Julio Fuentes muri¨® en un ataque de Al Qaeda, seg¨²n un comandante talib¨¢n
El cad¨¢ver del periodista espa?ol ser¨¢ repatriado a Espa?a por un avi¨®n militar italiano
El cu¨¢ndo, el c¨®mo y el qu¨¦ ya tienen respuesta: ayer se confirm¨® que cuatro periodistas, entre ellos el espa?ol Julio Fuentes, veterano enviado especial del diario El Mundo, hab¨ªan sido asesinados a tiros el pasado lunes. Pero el porqu¨¦ y el qui¨¦n siguen en el aire. Aunque el Gobierno provisional de Afganist¨¢n acus¨® a los talibanes del crimen, otras versiones apuntan a vulgares salteadores de caminos. En un pa¨ªs donde hasta los ni?os est¨¢n armados hasta los dientes con fusiles de asalto AK-47 y en el que no existe el Estado, cualquiera puede ser el responsable del asesinato a sangre fr¨ªa.
Los cad¨¢veres de los cuatro informadores deber¨ªan llegar hoy a Islamabad en un veh¨ªculo del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja para ser repatriados. Un avi¨®n de las Fuerzas A¨¦reas italianas repatriar¨¢ los cad¨¢veres de Fuentes y la italiana Maria Grazia Cutuli desde la capital paquistan¨ª a Roma previsiblemente ma?ana. Una ambulancia de la Cruz Roja, con una fuerte escolta militar de la Alianza del Norte, llegaba ayer hasta los alrededores de la localidad de Puli-es-the-Kam, situada unos 90 kil¨®metros al este de Kabul, donde se produjo el asalto, y traslad¨® los cad¨¢veres hasta Jalalabad. En esta ciudad fueron identificados por el periodista de TVE Juan Antonio Guardiola. El espa?ol Julio Fuentes, el c¨¢mara australiano Harry Burton y el fot¨®grafo afgano Azizullah Hardar, de la agencia Reuters, y la redactora italiana Maria Grazia Cutuli, del Corriere della Sera, dejaron su vida en el camino.
'Creo que muchas ¨¢reas de Afganist¨¢n no son seguras y, cuando ocurre este tipo de tragedias, siempre pienso en la gran labor que los periodistas desempe?an en las zonas de conflicto. Estamos donde nadie quiere estar para informar y ¨¦se es un trabajo muy importante para la sociedad', asegur¨® la corresponsal estrella de la CNN, Cristianne Amanpour. En el hotel Intercontinental de Kabul, la mayor¨ªa de los periodistas, que se daban el p¨¦same por los pasillos, hubiesen compartido esa palabras.
Los cuatro periodistas asesinados iban en el coche segundo y tercero de un convoy de ocho veh¨ªculos que se dirig¨ªa, sin escolta militar, desde Jalalabad hacia la capital afgana. Decenas de periodistas hab¨ªan hecho ese mismo camino desde hace cinco d¨ªas y no hab¨ªan tenido problemas. Todo el mundo consideraba que la ruta era segura, y eso, en Afganist¨¢n, es un error. El gobernador de Jalalabad, Haji Qadir, hab¨ªa pedido a los periodistas que no recorriesen sin escoltar los 138 kil¨®metros que separan Kabul de esta ciudad. Seg¨²n testimonios de los conductores de los otros coches, que escucharon pero no vieron los hechos, fueron detenidos por seis hombres armados, obligados a bajarse de los veh¨ªculos y tiroteados en la cabeza y en el est¨®mago tras ser apedreados. Cuando la Cruz Roja lleg¨® hasta sus cad¨¢veres, ten¨ªan los bolsillos abiertos y todo indica que hab¨ªan sido robados.
El ministro de Defensa de la Alianza del Norte, el general Mohamed Fahim, ha organizado una batida en la zona con 200 soldados en busca de los culpables. Pero no ser¨¢ f¨¢cil encontrarlos: se trata de una regi¨®n past¨²n, que est¨¢ en manos de jefes tribales, con los que el Ejecutivo provisional de Afganist¨¢n quiere negociar un acuerdo sobre el futuro del pa¨ªs. En esta regi¨®n hay miles de talibanes, muchos de ellos combatientes extranjeros chechenos, paquistan¨ªes o ¨¢rabes, que no pueden haberse evaporado. Pero hay cosas que no cuadran en ninguna de las dos hip¨®tesis, ya sea el robo o el asesinato por odio hacia los occidentales. Un equipo de periodistas franceses hab¨ªa sido desvalijado en el mismo camino la semana pasada, pero los asaltantes no dispararon un solo tiro: se limitaron a robar su dinero y esfumarse. En cuanto a los talibanes, hasta ahora por lo menos, los periodistas extranjeros que hab¨ªan ca¨ªdo en sus manos hab¨ªan sido liberados al cabo de unas semanas sin da?os. Los informadores no hab¨ªan sido considerados hasta el momento un objetivo militar; pero puede que con el desmoronamiento del r¨¦gimen radical las cosas hayan cambiado.
Un comandante talib¨¢n, Sami Urdu, jefe de un grupo de unos 20 talibanes, que se entreg¨® ayer con sus hombres a la Alianza del Norte, acus¨® del asesinato a mercenarios ¨¢rabes, cercanos a Al Qaeda, aunque esta versi¨®n no ha podido ser comprobada de forma independiente. Abdul¨¢ Abdul¨¢, ministro de Exteriores del Gobierno provisional afgano, asegur¨®: 'No estamos seguros de la identidad de los criminales y hemos enviado una comisi¨®n para investigar, tal vez sean talibanes o sus amigos'.
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