Las dificultades de sacar el crucifijo del aula
Varios colectivos andaluces luchan por conseguir una educaci¨®n p¨²blica totalmente laica
Algunos crucifijos todav¨ªa presiden las aulas. Algunos profesores a¨²n rezan al comenzar la clase. Estas dos situaciones, que muchos ciudadanos de mediana edad en adelante han vivido y recuerdan perfectamente, a¨²n no ha sido totalmente erradicada de los colegios andaluces. Y contra ello, luchan como pueden un pu?ado de profesores y padres de alumnos agrupados en colectivos cuyo objetivo es conseguir una ense?anza p¨²blica verdaderamente laica, de acuerdo a la norma constitucional de aconfesionalidad del Estado y derecho a la libertad religiosa.
La Asociaci¨®n Pi y Margall por la ense?anza p¨²blica y laica naci¨® en Motril (Granada) a finales de 1999, a partir de la iniciativa de algunos padres sorprendidos por el auge de la religi¨®n en el colegio p¨²blico Virgen de la Cabeza de la ciudad. Ni?os no bautizados e incluso alumnos de familias musulmanas asist¨ªan puntualmente a las clases de religi¨®n cat¨®lica. Lo que en realidad estaba ocurriendo, seg¨²n los miembros del colectivo, era que el colegio no ofrec¨ªa alternativas suficientes para quienes no deseaban dar clases de religi¨®n.
No todo es tan sutil como esos entresijos administrativos, m¨¢s que habituales en numerosos colegios concertados; la ¨²ltima lucha de la treintena de miembros de Pi y Margall es la retirada de todos los s¨ªmbolos religiosos de las aulas. Este mismo mes de octubre elevaron una queja por la existencia de bustos de santos en la biblioteca del colegio. En marzo de 2000 ya hab¨ªan enviado un escrito al director de su centro para que retirara un crucifijo que a¨²n quedaba en la pared de un aula, tras recibir la denuncia del padre de uno de los alumnos que estudiaba en esa clase. Como si estuviera pegado con el pegamento m¨¢s fuerte, la queja pas¨® por el director, por el Consejo Escolar del centro y por la Delegaci¨®n Provincial de Educaci¨®n. El padre no consigui¨® que retiraran el crucifijo.
Queja al Defensor
A la vista de todo eso, ?ngel Ram¨ªrez, presidente de la asociaci¨®n, le pregunt¨® por escrito al Defensor del Pueblo Andaluz, Jos¨¦ Chamizo, sobre la legalidad o no de la presencia de s¨ªmbolos religiosos en aulas, pasillos y despachos de los colegios p¨²blicos.
Tras una larga reflexi¨®n, el propio Chamizo concluye la presencia de s¨ªmbolos religiosos -e incluso la existencia de salas dedicadas, por ejemplo, a capillas- no vulneran por s¨ª mismos el principio de aconfesionalidad del Estado ni el derecho a la libertad religiosa. Sin embargo, el Defensor del Pueblo andaluz aclara que 'los s¨ªmbolos religiosos colocados en aulas donde se imparta ense?anza de asistencia obligatoria, en centros docentes p¨²blicos, puede vulnerar el derecho a la libertad religiosa de las personas y, por tanto, deben ser retirados cuando as¨ª lo solicite alguno de los que se consideren afectados'. Es decir, se pueden poner y, si alguien se queja, entonces habr¨¢ que quitarlos.
Como el grupo de Motril, en Andaluc¨ªa existen otro pu?ado de colectivos en defensa de la ense?anza laica. Jos¨¦ Luis Barella, m¨¦dico y padre de alumno, es miembro del Colectivo Galileo de ?beda (Ja¨¦n) y Sebasti¨¢n Arag¨®n pertenece a otro colectivo, Aspuela, de Chiclana (C¨¢diz). Ambos opinan que en los colegios se viven una situaci¨®n de agravio entre quienes dan religi¨®n y quienes no, obligados a pasar esas horas en la biblioteca leyendo o perdiendo el tiempo. Antonia Jim¨¦nez es maestra y directiva del colegio p¨²blico Nuestra Se?ora de la Misericordia de Torreperogil, adem¨¢s de miembro de un grupo de renovaci¨®n pedag¨®gica. Jim¨¦nez reconoce que a¨²n se ven demasiados s¨ªmbolos religiosos en las aulas, que en el mes de mayo se montan altares para el mes de las flores y que, algunos docentes comienzan sus lecciones cada ma?ana con un ave mar¨ªa.
