Opt-in

Frente a la plaga del spam, o correo publicitario indiscriminado, caben dos posturas. Una es que cualquier persona que quiera recibir estas informaciones se apunte expresamente en una lista; en ese caso el env¨ªo de publicidad a quienes no est¨¦n apuntados constituye una infracci¨®n. En ingl¨¦s se le llama opt-in.

La otra es legalizar el env¨ªo de cualquier tipo de correo a cualquiera, siempre y cuando se deje la posibilidad de que el receptor pueda darse de baja. En ingl¨¦s, opt-out. Los t¨¦rminos no han nacido con el correo electr¨®nico, sino que provienen de otros ¨¢mbitos.

Aparte de su uso directo en la forma inglesa (tan frecuente en muchos de estos t¨¦rminos en textos espa?oles), por la red circulan varias traducciones. Una de ellas es opci¨®n de inclusi¨®n y opci¨®n de no inclusi¨®n. Tambi¨¦n se puede leer alta voluntaria y baja voluntaria.

La legislaci¨®n espa?ola (la futura Ley de Servicios de la Sociedad de la Informaci¨®n y de Comercio Electr¨®nico) se situar¨¢ en la postura opt-in, pues exigir¨¢ el 'consentimiento inequ¨ªvoco' del usuario para recibir informaci¨®n. Sin embargo, las cosas no siempre est¨¢n claras: quien da sus datos en el curso de una transacci¨®n comercial ?ya est¨¢ accediendo a ser objeto de mensajes que tienen que ver con ella?, ?y otros mensajes relacionados? Y otro elemento m¨¢s para complicar la situaci¨®n: ?c¨®mo evitar el spam que proviene de pa¨ªses con legislaci¨®n opt-out?

La opci¨®n de opt-out puede convertirse en un arma de doble filo, porque anunciantes sin escr¨²pulos, que compran bases de datos que pueden llegar a tener cientos de miles de direcciones de calidad muy variable, pueden usar las respuestas de baja voluntaria para comprobar cu¨¢les est¨¢n realmente operativas.