El peaje de lo simb¨®lico
De mil maneras lo han dicho diversos especialistas: el gran d¨¦ficit de los largos a?os del pujolismo ha sido que Catalu?a no ha progresado como debiera en su capacidad de crear valor a?adido. Y ¨¦sta es una de las fuerzas principales en la nueva econom¨ªa, que determina fuertemente el peso de cada cual en la toma de decisiones. Pujol ha apostado por el capital simb¨®lico nacional m¨¢s que por cualquier otra cosa. A cambio de ello ha dejado lastradas otras potencialidades del pa¨ªs. Por ejemplo, la escasa inversi¨®n de la Generalitat en infraestructuras y el escaso tes¨®n con que ha defendido -incluso en los momentos en que ten¨ªa minor¨ªa de bloqueo en Madrid- la inversi¨®n del Estado. Andreu Miss¨¦ documentaba ayer esta deficiencia estrat¨¦gica del pujolismo, que Mas hereda y seg¨²n parece asume, a juzgar por los datos presupuestarios del a?o pr¨®ximo. Y confirmaba que los ayuntamientos han tenido que hacer enormes esfuerzos adicionales para compensar la racaner¨ªa del Gobierno catal¨¢n. Al paso, el trabajo de Miss¨¦ explica algo muy importante: que adem¨¢s de Euskadi y Navarra, las grandes beneficiarias del Estado de las autonom¨ªas han sido las que podr¨ªamos llamar autonom¨ªas no deseadas, las que nacieron del caf¨¦ para todos. Para ellas, con menos necesidad de dispendio en simb¨®lico, el negocio ha sido redondo. De ah¨ª que no sea del todo gratuito el discurso de la Espa?a plural. Hay base material para ello y todo discurso ideol¨®gico encuentra su vigencia en un sistema de intereses que lo sustente.
Un pa¨ªs no se construye s¨®lo con signos de identidad. Y Pujol lo sabe. Recuerdo una comida hace ya algunos a?os en el Palau, con el presidente y con un grupo diverso de gentes de diversas disciplinas de la cultura. Eran tiempos en que todav¨ªa coleaban el modelo lituano y otras perversiones del ideologismo nacionalista. Se me ocurri¨® decir que para m¨ª el modelo de Catalu?a ten¨ªa que ser la Lombard¨ªa, que por algo era la primera regi¨®n europea. Algunos de los presentes intervinieron inmediatamente para reprobar el escaso sentido nacional de mis palabras. Lombard¨ªa, dijo uno de ellos, ser¨¢ una regi¨®n muy rica, pero nunca tendr¨¢ conciencia nacional. Y puesto que lo nacional es lo ¨²nico importante, la comparaci¨®n que yo propon¨ªa era absurda e incluso humillante para Catalu?a. Con gran sorpresa de los que m¨¢s se hab¨ªan mojado, Pujol dijo que a ¨¦l tambi¨¦n le gustar¨ªa que Catalu?a fuese como Lombard¨ªa, sin mengua de otros valores. ?Se ha hecho lo suficiente desde la Generalitat para que Catalu?a crezca en esta direcci¨®n? ?O al final la necesidad de poner en la balanza el peso de lo simb¨®lico ha dejado poco espacio para crear las bases infraestructurales, educativas y tecnol¨®gicas que Catalu?a necesita para no perder pie en la nueva econom¨ªa? Ciertamente los factores que componen el bienestar de un pa¨ªs son muy complejos, y se equivocan los que piensan que esto se mide en t¨¦rminos de PIB por habitante. Pero no s¨®lo de pan identitario vive el hombre, y menos en una sociedad compleja como la catalana.
