Dos directos a la mand¨ªbula

Figo cerr¨® con la fe del converso la victoria del Madrid frente a su viejo equipo, que sali¨® del partido con el prestigio indemne, al menos por lo que se refiere a su capacidad para protagonizar el juego. En eso super¨® al Madrid, casi siempre expuesto al plan del Bar?a, cuya carencia principal estuvo en el remate.

Rexach vio algo de esto en el segundo tiempo, m¨¢s equilibrado en todo. El Madrid comenz¨® a defenderse cerca del ¨¢rea contraria. Presion¨® a los defensas del Bar?a y por ah¨ª se alcanz¨® el ¨¦xito: la pelota sali¨® menos limpia, la desconexi¨®n entre las l¨ªneas azulgrana se hizo evidente y los delanteros desaparecieron de escena. El partido se volvi¨® tan intenso como trabado.Rexach decidi¨® cambiar de pol¨ªtica. Retir¨® a Overmars y coloc¨® a Rochemback junto a Coc¨², Gabri y Xavi. Si hab¨ªa que ir a la guerra, mejor con el rocoso brasile?o. En esos instantes se vio un encuentro de ida y vuelta que el Bar?a pudo empatar con el remate de Kluivert y el cabezazo de Gabri. All¨ª se apagaron las luces del Bar?a y comenz¨® la crecida del Madrid. Hubo un par de avisos que se concretaron en la hermosa jugada final: Ra¨²l recogi¨® el bal¨®n en el medio campo, abri¨® hacia la derecha para Makelele, que se gir¨® y retras¨® a Zidane, atento para devolver la pelota a Makelele, cuyo pase fue interpretado perfectamente por Ra¨²l. Hizo dos cosas m¨¢s que inteligentes, porque dej¨® pasar la pelota y porque sab¨ªa que por detr¨¢s llegaba Figo para su revancha particular. El gol del converso. Un gol cargado de simbolismo, y eso a Ra¨²l no se le escap¨®. Un gran gol, por otra parte.