?Un duro m¨¢s?

El sistema de financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas ha adolecido desde siempre de la falta de decisi¨®n pol¨ªtica en los dirigentes auton¨®micos para crear tributos propios y financiar con el dinero de sus ciudadanos los gastos espec¨ªficos de cada territorio. No son decisiones f¨¢ciles porque cualquier variaci¨®n fiscal suele provocar agravios comparativos o plantear problemas de coordinaci¨®n con otros impuestos. El suplemento impositivo de cinco pesetas sobre los hidrocarburos para financiar los gastos de la sanidad revela estas dificultades. Basta que una comunidad aut¨®noma decida no aplicarlo para que el precio de la gasolina resulte m¨¢s barato en su territorio y, por lo tanto, aparezcan distorsiones de precios y rencillas interterritoriales. La decisi¨®n de aplazar la creaci¨®n de esta tasa parece lo m¨¢s prudente a la luz de las objeciones planteadas ayer por la mayor¨ªa de las autonom¨ªas.

El problema principal del recargo auton¨®mico sobre la venta de hidrocarburos para financiar la sanidad es que hace depender un bien p¨²blico como es la salud de un impuesto indirecto que carece de efecto redistribuidor de la riqueza. Si un Gobierno auton¨®mico requiere de mayores ingresos para atender gastos sanitarios o educativos m¨¢s elevados, la forma m¨¢s correcta de obtenerlos es aumentando la imposici¨®n directa (el IRPF, por ejemplo), para que la aportaci¨®n de los ciudadanos al nuevo esfuerzo sea proporcional a su renta. Pero, al parecer, resulta m¨¢s f¨¢cil y tiene menos coste pol¨ªtico -o al menos eso creen los responsables de algunas autonom¨ªas- apostar por impuestos indirectos, que se recaudan aparentemente de forma indolora para el bolsillo de los contribuyentes.

El recargo sobre los combustibles revela, adem¨¢s, que los Gobiernos aut¨®nomos tienen dificultades para adecuarse a los nuevos criterios de financiaci¨®n. Aunque el Ministerio de Hacienda presume de haber convenido un excelente acuerdo financiero, lo cierto es que presenta agudos contrastes, en algunos casos muy inc¨®modos. Es verdad que las comunidades aut¨®nomas disponen ahora de m¨¢s dinero, procedente de mayores tramos cedidos del IRPF; pero, en contrapartida, se les han impuesto otras restricciones financieras que obstaculizan su labor. Por ejemplo, sus limitaciones de endeudamiento son ahora superiores y tienen que acomodarse a la ideolog¨ªa del d¨¦ficit cero impuesta desde el Gobierno de Madrid. Y ello a pesar de que las comunidades aut¨®nomas se han comportado mejor que el Estado central en la autolimitaci¨®n de su endeudamiento.