La guerra abre una grave crisis de identidad en el seno de la Alianza Atl¨¢ntica
Los europeos se quejan de haber sido relegados por Estados Unidos al papel de comparsas
'Est¨¢ claro que Estados Unidos no quiere interferencias', comenta con resignaci¨®n un alto cargo de la OTAN. Hasta ahora, Washington ha rechazado todo apoyo militar de la Alianza en las operaciones de Afganist¨¢n y ha frenado la participaci¨®n aliada en una fuerza de estabilizaci¨®n y hasta en una gran operaci¨®n humanitaria en la zona. 'Desconcierto' es una de las palabras m¨¢s escuchadas estos d¨ªas en la sede de la OTAN, sumida en una crisis interna sobre el papel que debe desempe?ar tras el 11 de septiembre o en el cometido de los militares frente al terrorismo.
'?Por qu¨¦ nos estamos preparando para actuar si nadie nos lo ha pedido?', se pregunt¨® el embajador franc¨¦s ante la OTAN, Philippe Guelluy, en una reuni¨®n del Consejo Atl¨¢ntico (los 19 embajadores) la pasada semana. M¨¢s realista que los mandos militares del Cuartel General de la OTAN y que el propio secretario general de la Alianza, George Robertson, Guelluy ped¨ªa prudencia ante el cat¨¢logo de planes que estaba analizando el Comit¨¦ Militar, que inclu¨ªa hasta la formaci¨®n de una fuerza de estabilizaci¨®n, de apoyo a la paz, integrada por 30.000 hombres para ser desplegados en Afganist¨¢n bajo el paraguas de Naciones Unidas.
La iniciativa hab¨ªa partido del general estadounidense Joseph Ralston, comandante supremo aliado en Europa, 'por sugerencia de Washington', seg¨²n un portavoz de la Alianza At¨¢ntica, pero la propuesta ni siquiera lleg¨® a la mesa del Consejo Atl¨¢ntico, a pesar de que el propio secretario de la ONU, Kofi Annan, hab¨ªa dicho a Robertson que no ve¨ªa mal el plan. 'Pero EE UU rectific¨® porque los acontecimientos se precipitaron, los talibanes perdieron mucho terreno y el control del espacio a¨¦reo y de su acceso es total por parte americana', argumentan en la OTAN.
Otras explicaciones en la Alianza son menos benignas: 'Lo cierto es que los americanos est¨¢n muy centrados en perseguir a Bin Laden y otros dirigentes de Al Qaeda y no quieren coordinarse con nadie ni tener testigos de lo que est¨¢n haciendo'. Quiz¨¢s por esta raz¨®n se comprendan mejor las enormes reticencias que est¨¢ poniendo Estados Unidos a la participaci¨®n directa en la zona de tropas de tierra brit¨¢nicas y francesas que, despu¨¦s de haberse desplazado a las inmediaciones de Afganist¨¢n, no acaban de recibir el visto bueno para entrar en acci¨®n.
Dirigentes pol¨ªticos franceses han calificado de 'humillaci¨®n' el hecho de que los 60 comandos desplazados el pasado 18 de noviembre a Uzbekist¨¢n estuvieran todav¨ªa en ese pa¨ªs seis d¨ªas m¨¢s tarde, cuando su misi¨®n era proteger el aeropuerto afgano de Mazar-i-Sharif. Ha sido un ejemplo m¨¢s del desconcierto entre los aliados, tanto en su vertiente bilateral con EE UU como en las relaciones de Washington con la Alianza.
Hoy, la ONU sigue planteando la conveniencia de desplegar una fuerza de paz en el escenario afgano, pero los pa¨ªses occidentales est¨¢n excluidos y se plantea la posibilidad de implicar a soldados de Indonesia, Marruecos, Jordania, Turqu¨ªa y otros pa¨ªses musulmanes.
El ¨²ltimo caso m¨¢s claro de postergaci¨®n de la OTAN ha tenido Ginebra como escenario. All¨ª se han reunido dos veces representantes de la OTAN con el director de la Oficina de Coordinaci¨®n de Asistencia Humanitaria de la ONU, Ross Mountain. La Alianza hab¨ªa preparado un gran plan a¨¦reo para distribuir ayuda humanitaria en Afganist¨¢n, que inclu¨ªa el uso de 15 enormes aviones de transporte, adem¨¢s de unos 30 m¨¢s peque?os, junto a helic¨®pteros y unos centenares de soldados de protecci¨®n. 'En la segunda reuni¨®n dijo que no nos necesitan', comenta un alto cargo de la Alianza.
La frustraci¨®n en la OTAN, y sobre todo en su secretario general, se va acumulando desde que dos d¨ªas despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre decidi¨® activar el art¨ªculo quinto del Tratado, que prev¨¦ la defensa mutua de los aliados y en este caso la defensa de EE UU por haber sufrido 'un ataque exterior'. 'Obviamente', se?ala una destacada fuente aliada, 'no hemos participado en ninguna operaci¨®n de combate'. Pol¨ªticamente, la activaci¨®n del art¨ªculo quinto del Tratado fue hist¨®rica, pero operativamente s¨®lo se ha concretado en el despliegue de una flota aliada en el Mediterr¨¢neo oriental y en el env¨ªo de cinco aviones de alerta y control a EE UU.
El embajador espa?ol en la Alianza, Juan Prat, no es pesimista pese a todo, y pone de relieve que 'la OTAN ya no es la de la guerra fr¨ªa' y que el debate debe centrarse en el papel que debe desempe?ar la organizaci¨®n ante las nuevas amenazas, y especialmente la del terrorismo. 'Est¨¢bamos ya readapt¨¢ndonos, pero ahora hemos tenido que poner el turbo'.
Pero es en las actividades antiterroristas en las que tambi¨¦n existen dudas sobre los l¨ªmites legales de la intervenci¨®n de una organizaci¨®n de defensa. '?Qu¨¦ papel nos corresponde a los militares en ese terreno asignado hasta ahora a la polic¨ªa?', se pregunta un destacado mando aliado. 'De la respuesta depender¨¢ en parte el futuro de la propia organizaci¨®n', se responde.
Tras los ataques a Estados Unidos, s¨ª hay un dato clave que est¨¢ cambiando en la OTAN. Se trata de su relaci¨®n con Rusia. El primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, ha propuesto, con el apoyo expl¨ªcito estadounidense, que Rusia se incorpore a las reuniones del Consejo Atl¨¢ntico, con voz y voto en temas claves como el terrorismo.
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