La ayuda humanitaria y la lucha contra el terrorismo van de la mano
La acci¨®n militar de esta semana contra las bases terroristas de Afganist¨¢n forma parte de una estrategia liderada por Estados Unidos para erradicar el terrorismo mundial. La cobertura que los medios de comunicaci¨®n dan a la respuesta militar por los terribles atentados del 11 de septiembre ha tendido a dejar de lado otro aspecto crucial de la estrategia del Gobierno de Bush: abordar los problemas inmediatos y a largo plazo que asolan al pueblo afgano.
La compasi¨®n es un componente de la pol¨ªtica exterior del presidente Bush, y anima a Estados Unidos, incluso en estos tiempos tan duros, a seguir liderando el esfuerzo internacional por proporcionar ayuda humanitaria a los m¨¢s vulnerables. Como ha asegurado el presidente, 'no tenemos compasi¨®n con los terroristas, o con ning¨²n Estado que les ayude. Pero s¨ª sentimos gran compasi¨®n por los millones de personas de todo el mundo que son v¨ªctimas del odio y la opresi¨®n, incluidas las de Afganist¨¢n. Somos amigos del pueblo afgano. Tenemos la oportunidad de asegurarnos de que el mundo sea un lugar mejor para las generaciones venideras'.
Afganist¨¢n ha sufrido 22 a?os de guerra, tres a?os de grave sequ¨ªa y cinco a?os del brutal y represor r¨¦gimen talib¨¢n. Como consecuencia, m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n afgana est¨¢ desnutrida y millones de personas corren riesgo de perecer de hambre. M¨¢s de tres millones de afganos han huido de sus casas y escapado a los pa¨ªses vecinos.
Durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, Estados Unidos ha sido constantemente el mayor donante de asistencia humanitaria para el pueblo afgano. Durante el a?o fiscal que termin¨® el 30 de septiembre, Estados Unidos proporcion¨® m¨¢s de 185 millones de d¨®lares (34.225 millones de pesetas) en alimentos, asistencia sanitaria, agua y servicios de saneamiento, y refugio para afganos vulnerables. Eso equivale aproximadamente a dos tercios de la ayuda total a Afganist¨¢n de donantes internacionales.
El 4 de octubre, el presidente anunci¨® una ayuda adicional de 320 millones de d¨®lares (59.200 millones de pesetas), que incluye 25 millones de d¨®lares en asistencia inmediata a aquellos afganos que han escapado de los talibanes a pa¨ªses vecinos de Asia del sur y central. Nuestro principal objetivo es reducir el n¨²mero de muertes de civiles afganos inocentes y ayudar a aquellos que ya han huido. Otros pa¨ªses est¨¢n tambi¨¦n asumiendo la responsabilidad y han prometido casi 400 millones de d¨®lares (74.000 millones de pesetas) para apoyar nuestros esfuerzos.
Al enfrentarnos a la creciente hambruna que padece Afganist¨¢n, aumentaremos enormemente las posibilidades que los afganos tienen de sobrevivir a este invierno. Tambi¨¦n evitaremos que los afganos huyan y ofreceremos un incentivo para que aquellos que han huido regresen. Proporcionamos alimentos y otras mercanc¨ªas esenciales a los afganos vulnerables en formas que garantizan que la asistencia llega a aquellos que la necesitan y no es desviada o robada por los talibanes. Tenemos diversas opciones para cumplir ambos objetivos: evitar el almacenamiento a gran escala de alimentos dentro de Afganist¨¢n, abrir conductos de alimentos hacia el interior del pa¨ªs desde todas las direcciones y suministrar abundancia de alimentos a los mercados para disminuir los elevados precios.
Recientes suministros de alimentos desde el aire a zonas de dif¨ªcil acceso son una medida temporal y comprenden menos del 1% del total de los alimentos enviados a Afganist¨¢n, el 99% de los cuales se transportan al interior del pa¨ªs por tierra mediante el Programa Mundial de Alimentaci¨®n y son distribuidos localmente por organizaciones no gubernamentales. Estados Unidos proporciona ahora mismo el 80% de todas las aportaciones alimentarias al Programa Mundial de Alimentaci¨®n que beneficia al pueblo afgano.
El pueblo de Afganist¨¢n sabe que sus dificultades no est¨¢n siendo abordadas por la brutal e impopular dictadura talib¨¢n, sino por la comunidad internacional, liderada por Estados Unidos. Ya hemos puesto en marcha una activa campa?a de informaci¨®n, por medios como la Voz de Am¨¦rica, para describir al pueblo afgano nuestros esfuerzos por ayudar. Nuestro objetivo es dejarles claro a ellos y a todos que nuestro conflicto no es con el pueblo afgano ni con el islam, sino con los terroristas que se esconden en Afganist¨¢n y con aquellos que les dan cobijo.
La ayuda humanitaria al pueblo afgano no s¨®lo responde a la crisis inmediata sobre el terreno, sino que tambi¨¦n establece las bases para el desarrollo de Afganist¨¢n en los meses y a?os siguientes a la actual crisis. El suministro de alimentos y provisiones m¨¦dicas reducir¨¢ la enfermedad y la mortalidad. Estabilizar la situaci¨®n en Afganist¨¢n y facilitar el retorno a la vida normal establecer¨¢ las condiciones bajo las que se podr¨¢ al menos abordar los problemas de desarrollo a largo plazo en ese pa¨ªs. Ese proceso eliminar¨¢ las entradas que de otra forma explotar¨ªan los grupos extremistas. Por lo tanto, la ayuda humanitaria a Afganist¨¢n es tambi¨¦n una herramienta vital en nuestra lucha general contra el terrorismo.
La tragedia del 11 de septiembre fue un ataque no s¨®lo contra los estadounidenses, sino tambi¨¦n contra la humanidad y el mundo civilizado. El terrorismo perpetrado aquel d¨ªa dej¨® miles de muertos y heridos, incluidos ciudadanos de unos 80 pa¨ªses, y represent¨® un atentado contra la libertad en todo el mundo. El Gobierno de Estados Unidos ha forjado una coalici¨®n internacional para derrotar a los terroristas y a aquellos que les proporcionan un refugio seguro.
Estados Unidos no ha sido ciertamente la primera v¨ªctima de los estragos del terrorismo. Los 23 millones de afganos tambi¨¦n han sufrido enormemente por la represi¨®n del r¨¦gimen talib¨¢n y su voluntad de albergar a Osama Bin Laden y a su red de terroristas. Estados Unidos siempre ha sabido que nunca se podr¨¢ librar al mundo del mal a no ser que pongamos de nuestra parte para llenar el mundo de bien. ?sa es precisamente la senda que el presidente ha decidido seguir.
Paula Dobriansky es subsecretaria de Estado para Asuntos Mundiales de Estados Unidos.
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