Jim¨¦nez insiste en que tienen que luchar con los sutiles vericuetos eclesi¨¢sticos: los curas del lugar , seg¨²n ella, han expandido la idea de que para hacer la comuni¨®n (que se hace aproximadamente en 4? de primaria), tienen necesariamente que ir a clase de religi¨®n. Ella se ve obligada a recordar continuamente que esa ense?anza se da en las parroquias y no en las aulas p¨²blicas.
Tambi¨¦n en C¨¢diz ha habido casos problem¨¢ticos. En Prado del Rey, un pueblo en el l¨ªmite entre C¨¢diz y Sevilla, el colegio p¨²blico San Jos¨¦ celebr¨® el d¨ªa del santo que le da nombre con una ¨²nica actividad extraescolar, una misa. Seg¨²n una denuncia que se present¨® al efecto, los alumnos que no acudieran a misa se quedar¨ªan 'en clase haciendo fichas', actividad que, finalmente se convirti¨® en una redacci¨®n sobre el d¨ªa del padre. En esa misma denuncia se a?ad¨ªa que en algunos cursos se segu¨ªa rezando. Una de las denunciantes recuerda que la Delegaci¨®n Provincial les respondi¨® que si no quer¨ªa, no ten¨ªa que ir. 'Para ese viaje no necesitamos alforjas' recuerda ahora una de las afectadas, que culpa a los pol¨ªticos, sobre todo de izquierdas, de no querer entrar a fondo en el asunto.
Manifiesto de Motril
Ellos est¨¢n convencidos de que la raz¨®n est¨¢ de su parte. Los defensores de la escuela p¨²blica y laica no creen que sea buen camino verse obligados a defender su raz¨®n siempre a partir de la queja y las cartas de protesta. El punto de partida de una sociedad civil tolerante y defensora de una verdadera libertad de conciencia, opinan, radica en la neutralidad y la asepsia religiosa. Es decir, los grupos laicos opinan que no deber¨ªa ser necesario defender sus derechos siempre a partir de la queja, de la necesidad de recordar continuamente que crucifijos, clases de religi¨®n o misas en horas escolares son asuntos que, sencillamente, pertenecen a otros estamentos distintos de la escuela. Y para ello, para que a la sociedad civil lleguen sus razones, ya han comenzado a reunirse y debatir el asunto en congresos. El pasado verano, representantes de diversos colectivos celebraron en Motril el primer encuentro nacional Laicidad en Espa?a: estado de la cuesti¨®n a principios del siglo XXI, en el que debatieron la situaci¨®n y suscribieron el llamado Manifiesto de Motril, donde expresan su preocupaci¨®n ante las 'evidencias del aislamiento y retroceso en las libertades civiles y en el progreso en aquellos pa¨ªses que no han implantado una separaci¨®n real entre el Estado y las distintas confesiones religiosas' y constatan que en la actualidad no se puede hablar de 'una aconfesionalidad real del Estado espa?ol', sino de un retroceso en ella por la mayor 'presencia de la Iglesia Cat¨®lica en los ¨®rganos y estructuras del Estado y su cada vez mayor participaci¨®n en los procesos de toma de decisiones'. A partir de esa preocupaci¨®n, el manifiesto solicita 'el fortalecimiento de un Estado laico cuyos valores sean la libertad de conciencia y la autonom¨ªa de juicio, cultivada gracias a una escuela p¨²blica y laica'. Adem¨¢s, otra de las peticiones es que los cargos p¨²blicos dejen de sumarse 'a manifestaciones religiosas en el ejercicio de sus funciones' y que se elimine 'cualquier tipo de adoctrinamiento religioso de la infancia en el ¨¢mbito escolar'.
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