"Estoy metido en un laberinto"
Kiko, 'harto' del 'hipermercado' de los fichajes, asume su retirada si en enero no tiene equipo
El vestuario del madrile?o campo de Las Rozas, el suyo actual, no es el rinc¨®n h¨²medo en el que retumbaba la radio y la guasa se propagaba a ritmo de risa en las tripas del estadio Calder¨®n. As¨ª ocurri¨® entre 1993 y 2001 en ese ¨¢ngulo medio enterrado del estadio del Atl¨¦tico. En ese vestuario el vozarr¨®n vacil¨®n de Kiko fue la se?a de identidad de un club y un equipo que alcanzaron el ¨¦xito y encontraron la autodestrucci¨®n en un mismo acto.
Desde junio, el Atl¨¦tico es otro club y Kiko ya no se ducha en el entresuelo del Calder¨®n rodeado de sus colegas. Sus colegas se han retirado o se han marchado y ¨¦l lleva meses entren¨¢ndose en solitario -los martes y los jueves con el bal¨®n- en un campo de la periferia, en Las Rozas. Se resiste a creer que su carrera ha terminado. Hace s¨®lo dos a?os era una estrella. Ahora tiene 29. Y, sin embargo, si el 1 de enero de 2002 no ha encontrado un club, se retirar¨¢ para siempre. 'Es ser realista', afirma; 'si no tengo equipo, dir¨¦: '?Ostra, hay otro camino en la vida!''.
El ex futbolista del Atl¨¦tico se entrena en solitario, juega 'con los de la pizzer¨ªa' y... espera
A los 13 a?os, Kiko dej¨® su barrio jerezano de La Granja para convertirse en aprendiz de M¨¢gico Gonz¨¢lez en la cantera del C¨¢diz. De peque?o le llamaban Enano Cabez¨®n por su estatura reducida, pero a los 20 ya rozaba los 190 cent¨ªmetros y se hac¨ªa famoso en los suburbios de la bah¨ªa. En 1992 gan¨® el oro ol¨ªmpico en Barcelona y al a?o siguiente ya era una estrella emergente y popular en toda Espa?a. Un modelo de jugador creativo y carism¨¢tico cuyo fichaje por el Atl¨¦tico coincidi¨® con la formaci¨®n de un cuadro que marcar¨ªa una ¨¦poca y que, con el serbio Radomir Antic en el banquillo, gan¨® la Liga y la Copa en la temporada 1995-96.
'El f¨²tbol y la vida me han metido en este laberinto', dice Kiko, con angustia reprimida, cuando se cumplen cinco meses de su renuncia a cumplir su contrato hasta 2004 con el Atl¨¦tico; 'la lesi¨®n en los dos tobillos y el ¨²ltimo a?o, en Segunda, me han metido en esta situaci¨®n. Pero ya llevaba un tiempo sin disfrutar de este trabajo. En realidad, los dos ¨²ltimos han sido muy malos para m¨ª. Tanto que en este momento, si me preguntan por el mono futbol¨ªstico, respondo que no tengo. Lo ¨²nico que echo de menos es lo f¨¢cil que entraba el dinero en la cuenta bancaria'.
Miguel Narv¨¢ez era un pintor de brocha gorda hasta que se convirti¨® en el representante de su hijo. Tras la renuncia de Kiko a cobrar lo que le quedaba de contrato, no s¨®lo perdieron cientos de millones de pesetas, sino que ambos, con el orgullo de los c¨¢ndidos, se metieron en un universo extra?o: el mundo de las transacciones del f¨²tbol.
'Tengo unas ganas de que llegue enero...', dice Kiko; 'estoy harto de la incertidumbre, de que cada semana te llame un club y te diga que te vayas, que te digan que te mandan unos billetes, que luego intervenga un agente FIFA y que los billetes no lleguen para que, al final, te enteres de que el presidente cree que t¨² le has hecho un feo y t¨² no sepas de qu¨¦ est¨¢ hablando... Estoy harto de la falta de claridad. De que un d¨ªa te pidan que mandes un fax, de que luego el pasaporte, de que la firma para autorizar a negociar a un tercero, de que luego te digan que te tienes que ir a otro continente... Me han llamado de clubes suizos, ingleses, alemanes, italianos, griegos, turcos y mexicanos. El Lazio estuvo a punto de ficharme y, al final, a m¨ª tampoco me qued¨® claro por qu¨¦ no lo hizo. Esto es un hipermercado'.
'Yo tuve una lesi¨®n muy grave y fui suplente en Segunda', prosigue; 'y entiendo a los presidentes que quieren asegurarse de que no estoy acabado. Pero hay gente que se cree que t¨² tienes la necesidad de firmar y yo les digo: '?Para, campe¨®n, que yo esto no lo hago por necesidad!'. Por ejemplo, me dicen que firme por seis meses y que despu¨¦s, si juego bien, me contratar¨¢n por dos a?os. Pero esa opci¨®n la quiero tener yo'.
Para no perder la costumbre de la rutina, para no convertirse 'en un paquete', seg¨²n ¨¦l, se levanta todas las ma?anas y se va al gimnasio. A veces le acompa?an antiguos compa?eros, como Diego, Superl¨®pez o Toni Mu?oz. Luego, se va a comer con ellos y es habitual que se sume alg¨²n amigo de la vieja guardia, como el rayista Arteaga, a quien conoce de los tiempos del C¨¢diz. Por la tarde se va a su casa, con su mujer y su hija. De vez en cuando juega un partido, 'con los de la pizzer¨ªa', y dos o tres veces por semana explota su vena de comunicador comentando partidos de f¨²tbol para la cadena Cope. 'Ahora no tengo presi¨®n ni grandes responsabilidades', dice, 'y he descubierto que la radio es una experiencia fabulosa'.
Kiko habla como si en el fondo fuera inconsciente de su propio mito: 'No me pongo un ultim¨¢tum, pero soy realista. Si desde junio ning¨²n equipo me ha ofrecido un contrato como yo quer¨ªa, lo que no consegu¨ª en seis meses no lo voy a conseguir en diciembre'.
'Pero', matiza, 'me habr¨ªa gustado jugar hasta los 32 a?os y pegar un buen palo, econ¨®micamente hablando, durante dos o tres a?itos m¨¢s'. Y su talante denuncia que, en el fondo, siempre fue demasiado flamenco para soportar con flema un chorreo de faxes y un ej¨¦rcito de agentes FIFA. Es m¨¢s, desde que no juega lo est¨¢ pasando 'fenomenal' y ahora suspira por que llegue enero.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.