Duplicidad
?Tan mal est¨¢n las cosas, como para que el Gobierno se haya visto obligado a subir el impuesto de la gasolina, contradiciendo as¨ª su m¨¢s golosa zanahoria propagand¨ªstica? ?Es que ya no pueden seguir cuadrando las cuentas del reino con trucos de contabilidad creativa como ven¨ªan haciendo? ?C¨®mo tienen narices para pasarse por el arco de triunfo los flamantes Presupuestos del a?o pr¨®ximo, reci¨¦n aprobados como est¨¢n por las Cortes? ?Es que era puro papel mojado, s¨®lo v¨¢lido para arrojarlo al retrete y tirar despu¨¦s de la cadena? ?De d¨®nde sale el agujero presupuestario que pretenden tapar: de Villalobos, de la Agencia Tributaria o de Gescartera?
Espero que el lector sabr¨¢ disculpar mis exabruptos, pero es que ya me estoy hartando de que nos tomen el pelo hasta tal punto. Como demuestra Miguel ?. Fern¨¢ndez Ord¨®?ez (Mafo) en sus columnas con un lenguaje mucho m¨¢s educado que el m¨ªo, este Gobierno miente m¨¢s que habla. Dice que baja los impuestos pero aqu¨ª sube la presi¨®n fiscal mucho m¨¢s que en Francia. Y para justificarlo cualquier excusa le parece buena, aunque sea recurriendo a falacias contradictorias. Antes sub¨ªa la inflaci¨®n y la presi¨®n fiscal por nuestro exceso de crecimiento, s¨®lo atribuido a la excelencia de Rato. En cambio, ahora sube el d¨¦ficit p¨²blico y el impuesto de la gasolina por la inminente depresi¨®n econ¨®mica, s¨®lo atribuida a la crisis internacional. Est¨¢ visto que a su electorado lo creen capaz de comulgar hasta con ruedas de molino.
La mayor parte de nuestra opini¨®n p¨²blica est¨¢ tele-dirigida por el Gobierno
Pero si nos enga?an es porque pueden hacerlo. Por algo se compraron con fondos privatizados un flamante aunque ruinoso imperio medi¨¢tico, para a?adirlo a su control absoluto de los aparatos ideol¨®gicos del Estado, que tambi¨¦n incluyen al INE y al CIS. Pues si llamamos rodillo parlamentario a su mayor¨ªa absoluta, ?c¨®mo calificar a la apisonadora period¨ªstica que le sirve de palio? El Gobierno esgrim¨ªa antes su apropiaci¨®n de la prensa para hacer la guerra a la oposici¨®n. Pero ante la d¨¦bil resistencia de ¨¦sta, ahora la usa para ocultar sus tapujos y adornar sus falacias dando gato por liebre sin temor a que le descubran, pues se sabe con las espaldas guardadas por la confiscaci¨®n virtual de casi todos los medios de masas.
Y lo hace todav¨ªa con menos escr¨²pulos que Berlusconi, pues ¨¦ste tiene que guardar las formas, por ser el propietario visible de la prensa que ha comprado, mientras que Aznar controla su imperio medi¨¢tico con el mando a distancia, al ser formalmente independiente de su poder. La mayor parte de nuestra opini¨®n p¨²blica tambi¨¦n est¨¢ tele-dirigida por el Gobierno, pero jur¨ªdicamente no es as¨ª, pues se financia desde Telef¨®nica con permiso de la banca privada, y Aznar puede hacerse el inocente sin temor a que le cojan en falta.
Esta c¨ªnica duplicidad farisaica es una deformaci¨®n cong¨¦nita de la cultura pol¨ªtica espa?ola. Tama?a hipocres¨ªa procede seguramente de la caza de brujas emprendida por la Inquisici¨®n contra los conversos, obligados a fingir en p¨²blico una di¨¢fana apariencia de respetabilidad, hasta adquirir el h¨¢bito de disimular la realidad. Por eso se dol¨ªa Ortega del abismo que separa a la Espa?a oficial, de impecables formas jur¨ªdicas, de la Espa?a real, enfangada hasta las cejas por pufos, trampas, chapuzas y dem¨¢s corruptelas que repugnan a cualquiera. Pero lo peor no es eso, con ser ya grave, sino el hecho de que todo el mundo lo sabe pero todos disimulan, haciendo como que no les importa. El emperador est¨¢ desnudo, pero se le saluda con respeto como si vistiera con dignidad.
?Por qu¨¦ se dejan los ciudadanos enga?ar a sabiendas? Ya se sabe que se puede enga?ar a muchos durante alg¨²n tiempo, pero es imposible enga?ar a todos para siempre. Ahora bien, esto le trae sin cuidado a Aznar, que anuncia retirarse tras las pr¨®ximas elecciones, y por eso se preocupa s¨®lo del presente inmediato, atento a las coyunturas que puedan desestabilizarle, como si pensase: despu¨¦s de m¨ª, el diluvio. De ah¨ª su desprecio por la Universidad, celosa guardiana de la memoria hist¨®rica, que alg¨²n d¨ªa habr¨¢ de juzgarle.
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