El discurso identitario, como toda ideolog¨ªa, es una v¨ªa de legitimaci¨®n de un poder concreto. Las opciones presupuestarias que se hagan en su nombre no son inocentes. El dispendio en capital simb¨®lico que la Generalitat ha hecho es tambi¨¦n un modo de garantizar que sigan gobernando siempre los mismos. Aunque sea el precio de debilitar el pa¨ªs en otros terrenos. El pasado domingo Artur Mas pronunci¨® otro discurso de la serie palabras en sustituci¨®n del padre que empez¨® oficialmente en la sesi¨®n parlamentaria de censura al Gobierno y que tendr¨¢ innumerables entregas en los dos pr¨®ximos a?os. El contexto en el que se pronunci¨® el discurso era el partido, es decir, una asamblea de creyentes reunidos en congreso extraordinario para aprobar el proceso de fusi¨®n de Convergencia con Uni¨®. Tocaba, por tanto, nacionalismo versi¨®n para la familia, porque se trataba de compensar a los correligionarios que asum¨ªan con disciplina pero no sin pena la fusi¨®n con este vecino incordio que ha sido siempre Uni¨®. Y ya se sabe que no hay resentimientos m¨¢s irreconciliables que los de vecindario. El congreso trag¨®. Trag¨® demasiado. Aunque fuera por pol¨ªtica de imagen se pod¨ªan haber previsto algunas decenas de abstenciones e incluso alg¨²n voto en contra. No. Los que mandan s¨®lo se sienten satisfechos cuando obtienen una votaci¨®n a la b¨²lgara.
Volviendo al discurso de Mas. Trazado, como era de esperar, sobre la l¨®gica de un continuismo total, choca ver en el nuevo rostro de Converg¨¨ncia exactamente los mismos acentos que en el fundador. Como si el tiempo pasara en vano, decididos a explotar la receta que les ha dado tan larga hegemon¨ªa, convencidos de que nunca se agota. Artur Mas sobresali¨® en el doble lenguaje. El l¨ªder convergente m¨¢s proclive a los acuerdos estables con el PP present¨® el pacto como un matrimonio de conveniencia - 's¨®lo nos perjudicar¨¢ si nos lo acabamos creyendo'- y se permiti¨® jalear a la concurrencia con la promesa de que 'alg¨²n d¨ªa Catalu?a tome sus decisiones libremente'. Una frase que, aunque di¨¢fana en la insinuaci¨®n, caracteriza el gusto por el ejercicio de la confusi¨®n verbal permanente sobre el que ha vivido Converg¨¨ncia, sin que despu¨¦s tenga la menor traducci¨®n concreta en la realidad. Porque si algo es indudable es que Pujol nunca ha cuestionado el marco estatutario y constitucional. ?Hacer frases como la del se?or Mas es la manera de dar gusto a los creyentes para que nada cambie? Estos juegos acaban cansando incluso a los m¨¢s entregados. Y acostumbran a tener una consecuencia: abren el camino de la abstenci¨®n.
Pero lo m¨¢s destacado del discurso de Mas es otra cl¨¢usula eterna del pujolismo: Catalu?a no puede ser gobernada por partidos 'tutelados' desde fuera. No parece que sea Mas la persona m¨¢s adecuada para interpretar este alarde, precisamente cuando la pol¨ªtica del Gobierno catal¨¢n est¨¢ tutelada como nunca por un partido con sede central en Madrid, el PP. En cualquier caso, es una exclusi¨®n a priori inadmisible, porque dejar¨ªa a una mayor¨ªa de catalanes sin posibilidad de que sus partidos gobernaran nunca Catalu?a. Es, simplemente, una afirmaci¨®n que confirma que nada es gratuito. Ni la ideolog¨ªa ni los presupuestos, porque de lo que se trata con ellos es de que sigan gobernando siempre los mismos. Para ello ha sido investido Mas y a ello se aplica con gran celo continuista. Es su obligaci¨®n. La de sus adversarios es demostrar c¨®mo se hace peque?o un pa¨ªs para adecuarlo al sistema de intereses de una minor¨ªa. Salvo que s¨®lo aspiren a entrar en el reparto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.