por ejemplo, hay quien se define como anarquista-independentista y, adem¨¢s, forma parte del movimiento okupa.
La polic¨ªa asegura que la crisis ideol¨®gica del marxismo provoc¨® entre estos colectivos de j¨®venes un campo ideol¨®gico de nuevo cu?o definido como 'neolibertarismo', en el que existen tambi¨¦n 'brotes de principios independentistas'. Desglosados por grupos, los habituales del activismo radical se distribuyen as¨ª: unos 780 forman parte de grupos okupas; otros 450, de grupos independentistas radicales; 335, de colectivos anarquistas, y unos 95, de lo que la polic¨ªa define como 'colectivos revolucionarios de izquierdas'.
Otra diferencia con respecto a la situaci¨®n del Pa¨ªs Vasco es que en Catalu?a tampoco existe una organizaci¨®n juvenil fuerte y estructurada, como lo fue en su d¨ªa Jarrai o despu¨¦s Haika, en torno a la cual se organizan estos movimientos, ni una planificaci¨®n dise?ada por unos estrategas. 'Nuestras estructuras son asamblearias y los abertzales tienen una estructura vertical', asegura otro joven antisistema de Barcelona. Existe, eso s¨ª, en algunos de estos colectivos, especialmente entre los independentistas radicales, una fascinaci¨®n por el modelo vasco de violencia callejera. 'En algunas manifestaciones que se hacen en Catalu?a hay m¨¢s ikurri?as que banderas catalanas independentistas', asegura un mando policial. Son estos colectivos los que organizan actos de favor en los presos etarras o acogen conferenciantes del entorno abertzale m¨¢s radical.
La Delegaci¨®n del Gobierno teme que ese movimiento de violencia callejera se consolide y arraigue en Catalu?a. 'Lo peor que se puede hacer es negar que existen y pensar que no pasa nada', dice un portavoz, quien recuerda que ETA recurri¨® a esos grupos alternativos -en este caso okupas- para formar el comando Barcelona con activistas legales (no fichados por la polic¨ªa), desarticulado parcialmente el pasado mes de enero y totalmente a finales de agosto.
Los okupas se desmarcaron en su d¨ªa de manera clara de ETA y criticaron los intentos de criminalizaci¨®n de todo el colectivo por parte de la Delegaci¨®n del Gobierno. Se defienden asegurando que en su movimiento nadie pregunta a nadie c¨®mo piensa. Pero en c¨ªrculos del propio movimiento okupa se admite que el independentismo radical y las vinculaciones de algunos miembros con ETA ha debilitado la labor que desde hace a?os vienen desarrollando como colectivos alternativos.
Catalu?a es, con mucha diferencia, el territorio de Espa?a donde el movimiento okupa est¨¢ m¨¢s arraigado. Si en algo coinciden la polic¨ªa y estos colectivos es en que la represi¨®n policial o judicial contra ellos sirve en muchos casos de elemento de acercamiento y cohesi¨®n entre grupos de diferente ideolog¨ªa. Les une sentirse perseguidos.
Pero la actuaci¨®n policial es muchas veces inevitable a la hora de ejecutar una orden judicial de desalojo. Hasta que la okupaci¨®n se tipific¨® como un delito, muchos de los incidentes de violencia callejera que ahora acompa?an a un desalojo no se produc¨ªan. 'El debate no es si la polic¨ªa o nosotros somos violentos. El debate es qu¨¦ alternativas se ofrecen desde el poder al problema de la okupaci¨®n y si se piensa o no abordar pol¨ªticamente', afirma un portavoz del movimiento okupa.
La polic¨ªa admite en su informe que la penalizaci¨®n de la okupaci¨®n, introducida en 1995 en el C¨®digo Penal, es un factor que explica el aumento y expansi¨®n de estos movimientos, pero tambi¨¦n cita otros, como 'el tratamiento esmerado de ciertos ayuntamientos' hacia estos j¨®venes, algunas sentencias absolutorias de okupas, el apoyo de ciertos grupos pol¨ªticos y el protagonismo que adquieren en los medios de comunicaci¨®n.
Muchos de estos j¨®venes pertenecen a clases sociales bajas, pero cada vez es m¨¢s frecuente que entre los detenidos acusados de violencia callejera haya hijos de familias muy acomodadas e incluso de concejales de partidos de izquierda. 'Eso no nos preocupa, porque vienen a nuestros locales y se van a dormir a sus casas', asegura un portavoz de los okupas. En este sentido, un portavoz oficial de la Delegaci¨®n del Gobierno es muy expl¨ªcito cuando asegura que 'si hici¨¦semos alg¨²n estudio geneal¨®gico de los detenidos, tendr¨ªamos alguna sorpresa'.
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