Regulaciones mundiales
Durante muchos a?os pareci¨® que los sindicatos eran los ¨²ltimos a los que palabras como justicia y solidaridad todav¨ªa les dec¨ªan algo. Nos llamaban dinosaurios porque quer¨ªamos ganar nuestro dinero con un trabajo digno e incluso exig¨ªamos el derecho al trabajo. De repente, este tema ha vuelto a la actualidad. Tras la cumbre de G¨¦nova, incluso en los medios de comunicaci¨®n se exigi¨® que se ci?esen las riendas de un capitalismo que se hab¨ªa vuelto salvaje. En toda Europa se alzaron hombres en busca de un mundo m¨¢s justo, y no fueron los antiguos luchadores. Se trata de una nueva generaci¨®n que ha crecido con la globalizaci¨®n y el milagro de la Bolsa, y que probablemente sepa, precisamente por eso, que, si no decidimos por fin nosotros mismos nuestro futuro, no lo tendremos.
Despu¨¦s de diez a?os de globalizaci¨®n, cada vez hay menos dudas acerca de sus resultados: el mundo se ha hecho cada vez m¨¢s injusto. La brecha entre los que est¨¢n arriba y los que est¨¢n abajo, entre los pa¨ªses pobres y los pa¨ªses ricos, es cada vez mayor; el desempleo ha aumentado a escala mundial y disminuye la esperanza de que nuestros hijos hereden un mundo digno de ser vivido. Todo el que exija a¨²n m¨¢s desregulaci¨®n est¨¢ renunciando al futuro. Los hombres, y no los mercados, deben gobernar este mundo, si es que queremos que sea m¨¢s humano. Para ello se necesitan normas. Las empresas multinacionales necesitan regulaciones globales. Son necesarias cl¨¢usulas sociales y medioambientales de aplicaci¨®n general, as¨ª como regulaciones m¨ªnimas comunes en la competencia internacional. Adem¨¢s se debe revisar el control de la concesi¨®n de cr¨¦ditos del Fondo Monetario Internacional y mejorar las normas de tributaci¨®n de las multinacionales.
Reprocho a los defensores de las teor¨ªas econ¨®micas neoliberales y a gran parte de las empresas de actividad internacional que s¨®lo aprovechen la creciente globalizaci¨®n en beneficio de sus intereses. Los consorcios se dedican a jugar al Monopoly a una escala mundial. Se fusionan, se compran o se absorben indiscriminadamente. Los lemas de esta nueva econom¨ªa de mercado son la desregulaci¨®n, la liberalizaci¨®n y la flexibilizaci¨®n. A los protagonistas de la globalizaci¨®n, frecuentemente s¨®lo les interesan los mercados y los beneficios, el capital y el poder. El destino de los trabajadores no desempe?a ning¨²n papel para ellos, se ha convertido en algo secundario.
Frente a esta tendencia, los sindicatos europeos se han comprometido a establecer una pol¨ªtica que tenga como n¨²cleo la creaci¨®n de empleo y la justicia social. Luchamos por un mundo en el que se distribuyan de un modo justo el trabajo y el bienestar, en el que los ricos no se hagan m¨¢s ricos, y los pobres, m¨¢s pobres. Ya en a?os pasados, los europeos han demostrado muchas veces que no estaban dispuestos a renunciar tan f¨¢cilmente a los avances del Estado del bienestar. En los a?os noventa, han derrotado a Gobiernos conservadores porque ¨¦stos se han mostrado ejecutores obedientes de los idearios neoliberales. Por eso, a¨²n veo la posibilidad de conseguir una configuraci¨®n justa del futuro. Dicha posibilidad es m¨¢s evidente en Europa que en otra parte; en especial se?alo para este fin a la UE y a la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria, ya que pueden construir una 'casa europea' estable y servir de ejemplo a otras regiones en los ¨¢mbitos de pol¨ªtica social y empleo.
Pero tambi¨¦n los trabajadores y los sindicatos debemos desarrollar nuestra cooperaci¨®n internacional. Si los consorcios se fusionan a escala global y las empresas se internacionalizan, nosotros debemos hacer lo mismo con las estructuras de nuestras organizaciones. Es necesario crear una red de sindicatos m¨¢s tupida y eficaz. S¨®lo as¨ª se pueden elaborar estrategias transnacionales y llevarlas conjuntamente a la pr¨¢ctica. En este contexto considero muy positivo el trabajo de los consejos de empresa europeos. La mayor¨ªa de los casi 600 consejos de empresa son muy j¨®venes. Muchos de ellos a¨²n est¨¢n desarrollando su papel como actores independientes en el entramado europeo de relaciones laborales. No obstante, ¨¦sa es la direcci¨®n correcta: unidos pueden contrarrestar mejor el poder de los consorcios -que act¨²an en Europa y en el mundo entero- que separados y desde el ¨¢mbito nacional. ?ste es el reto y la oportunidad para Europa, donde el di¨¢logo, la cooperaci¨®n y la responsabilidad social gozan de una buena tradici¨®n. Espero que en G¨¦nova los Gobiernos europeos hayan aprendido por lo menos esto; que abran al di¨¢logo su pr¨®xima cumbre, en lugar de fortificarse. Un di¨¢logo sobre las normas m¨ªnimas del comercio mundial, la condonaci¨®n de la deuda para los pa¨ªses m¨¢s pobres y el control de los mercados financieros internacionales. Tambi¨¦n espero que las empresas no se cierren a ese di¨¢logo. Tienen que v¨¦rselas con un amplio movimiento democr¨¢tico, que es de ¨¢mbito europeo por primera vez. Europa es m¨¢s amplia de lo que piensan.
Klaus Zwickel es presidente del Sindicato Alem¨¢n de la Metalurgia (IGMetall).
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