Los talibanes se llevan a los cristianos presos a Kandahar
Los empleados de la ONU y de ONG hablan libremente desde Kabul y temen la venganza contra los past¨²n
'Prohibido el paso de extranjeros a partir de este punto'. Por si el cartel no es suficientemente claro, dos soldados se encargan de recordarlo. Imposible comprobar si los talibanes tratan de llegar al puesto de Torjam tras huir de Kabul. Las autoridades paquistan¨ªes mantienen cerrada a cal y canto toda la regi¨®n tribal fronteriza con Afganist¨¢n. Las noticias que llegan de ese pa¨ªs hablan de que la Alianza del Norte controla ya los primeros 50 kil¨®metros de la carretera que se dirige desde la capital hacia Pakist¨¢n.
No hubo toma de Kabul. El avance de la Alianza del Norte se produjo ante el vac¨ªo dejado por la salida de los talibanes la noche anterior. 'Algunos habitantes se han lanzado a saquear las propiedades de la milicia', relataba por la ma?ana un residente de la capital afgana. Tambi¨¦n hubo venganzas y ajusticiamientos. Pero, en general, las informaciones eran tranquilizadoras. Las fuerzas de la Alianza no hab¨ªan procedido a la ocupaci¨®n de la ciudad, sino que se limitaron a hacerse visibles en los edificios oficiales y a garantizar el orden p¨²blico.
La huida de los talibanes permiti¨® escapar de las c¨¢rceles a numerosos prisioneros. No tuvieron esa suerte los ocho trabajadores humanitarios occidentales detenidos el pasado verano bajo la acusaci¨®n de predicar el cristianismo. Su juicio hab¨ªa sido suspendido sin fecha determinada hace una semana. Diplom¨¢ticos del r¨¦gimen talib¨¢n en Islamabad explicaron a John Mercer, el padre de una de las detenidas norteamericanas, que todos ellos hab¨ªan sido trasladados a Kandahar. Sus familiares temen ahora que vayan a ser utilizados como rehenes.
En el tel¨¦fono del Ministerio de Asuntos Exteriores en Kabul, nadie era capaz de hablar en ingl¨¦s. Es una de las pocas l¨ªneas que a¨²n funcionan. Aun as¨ª, la salida de los milicianos rigoristas desat¨® una furia comunicadora. Por primera vez en varias semanas, los empleados de las ONG y las agencias de la ONU pod¨ªan sacar sus tel¨¦fonos v¨ªa sat¨¦lite y hablar con libertad. Tras las primeras noticias, una preocupaci¨®n: el temor de la poblaci¨®n past¨²n a una venganza de los tayikos (la minor¨ªa ¨¦tnica que domina la Alianza del Norte).
'Los talibanes se han retirado a Sarowbi', informaron los empleados de Acci¨®n contra el Hambre, en referencia a una poblaci¨®n a 70 kil¨®metros de Kabul, en la carretera hacia Jalalabad y la frontera con Pakist¨¢n.
La conquista de Jalalabad puede presentarse m¨¢s complicada. Adem¨¢s de situarse en el ¨¢rea de influencia de la comunidad past¨²n, donde encuentran sus apoyos los talibanes, es su segundo feudo, despu¨¦s de Kandahar. La ciudad est¨¢ rodeada de las famosas bases de entrenamiento terroristas de Al Qaeda, el grupo de Osama Bin Laden, cuyo paradero sigue siendo un misterio a estas alturas. Si la milicia talib¨¢n decide hacerse fuerte en esa regi¨®n, llena de cuevas, pasadizos y t¨²neles, la guerra puede prolongarse a¨²n.
M¨¢s all¨¢ del valor simb¨®lico de la capital, muchos observadores se preguntan si la Alianza del Norte dispone de efectivos humanos suficientes para hacerse con el control de las zonas rurales y las carreteras. Antes del 11 de septiembre, esta fuerza contaba con unos 15.000 hombres, que pueden haberse elevado a 20.000 a ra¨ªz de esta crisis. Los talibanes parecen haber pasado a la guerra de guerrillas, una estrategia que ya anunciaron tres d¨ªas antes de que se iniciaran los bombardeos estadounidenses, despu¨¦s de una reuni¨®n de comandantes militares en Jost. Anoche aseguraban estar agrup¨¢ndose en Maidan Shahr, a 12 kil¨®metros al oeste de Kabul.
En la avenida principal de Peshawar, los puestos de Tehrik-i-Nifaz Shariat Muhammadi, el partido paquistan¨ª equivalente al movimiento talib¨¢n, segu¨ªan recolectando fondos para la yihad como si nada hubiera pasado. 'A¨²n no ha acabado la guerra, los talibanes van a recuperar Kabul', aseguraban, casi al un¨ªsono, Ibrahim y Ahmad. Esos dos voluntarios estaban convencidos, como la mayor¨ªa de los islamistas, de que se ha tratado de una retirada t¨¢ctica.
'Nada de t¨¢ctica; se trata de una retirada sin ceremonias: han sido derrotados por sus enemigos', asegura Abdul Raheem, responsable de la secci¨®n de Afganist¨¢n en el peri¨®dico local The Frontier Post. Raheem, que se muestra muy cr¨ªtico con los bombardeos estadounidenses, vio claro el final del r¨¦gimen talib¨¢n cuando el lunes un colaborador de Jalalabad le inform¨® de que los dirigentes de Al Qaeda estaban poniendo a salvo a sus familias en las zonas tribales paquistan¨ªes.
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