Una escapada r¨²stica al valle del Ti¨¦tar
HOTEL PE?A DEL ALBA, un acogedor caser¨®n en Arroyomolinos de la Vera
Al amor de la lumbre se confortan los mejores pensamientos durante los largos inviernos de La Vera. Con este rom¨¢ntico prop¨®sito, Amparo Mateos y su marido, Jos¨¦ Manuel Dom¨ªnguez, aprovecharon la antigua era del abuelo en Arroyomolinos para dar alojamiento y buena cena a los numerosos madrile?os que se entretienen los fines de semana por tales andurriales (a unas dos horas de Madrid), haga sol, llueva o incluso nieve. Su hotelito fue dise?ado enteramente en piedra, teja y madera tallada, a r¨¦plica de las antiguas dependencias agr¨ªcolas de la comarca, en una parcela de cinco hect¨¢reas con jard¨ªn, piscina y pista de tenis por cuyas dimensiones no se puede pedir m¨¢s a los precios que se paga la noche. Un estanque de inspiraci¨®n oriental sirve de espejo a los arriates de margaritas y amapolas plantados frente a la entrada.
HOTEL PE?A DEL ALBA
Categor¨ªa oficial: sin clasificaci¨®n oficial. Direcci¨®n: carretera de Garg¨¹era, s/n. 10410 Arroyomolinos de la Vera (C¨¢ceres). Tel¨¦fono: 927 17 75 16. Fax: 927 17 75 24. Internet: www.pdelalba.com. Instalaciones: jard¨ªn, piscina, tenis, sal¨®n con chimenea, bar, comedor. Habitaciones: 13 dobles y 5 'suites'; todas con ba?o, calefacci¨®n, aire acondicionado, tel¨¦fono, minibar, TV interactiva, l¨ªnea RSDI, secador de pelo y frutas de bienvenida. Servicios: algunas habitaciones adaptadas para discapacitados, admite animales de compa?¨ªa, alquiler de bicicletas y caballos. Precios: 12.145 pesetas + 7% IVA; desayuno incluido. Tarjetas de cr¨¦dito: American Express, MasterCard, Visa, 6000. Arquitectura ... 7 Decoraci¨®n ... 8 Estado de conservaci¨®n ... 8 Confortabilidad habitaciones ... 7 Aseos ... 5 Ambiente ... 7 Desayuno ... 5 Atenci¨®n ... 6 Tranquilidad ... 10 Instalaciones ... 7
C¨¢lidas como el horno que decora el sal¨®n, junto al port¨®n de madera claveteada, las estan-cias interiores rubrican el gusto del matrimonio propietario por las esencias tradicionales de la tierra: ladrillo, madera, teja, barro y cal. Pura exaltaci¨®n de rusticidad extreme?a, s¨ª; pero tambi¨¦n aceptaci¨®n de ciertas propuestas actuales, como la grifer¨ªa de autor, los tabiques tintados de vivos colores y las amplias cristaleras que permiten disfrutar del bosquete aleda?o al resguardo de la intemperie. Una peque?a biblioteca incita a pasar la tarde en el sof¨¢: basta con pedir prestado cualquier libro en recepci¨®n. La disposici¨®n del servicio no admite queja, aunque se puede mejorar. Los due?os ¨²nicamente aparecen los fines de semana, algo que viene ocurriendo cada vez con mayor frecuencia en estos hoteles de interior.
Otro horno de reverberaci¨®n tiene utilidad en el comedor, donde cabe paladear unos asados ligeros a cargo del chef Pablo Vicente, siempre oportuno en sus postres homenaje a la pintura de Mir¨®. Menos historiado parece el desayuno, boller¨ªa y pan con mantequilla, frugal en su esencia, aunque no en cantidad.
Antiguos oficios
Cada dormitorio tiene su propio estilo y un nombre vinculado a los antiguos oficios: Marchante, Ojeador, Labrador, Aguador, Montero, Casero... Los due?os los han vestido con doseles, edredones, pasamaner¨ªa de forja y muebles indonesios adquiridos en sus viajes a lo largo y ancho de este mundo. Por parecer aut¨¦nticos, cruje el suelo de madera y los interruptores el¨¦ctricos imitan a aquellos que anta?o retorc¨ªa la abuela de la casa, en contraste con la l¨ªnea vanguardista de grifer¨ªas y sanitarios exhibida en los cuartos de ba?o, cuyos extractores de aire habr¨ªan merecido ser menos ruidosos.
Especial encanto en las dos suites abuhardilladas y aquellas otras encubiertas en el antiguo pajar, m¨¢s amplias y elegantes, con vistas a la sierra de Gredos y al cerro Pe?alba. Una invitaci¨®n a la contemplaci¨®n relajada o a perderse por los bosques. Apenas se oye otro retumbo que el gemido natural del silencio. La m¨²sica de la soledad.
ALREDEDORES
EL VALLE del Ti¨¦tar riega de este a oeste la comarca de la Vera y la carretera que lo surca deja al paso diversos pueblos con sabor frutal y predicamento tur¨ªstico: Candeleda, Madrigal, Villanueva, Losar, Jarandilla, Cuacos de Yuste, Garganta la Olla y Jaraiz de la Vera. A ambos extremos surgen las ciudades de Arenas de San Pedro, en los contrafuertes de la Sierra de Gredos, y Plasencia, conjunto monumental formado por las catedrales de Santa Mar¨ªa (siglos XIII y XIV) y Nueva (siglo XV), el sepulcro de Ponce de Le¨®n, el museo catedralicio y numerosas mansiones platerescas.
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