Gran Zidane
El Madrid se complica la vida en un partido que demuestra la inmensa categor¨ªa del franc¨¦s
A falta de 20 minutos, Makelele cometi¨® un error impensable en un veterano del f¨²tbol y regal¨® el gol al Sevilla, que hasta entonces hab¨ªa sido v¨ªctima de sus carencias, del buen juego madridista y de la suprema actuaci¨®n de Zidane.
REAL MADRID 2| SEVILLA 1
Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro, Pav¨®n, Roberto Carlos; Figo (McManaman, m. 77), Makelele, Helguera, Zidane; Ra¨²l y Morientes (Munitis, m. 70). Sevilla: Notario; Njegus, Javi Navarro, Pablo Alfaro, David; Luis Gil, Casquero, Podest¨¢ (Francisco, m. 46), Fredi (Gallardo, m. 80); Reyes (Toedli, m. 46) y Mois¨¦s. Goles: 1-0. M. 41. Morientes culmina con un zurdazo una gran pared entre Ra¨²l y Zidane. 2-0. M. 52. Jugada de Morientes, que aguanta por dos veces la entrada de Njegus y cruza un excelente remate. 2-1. M. 75. Mal pase de Makelele, interceptado por Gallardo. Mois¨¦s recibe el bal¨®n y supera a Casillas. ?rbitro: Rodr¨ªguez Santiago. Amonest¨® a Makelele, McManaman, Podest¨¢ y David. Unos 65.000 espectadores en el Bernab¨¦u.
Con la perspectiva que dan tres meses de Liga cuesta creer que Zidane fuera el centro de un extra?o debate seg¨²n el cual el mejor jugador del mundo ten¨ªa un efecto negativo sobre el equipo. El asunto lleg¨® tan lejos que los jugadores se agarraron con rapidez a la excusa y derivaron hacia Zidane todas las responsabilidades de los malos resultados en el comienzo de la temporada. Poco importaron sus cuatro goles y la certeza de que en cada partido estaba entre los tres mejores del equipo. La pol¨¦mica arraig¨® y estuvo a punto de generar una grave desconfianza entre los aficionados y este jugador maravilloso. El partido frente al Sevilla, o el anterior frente al Bar?a, demuestra el absurdo de aquella premisa. Zidane es un regalo para el Madrid y para el f¨²tbol. Para el Madrid, porque le mejora en todas las jugadas de ataque. Para el f¨²tbol, porque es uno de esos pocos jugadores que conoce perfectamente la naturaleza del juego: los lugares donde tiene que interpretar tal o cual registro, c¨®mo actuar a uno o dos toques, c¨®mo asociarse con todo el mundo, c¨®mo lograr que la l¨®gica se convierta en algo extraordinariamente da?ino para los rivales. Si no fuera porque la gente se irrit¨® por la dejadez del Madrid en ciertos momentos del segundo tiempo, el partido de Zidane se habr¨ªa celebrado en Chamart¨ªn como una noche memorable. Pero el Madrid se empe?a en manchar hasta sus mejores actuaciones. Pas¨® los ¨²ltimos 20 minutos preso de la incertidumbre, sin otro enemigo que su tendencia al abandono.
La ¨²nica cualidad visible del Sevilla fue su negativa a entregarse a un equipo infinitamente superior. Desde la salida se defendi¨® de manera abnegada, con bastantes faltas, sin otro objetivo que aguantar y buscar alg¨²n contragolpe. Por lo dem¨¢s, sus mayores expectativas estaban en los saques de falta, en los que no parece dif¨ªcil sorprender al Madrid. Hasta tuvo su oportunidad: Javi Navarro estuvo a punto de marcar en un cabezazo impecable, por supuesto sin encontrar oposici¨®n o la liger¨ªsima oposici¨®n que supone Roberto Carlos frente a un tallo de primer orden. Pero el Madrid no acaba de poner orden a sus problemas en este tipo de jugadas. En lo otro, en el puro juego, le dio un repaso al Sevilla con un punto excesivo de barroquismo que le oblig¨® a tirar paredes m¨¢s all¨¢ de lo debido. Por ejemplo, no hubo un remate desde fuera del ¨¢rea en todo el primer tiempo.
Zidane protagoniz¨® el partido con una hermos¨ªsima actuaci¨®n, llena de detalles y sabidur¨ªa, con controles perfectos, pases delicados, paredes constantes. Todo, sin apurarse, sin un gesto de ansiedad, como si el f¨²tbol le perteneciera. Y sin un asomo de banalidad. Particip¨® en todas las jugadas importantes de la noche y result¨® decisivo en el primer gol, que lleg¨® en una sublime pared con Ra¨²l. Morientes la termin¨® con un zurdazo que no dej¨® en buen lugar a Notario. Por si hubiera alguna duda, el gol confirm¨® las inmensas posibilidades que tiene la sociedad Zidane-Ra¨²l, dos jugadores que interpretan el f¨²tbol en la misma onda. De la asociaci¨®n entre ambos o de la falta de asociaci¨®n depender¨¢ en buena parte el futuro del Madrid en esta temporada.
A Zidane le vino de perlas la presencia en el medio campo de Helguera, jugador contundente que debe calibrar su importancia en el equipo. Si utiliza sus recursos adecuadamente, dar¨¢ la consistencia necesaria a una zona vital del Madrid. Cabeceador, con la fiereza necesaria para el quite, m¨¢s que correcto con la pelota y temible en sus apariciones en el ¨¢rea rival, Helguera puede ser capital. Sin embargo, en el segundo tiempo no pudo reprimir su vena ca¨®tica en dos o tres jugadas que desequilibraron el sistema defensivo de su equipo. Para entonces hab¨ªa marcado Morientes su segundo gol, un tanto que record¨® los mejores d¨ªas del delantero centro del Madrid, y Mois¨¦s hab¨ªa recortado la diferencia tras un descuido de Makelele. Luego, lleg¨® la incertidumbre a la hinchada madridista, que se olvid¨® del partidazo de Zidane porque la situaci¨®n se puso cr¨ªtica en los ¨²ltimos minutos de un partido que desmont¨® la est¨²pida pol¨¦mica sobre un futbolista formidable.
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