Las doctoras vuelven a trabajar
'Ojal¨¢ tuvi¨¦ramos suficiente gasolina para quemar todos los 'burkas' del pa¨ªs', asegura una enfermera de Taloq¨¢n
S¨®lo una vieja pegatina de M¨¦dicos sin Fronteras da una pista sobre el lugar donde nos encontramos. A pesar de la basura en el suelo, de la suciedad y de los pl¨¢sticos rajados que cubren las ventanas (no hay cristales en esta parte de Afganist¨¢n), se trata del hospital de mujeres de Taloq¨¢n, que fue reabierto ayer, s¨®lo dos d¨ªas despu¨¦s de la huida de los talibanes y de la entrada de las tropas de la Alianza del Norte en su antigua capital.
La oposici¨®n antitalib¨¢n asegur¨® ayer que en todas las ciudades que ha conquistado permitir¨¢ que las escuelas para ni?as vuelvan a abrirse y que funcionar¨¢n de nuevo los hospitales para mujeres. En Taloq¨¢n, por lo menos, han cumplido su promesa. No es que los nuevos due?os del pa¨ªs sean especialmente liberales en el terreno de los derechos de la mujer -m¨¢s bien todo lo contrario, ya que las estrictas reglas de esta sociedad se aplican solas-, pero comparados con los talibanes son Simone de Beauvoir. Apenas se ven mujeres sin burka por la calle, pero ya no existe una polic¨ªa religiosa dispuesta a azotar a toda aquella mujer que no cumpliese sus salvajes reglas.
Ya no existe una polic¨ªa religiosa dispuesta a azotar a las mujeres que no cumplan sus reglas
En un cuarto del hospital, tapadas con pa?uelo pero con el rostro descubierto, sonrientes y felices, tres enfermeras y tres doctoras agradecen con bromas y mucho parloteo la visita de los extranjeros. Durante el a?o largo en el que las milicias fan¨¢ticas ocuparon la ciudad no pudieron trabajar y esta parte del hospital fue cerrada. Ahora, han vuelto al tajo.
En los pasillos ya hay gente retirando la basura -latas, jeringuillas oxidadas, papeles- e intentando limpiar un poco el hospital, que sigue estando horriblemente sucio para los est¨¢ndares occidentales. 'Cuando estaban aqu¨ª los talibanes no pod¨ªamos salir de casa. Para atender a los pacientes ven¨ªan los m¨¦dicos a nuestras casas, nos contaban la dolencia y nosotras escrib¨ªamos el remedio. As¨ª eran las cosas', asegura Fanzia Shafir, una elegante mujer de unos 50 a?os, vestida completamente de negro, que, a pesar de la presencia de extra?os, se ha quitado el pa?uelo que cubr¨ªa su pelo.
Sin embargo, en un perchero, los burkas siguen all¨ª, y s¨®lo se han atrevido a quit¨¢rselos cuando han entrado en el hospital. 'Todav¨ªa no queremos salir a la calle sin ellos. Hace muy poco que se han ido y tenemos miedo', se?ala Shafir, pero la enfermera Sidigan Wodihidi la interrumpe. 'Estoy de acuerdo con cubrirme el rostro cuando voy por la calle, es lo que dice nuestra tradici¨®n y lo que pide el islam; pero no con el burka. Ojal¨¢ tuvi¨¦semos gasolina suficiente para quemar todos los burkas del pa¨ªs', exclama ante las risas de sus compa?eras.
Por ahora ya tienen dos pacientes. Se trata de una ni?a con piedras en el ri?¨®n que est¨¢ siendo tratada en una habitaci¨®n heladora, acompa?ada por su padre y su abuela, que permaneci¨® sentada en el suelo, completamente tapada y sin hablar cuando hab¨ªa extra?os en los alrededores; y de una mujer que se rompi¨® una pierna por una ca¨ªda hace dos semanas. Su marido no quiso llevarla al hospital hasta ayer por miedo a los talibanes.
'No nos atrev¨ªamos a llevarla aqu¨ª. Los talibanes nos pod¨ªan haber golpeado si lo descubr¨ªan', dice Mohamed Gulom, su marido, en medio de un escenario de pobreza terror¨ªfica: no les dio tiempo a limpiar la habitaci¨®n antes del ingreso y est¨¢ llena de peque?os cristales rotos de las medicinas y de jeringuillas usadas en el suelo. Un m¨¦dico ense?a la radiograf¨ªa que le acaban de hacer -s¨®lo tienen una vieja m¨¢quina, pero funciona- y asegura que se trata de una rotura muy dolorosa. 'Bajo los talibanes no pod¨ªa ver el cielo, no pod¨ªa ver los ¨¢rboles', alcanza a decir Sha, quien asegura tener s¨®lo unos 50 a?os (no sabe cu¨¢ndo naci¨®) pero parece una anciana.
'Necesitamos de todo', dice la doctora Nurine cuando es preguntada sobre lo que pedir¨ªa a Occidente. 'Pero sobre todo lo que necesitamos en nuestro pa¨ªs es poder vivir en paz y con seguridad. Todas nosotras tenemos hijos y queremos escuelas y hospitales decentes para ellos'.
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